jueves, 25 de diciembre de 2014

Que la pases bien y etcétera, etcétera

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Trilogía: Parte 1

Las trilogías, pocas veces, manifiestan espíritus objetivos. Pero sí hablan en tercera persona, te lo aseguro.

O todo lo que digo es mentira.

Estas navidades me resultan curiosas...  no me siento solo, estoy tranquilo, sin grandes proyectos que me quemen la cabeza ni responsabilidades de fin del mundo. Todo va sobre ruedas, sumando monedas en el tiempo verbal correcto, la paciencia no transpira ni por asomo y los puentes con la realidad... bueno, no pasan por un momento de fama y aún así, el sueño viene igual. Hay talento, hay ganas, hay claridad, hay reflexión, hay... salidas...

Pero no hay propósito.

¿Por qué? ¿Para qué? ¿Vale la pena? ¿Retribuye más que el tiempo que paso a solas? Son todas preguntas que me detienen a la hora de explotar las maravillas de mi cabeza, impacientes por regodearse delante de quienes puedan admirarla. Hay tanto silencio que puedo quedarme dormido en el momento del día que prefiera. Los relojes son tan blandos y flexibles que parecen sacados del cuadro de Dalí, esa misma "persistencia de la memoria" atrae muchos recuerdos pero reimaginados a mi gusto, aún cuando no quiero darme la razón y engañar a mis adentros; se muy bien que me equivoco pero lo hago con orgullo, inmerso en un pasado de tintes épicos.

Luego de darle un nombre tan extenso a mi mente, dudo de necesitar un propósito.

Pero, ¿es tan necesario? ¿La vida no puede sucederse sin mejores momentos dentro del silencio que no duele?

"A medida que escribo, encuentro que sí existe un propósito, que se esconde detrás de un capricho o, ¿será egoísmo? Pasan éstas fiestas y pienso en él, mientras todos brindan y una adolescente me critica por lo bajo, riéndose con sus propios chistes internos. 'Propósito'... me llaman para brindar y no paro de toser. Ya me encuentro en la habitación y me llaman por tercera vez. 'Ya voy', contesto. Y se van las doce, sin brindis para mí, eligiendo no chocar cristales con quienes se mofan, critican o insultan el resto del año a mi autoestima. No debo ni merezco ser careta por decisión ajena."

Mi situación es muy particular. Y aún así, carecer de un propósito que derive en una crítica masiva externa no es excusa, pero vengo hace tiempo observando que no se me escucha o se me lee como realmente deseo. Y que tampoco queda lo que digo. Muchas veces leen un post y luego, se olvidan. A veces, siento que no soy más que un instante de ocio o distracción. No voy a generalizar, pero lo siento así desde hace años, sobre todo cuando hablo frente a frente y, más allá de tener un blog, siento que mis palabras no tienen peso. Me refiero a las reflexivas, a las que aportan una parte de mis vivencias. Tal vez... ese mismo propósito aún cree en la utopía, esa avalancha de éxitos tercerizados, donde todos convierten lo "diferente" de tu forma de ser en egolatría...

Mi falta de propósito siempre se apoyó erróneamente en infelices, envidiosos y burros, que no tocan un libro ni aunque les diga que hay plata dentro de él.

Voy a respirar profundo y a procurar tener uno cuando llegue la segunda parte de ésta talentosa trilogía.

Más allá de todo, adoro escribir en blog.

Tal vez sea un comienzo.

G

La frase: "No debo ni merezco ser careta por decisión ajena."

lunes, 15 de diciembre de 2014

La imperfección primitiva

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"Pero si antes era todo perfecto..."

¡ZÁS!

Llegaste al centro de la imperfección primitiva.

¿Quién nace para ser infeliz?

La respuesta es obvia: NADIE. Y es por eso que buscamos constantemente generar buenos momentos con otras personas o prescindir de los switches que activan los malos ratos que intercambiamos con ellas. Obviamos detalles molestos, pequeñas mentiras, palabras que pican, actitudes fuera de lugar, diferencias de opinión, etcéteras que nos dejan con la palabra en la boca, peleas... Incluso, llegamos al punto de minimizar los tantos pagando con la moneda del orgullo.

Retomando la búsqueda de la felicidad: ¿acaso nacemos siendo todos iguales? Claro que no y es por esa misma diferencia de personalidades que exponemos lo mejor de nosotros mismos al interactuar frente a alguien más, sobre todo con el sexo opuesto, generando actitudes que brillan por la ensoñación que representan, el perfeccionismo que solamente aparece en sueños o en utopías. ¿Y cuando llega el mal pasar? Esa es otra historia...

De repente, no hay conexión, uno se vuelve "villano" o alguien que está de más. Compartir espacio con esa persona se vuelve intolerable, uno se vuelve intolerante, al punto de desear estar en otra parte y, por regla general, empieza a cometer estupideces. Entre ellas, el reemplazar la armonía perdida con personas nuevas, con las que podamos reinventar nuestro lado "bueno". También se da paso a los hobbies que se tornan vicio y que nos hacen olvidar que existe todo un desastre natural detrás por arreglar. Y no nos olvidemos de la falta de entendimiento, la solución que primero se descarta al fondo de cualquier cajón.

La pregunta que sigue: ¿cómo se vuelve atrás?

No se puede. Existen consecuencias que no se pueden enderezar.

Sin embargo, la mente es fuerte y está en la consciencia de cada uno el intuir que hay palabras o minúsculos rasgos de la realidad que merecen ser tratados con frialdad. Es bien cierto que en el medio del huracán no vemos ni pensamos con claridad, pero el sentimiento debería bastar. A veces, miro el presente y me preocupo porque la gente es demasiado suelta con sus sentimientos y da vuelta de página a la primera cuestión negativa... yo se que no todos estamos hechos para reparar ni poseemos la voluntad GIGANTE de perseverar ante los malos ratos...

... pero debería bastar con querer.

Para terminar con un punto neutro, creo que es mejor definir que el desafío no se plantea cuando todo va de maravilla, sino cuando las diferencias se hacen presentes y estalla el conflicto. No es de valientes ser perfecto si el juego apunta a ganar algo o alguien, sino de buena mano entender que ninguna interacción social merece terminar destruida si alcanzó el punto más alto de su apogeo. Vivir un sueño es lo mejor, pero mejor aún el sobrellevar esas interacciones cuando todo va para atrás.

No podemos vivir escapando de las diferencias. La vida representa un constante aprendizaje y más allá que provengan de los propios errores, la imperfección primitiva apunta a mejorar la manera de ser de cada uno y además... el corazón sabe cómo hacer su trabajo.

No seamos tolerantes.

Simplemente, entendamos.

Que te pongas en su lugar, eso.

G

lunes, 1 de diciembre de 2014

Me lo dijo el silencio

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Me duele la espalda.

Siempre que comienzo a escribir, pongo lo primero que tengo en mente.

Pero BUENO, la "gran" idea para éste post es sobre el silencio, sí... el silencio...

Y es el que el mismo ha llegado a convertirse en un gran compañero, en mi vida diaria. No lo tomes a la ligera cuando lo leas, quiero decir... como todo momento de la vida, que tiene sus virtudes y sus defectos. Bueno, justamente hablo de su parte "buena".

Comencemos por la simple afirmación de que "silencio" no implica una referencia única a la falta de ruido o de palabras. También puede representar un estado emocional por el que se vive o a la falta de sinceridad que tengas al hablar, ya que las cuerdas vocales son las que hablan pero tu cerebro es quien no tiene verdadera voz. Aún así, volvamos al primario, al que no hace ruido, al silencio posta.

Y la pregunta es: ¿existe una manera real de disfrutarlo?

Lo primero que se me viene a la mente es una persona inmersa en el estudio; algunos/as estudian con música de fondo (así como yo leo libros o escribo en éste blog mientras escucho música) y otros sin ruido, donde encuentran la concentración con facilidad. Luego pienso en esos silencios incómodos entre dos personas, de los que parecen durar eras enteras y hasta te provocan dolores irreales en el cuerpo. A veces, los silencios excluyen al ambiente natural que nos rodea y encierra todos los sonidos que el ser humano pueda crear, tanto de su garganta como del resto de sus acciones; pongamos de ejemplo a un instante en el que observamos el mar en invierno, a solas.

Voy a omitir todos aquellos que no se me vengan a la cabeza ahora mismo y rápidamente, a pegar un salto que me deje a tiro del ejemplo que me lleva a postear hoy: el silencio mental.

Rothfuss mencionó en su libro "El nombre del viento" que existe un cuarto silencio (no importan los otros tres, son comunes) y que es el silencio de la muerte. Para mí, si elijo la misma enumeración, existe un quinto y es el que une todos esos caminos que llevan a la paz interior. Bizarro y cursi, pero real; el silencio interior es una consecuencia del exilio mundano y luego, del tomar las riendas en tu propia cabeza...

Dos puntos, una explicación breve para cada uno:

- El exilio mundano no es un camino que sólo toman los solitarios y los resentidos; es una consecuencia natural del ser humano que se forma llegando a los treinta, cuando se empieza a perder contacto con gente conocida o a distanciarse de los mismos por diferencias de pensamiento o vivencias que marcan a fuego. Sin importar la medida, todos terminamos exiliándonos unos de otros y manteniendo una menor medida de sociabilidad, en comparación a nuestros años de juventud.

- Para tomar las riendas en tu propia cabeza, es necesario tomar el camino del exilio mundano y abandonar el ya vicioso arte de la repetición. No existe mejor manera de frenar los excesos mentales que la del alejamiento total de aquello que te transforma para mal. Una vez alejado y sin distracciones, solamente queda poner en orden las ideas y las emociones.

Una vez alcanzado el punto de entendimiento y orden, no necesariamente al 100%, el silencio de la paz surge y todas las aristas se muestran con claridad. Ojo, no confundamos esa claridad con objetividad, ya que nuestra vida está marcada por el juicio y la opinión, pero es a partir de ése "silencio pensativo" que podemos contemplar hechos actuales con cordura y recuerdos abiertos del pasado con frialdad, permitiéndonos finalmente realizar una crítica constructiva y tal vez, sanadora.

No todos pueden lograrlo y la probabilidad de éxito cae abruptamente si incluimos personas inmersas en la complejidad mundana o influenciadas mínimamente por sus apuestas. La vida nos lleva por caminos inesperados y, por más que la misma representa para el hume el arte de repetirse, las consecuencias jamás nos toman prevenidos. Sin embargo (repitiéndome una vez más entre las miles), el objetivo final es siempre el mismo: satisfacer a la consciencia y al autoestima, ya que ambas son las grandes deidades que mandan sobre nuestras mentes.

Entonces, el silencio.

Mi vida dista eones de ser perfecta. Pero hay silencio.

Y de los que me dejan pensar.

Sarasa.

G

martes, 25 de noviembre de 2014

Vicios, sinceridad e hipnosis

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Se lee más el blog cuando no posteo o tardo en subir un nuevo tópico.

Hace no mucho, cuando aún seguía a gente en Facebook, me preocupaba mucho la cantidad de visitas que tenía en este lugar. No importaba mucho si faltaban las firmas, eran los "vistos" clavados que lograban conseguir con cada nuevo post. Pero se volvió un vicio, de los que alteraban mi humor diario y bueh... tuve que parar, tal vez no tanto con el blog, pero sí con "elfacebú": borré a casi todos mis conocidos y lo guardé para uso laboral o mesa de rol.

El alivio fue GIGANTE.

Pero, yendo a las raíces, el ser humano parece estar destinado a buscar reemplazos o a repetirse con el paso de los días, de los años y de las reencarnaciones... Imaginemos por un instante que perdemos algo de valor inestimable, como una pareja de años o a un familiar: el primer consejo que uno recibe, tanto de ajenos como de propios, es el de ocupar la mente en otras cosas, como el trabajo, el estudio o el hobby que se tenga. Dicho de una manera directa... reemplazar. Y reemplazamos. O nos ahogamos en bajones. O nos enfocamos.

A veces, demasiado.

Enfocar en demasía es lo mismo que fumar veinte cigarrillos por día, durante años. Es un vicio. Y los vicios, deterioran la mente y el cuerpo, sin posibilidad de volver atrás.

Pero, ATENTOS, que en éstos casos los vicios se generan a falta del reemplazo apropiado para esa emoción. Entonces, poner la atención en otras cosas y que luego se vuelven objeto de vicio, no generan una cura real, sino un stand by que nos mantiene al borde del despotismo mental. Por eso, a veces... es mejor encerrarse y dedicar los recursos a sanar la cabeza que perder el tiempo en focalizar rutinas que ya conocemos y terminamos arruinando con nuestros excesos.

Pasa el tiempo para mí y es muy probable que pase el resto de mis días de la manera que más odio: la del ser humano. Sin embargo, no pienso ignorar un instante más que mis errores pueden desaparecer de la consciencia porque sí. Como sea, prefiero tomar responsabilidad de ellos, meditar los siglos que necesite para, finalmente, lograr una mejoría y con el objetivo final de alcanzar la paz que los reemplazos no otorgan.

Piénsenlo, sobre todo si tienen vicios rutinarios y caretas.

Bueno, inspirar algo de reflexión siempre fue la razón mundana de escribir en éste blog.

G

viernes, 24 de octubre de 2014

Complicada simplicidad

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Otra vez despierto, en medio de la noche y por culpa de un mal sueño.

Pero ésta vez, despierto molesto.

Tomé hace tiempo una decisión que le rinde a mi orgullo pero no soluciona del todo mi estado sentimental. Esa decisión descarta la acción de "reemplazo" por la de "sobrellevar" hasta el hartazgo quien me queda o, al menos, todas esas prendas de ropa inservibles para mí, porque son de mujer. Entonces, digo... nada de reemplazos, me la banco, me quedo quieto, sin chistar, callado (en la medida que pueda), sin asustarme, sin mirar lo nuevo, etc. Llega la era del "ya pasó un tiempo prudencial", digamos... "el día después de mañana" y mantengo la posición, firme y resoluto... y compruebo de que no está hecha a prueba de "largos plazos".

Y no hay vuelta atrás.

La única manera de solucionar esta constante falta de persona ajena y al deseo de querer siempre a la misma parece recaer en la repetitiva acción del reemplazo. Eso es, como si la solución termina en la vereda de enfrente, junto a lo que tanto me dediqué a evitar.

Pero no, no voy a caer sobre soluciones fáciles. No soy una persona fácil. No pueden comprarme. Puedo ser indulgente y luego, la mejor parte del ser humano: la que aprende de sus errores. No puedo manejar la peor, la impulsiva, la que no usa el cerebro. Sí puedo atarme a las reflexiones y a la correcta aplicación de mis ideales sobre los casilleros correctos. Siempre fui una persona complicada en sus malos momentos y, como todo aquel que decide bancársela solo, necesito elaborar con tiempo esas"simples" soluciones.

A veces pienso que la simpleza viene de la objetividad ajena y no de la subjetividad personal.

Es lo que hay.

Creo... creo que aún no encuentro la catarsis correcta.

Ni la manera de escribir una completa historia sin éste blog.

G

sábado, 11 de octubre de 2014

Orgullo y perjuicio

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Cuando no tengo trabajo, dedico mi tiempo a pensar y a repensar las mismas cosas. Además, tiendo a señalar puntos débiles con cierta "inocencia" y, cuando se acaban los míos, empiezo con los ajenos. Ya he mencionado con anterioridad los estados crónicos de mi personalidad, cuando me sobra el tiempo.

Hoy estoy pasando por dos puntos en común, que se unen en su clímax y nada tienen que ver cuando les va mal: la convivencia en pareja y el trabajo. No voy a explayarme sobre lo primero, es más cómo extraña uno esos momentos que el imperativo deseo de vivirlo.

Lo segundo se tocará con una reflexión.

(Creo que si las reflexiones valieran dinero, sería millonario. Aunque fuese un farsante.)

xD

Tener trabajo parece ser la definición de persona que sos, hoy en día. Representa la responsabilidad, el sacrificio, la importancia, la categoría, la situación económica, la ambición, la estabilidad, el orden, el alcance, el respeto... el/la qiofdosiuvjdxlkjvelwkjewuviouvdklvjdlkgjfdkglj y millones de etcéteras. Sin embargo, no podemos olvidar que la supuesta consecuencia principal, la dignidad, está basada en la autoestima y el juicio ajeno. Ahora, el trabajo "dignifica" en ciertos aspectos, porque te lleva a concebir el resto de los puntos que mencioné anteriormente, pero no te define; si vas a tener la autoestima por el suelo que no sea porque alguien no te contrata o porque no tenés la capacidad para que te contraten, sino porque no movés un dedo para que las posibilidades se multipliquen. Yo se... Se muy bien que el mundo es una mierda, que las necesidades de los demás exceden a las nuestras, que blah blah blah...

En fin.

No mezclemos los tantos, el amor propio se refiere a lo que UNO mismo piensa de su persona y, por consiguiente, a la aceptación de lo que uno HAYA ENCONTRADO dentro.

Pasando al juicio ajeno... bueno, a veces creo que son infinitas las situaciones donde a uno le importa demasiado lo que piensen los demás. Tengo que admitirlo: ese interés es un error del ser humano, una parte fallida y que no tiene arreglo. ¿Por qué? Lo ÚNICO que importa realmente es la idea que cada quien forma de sí mismo y el alcance logradocon la misma, durante toda una vida. No obstante, depositamos esas tildes en quienes no tienen la capacidad o, peor aún, en quienes no tienen interés en mejorar nuestras personas o desean el fracaso onmidioso (cagastellano, onmipotente + envidioso) de otros. Y no solamente se aplica a desconocidos, sino que también se atan cabos con familiares, amigos y hasta PAREJAS... A veces, el amor que predica la religión sentimental no es más una excusa para diezmos emocionales momentáneos y egoístas.

Traducción: la única manera en la que alguien puede aplicar juicio sobre tu vida es bajo tu consentimiento y totalmente abocado a la objetividad. Bajo ninguna otra circunstancia puede abrir la boca y creerse el dueño de tus virtudes y defectos.

Claro que, en éste mundo, casi nadie pide permiso. Eso dalo por seguro.

Volviendo al trabajo, bueno... buscar y no encontrar no define lo que sos, define la falta de una conexión POSITIVA que tengas con el mundo. La única solución es basar las oportunidades en el sacrificio. La suerte, la oportunidad, los resultados y la buena suerte... todo eso es relativo e incontrolable.

¿Por qué el sacrificio? Porque suma al porcentaje y te pone en un lugar con mucho más tráfico.

Me pregunto qué hubiera pasado si todos hubiésemos estudiado publicidad...

G

sábado, 4 de octubre de 2014

Cosecha 1989

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Wait...

... ella no me cree...

 Llevo semanas sin oír su nombre en el viento. Mi mente no atiende visitas y vive sólo para mí, sentándose al costado de la cama donde mi autoestima yace, enferma. No hay sonidos que me lleven a compartir acciones, pero alguien nombrará mañana que sufro de abandono y tendrá razón, pero hoy...  hoy es otra mujer la que menciona el nombre de la tempestad y viene a la luz con un brillo que al mismo sol ciega. Saboreo unos instantes su toque de "malo conocido".

Es igual, pero distinto.

¿Por qué esa persona que nombra al viento no cree que pueda alejar de mi esa debilidad, por semanas enteras? ¿Cuál es la verdadera impresión que le queda? ¿La falta de confianza? ¿O una idea que pecó de traicionera y logró hacerla tambalear, dejándola en evidencia?

De repente, siento que alguien ajeno a mí, elige olvidar mucho menos que mis propios complejos. Y sobre mí vida, no la suya.

Probablemente me equivoque y, sin embargo, el sabor no se va y me deja pensando en todos esas cosas... errr... en todos esos minutos, no... ¡EN TODOS ESOS MOMENTOS! ¡Sí! ¡Eso mismo! Me deja pensando en todos esos momentos que...

Un segundo.

¿De qué estaba hablando?

No, no me olvido, pero sí aprendo a restar importancia. No conozco otra persona que se complique la vida tanto como yo (menos mal) y veo que una de las soluciones antigabrielianas probables es la de quitar méritos. NO  LA DE DESVALORIZAR, sí la patear pedestales y de romper cabinas con cristales polarizados. No más ideales fallidos; no porque haya sido un error, sino porque soy quien vive 24 horas dentro del escritor y sé bien que no tengo manera de escapar de mí.

En cuanto al sabor... no se va. Y se asemeja al recuerdo.

Es entonces cuando descubro de que hay otro gusto de fondo, un tanto agridulce.

En qué momento me habré convencido de que existía la palabra "perfección"...

G

viernes, 3 de octubre de 2014

Síndrome de Estocolmo

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¿Qué es éste absurdo miedo a escuchar canciones? ¿Desde cuándo siento que la música es tabú? ¿No será un cansancio pasajero? ¿Tal vez?

No hay sueños, tema aparte. Busco laburo de mañana, duermo de tarde y disfruto del silencio por la noche. A veces, me asomo sobre el hombro de otro vicio y le pregunto si quiere compartir momentos que sirvan para nada. A veces asiente, a veces es más no que si. Hablé del silencio, de los que habitan en castillos abadonados o ruinas ancestrales. Ojalá fuera de los del viento: son tan dulces que dan placer. La noche sigue, con sus delirios y cuestiones inentendibles para la gente que no sabe leer EN líneas y no "entre", pero la culpa es mía... mía por ser tan diferente, de los que la gente quiere y aborrece, porque soy mago e inquisidor, te doy la vida a cambio de nada y te la quito porque así lo dicta mi religión...

Sí, tengo un problema grande con la opinión de los demás. Y con la música. Pero, digo... no entiendo porqué me importa tanto lo que piensen BIEN de mí (no me calienta lo MAL), si la cuestión pasa por solamente poseer la atención sobre el arte que "supuestamente" llevo a cabo y nada más. Después, para cuestiones personales, se queda la falta de criterio para mezclarme entre tantos. Digo, de pintor entiendo poco y nada pero... cambiar radicalmente la mente hogar de los demás no significa que crea en ellos, en vos, en ustedes. Y en aquel, el que se parece a mí pero es bien distinto.

La parte "amor"... bueh, realmente me siento vacío de dichas opiniones. Suerte, por ésta vez.

Me llaman para ofrecer tarjeta.

Sigo.

El mundo no tiene vueltas: es trabajar, cumplir metas y mezclarse, sobre todo. Pero, ¿cómo puede mezclarse quien se acostumbró a vivir en el fondo? Puede que me haya vuelto ateo por gritar el nombre de dios mil quinientas millones de veces y jamás haber recibido respuesta. Sin embargo, algo dentro de mí contiene la verdad absoluta...

¿Soy mago o un ilusionista?

¿Tengo potencial o deposité confianza en las manos equivocadas?

¿Me sobra el tiempo para reflexionar sobre la falta de ocupación o ya no queda cinta para remendar el ventanal quebrado?

Y no quiero poner canciones, encima.

Es por miedo, lo sé.

Miedo a convencerme de que realmente... no se vive en la oscuridad.

G

miércoles, 1 de octubre de 2014

Catarsis aguda

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Como reza el nuevo título del blog, la vida es el arte de la repetición.

Ahora, ¿dónde encajo con ésta tan particular personalidad mía?

Su lado menos decente me vuelve miserable y un contractual dedo que señala errores ajenos, constantemente. Y está eso de la mala leche, la que ocasiona los fallos constantes y, como persona en busca de utopías más el sabor picante de la perfección, me canso de darme la cabeza contra la pared, una y otra vez. Es como si no entendiera que, en realidad, uno se encuentra solo en el mundo y no importa el tener buenas o malas actitudes, lo miserable o benevolente que uno se haya vuelto, al final del día... tu mente vuelve al rincón solitario de donde salió.

No importa realmente lo que hagan los demás, importa que dependas de ellos. O sea, nacés solo, pero no respirás sin tomar prestado el aire de otros. ¿Tenés corazón? Tenés necesidades emocionales- ¿Cuáles es tu meta? Difícil de elaborar si tenés tantos "peros" y confiás en nadie, ni en vos mismo. Entonces, ¿expectativas de vida? No se qué vida, todo parece estar construído para derrumbarse, tarde o temprano.

Es cierto que las malas rachas exponen palabras, oraciones y frases que remiten negatividad. A la gente no le interesa lo negativo. Well... FUCK THE PEOPLE! El problema es de uno y no del resto. Además, jamás se van a hacer cargo de tus dramas; tal vez tu familia, pero no tus amigos ni conocidos ni el presidente de la nación. Podés cambiar al mundo en un segundo, mejorar la vida de cinco millones de personas y volverte un ícono para los demás, pero en cuanto aflojes un instante... se van a olvidar de vos y hasta convertirte en villano, porque alguien tiene que serlo.

Ahora es cuando me toca la autocrítica, pero todos sabemos bien cuáles son mis puntos débiles y defectos. Nah, mi gran problema es conmigo mismo. Es más, voy a terminar el post acá, dejándolo como una catársis.

No necesito amigos ni consuelos ni parejas.

Solamente catarsis.

Y metas.

G

jueves, 11 de septiembre de 2014

Mi mente y una manzana

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En momentos como los de hoy, desocupados, una de las primeras locuras que se me ocurre cometer es la de volver a hablarte.

Pero, ¿cómo es el proceso? ¿Cómo es que llego a la necesidad? Si, es una necesidad...

Llevo años tirando al tacho más conecciones que elaborando encuentros, volcándome al carácter hosco y perdiendo fe en la humanidad. Aunque, más que un pensamiento extremista, siento que el corazón "ya no ama", como solías decir cada vez que te ibas. No es para preocuparse... en la mayoría de los casos, suele suceder a causa de una mente aburrida y con tiempo para pensar estupideces, perdón... BOLUDECES. Sin embargo, los caprichos que presenta en la superficie, no son más que verdaderas razones de fondo...

Tal vez no se cierren las heridas: la venganza nunca es buena pero siempre maldita y una lección ejemplar contra los irrespetuosos. Es parte esencial del ser humano, burla de la imperfección. Tal vez no te vi arder tanto como mi mente lo desea.

Tal vez esa misma mente es inmadura y, como dije antes, es caprichosa, quiere verte arder. En ése caso, lo único que debo hacer es enfriar las ideas y ocuparme en otra cosa, la vida no cumple los caprichos de quienes caen en su lado oscuro y se consumen por dentro pero sin salpicar a los demás.

Tal vez me sienta solo. Los problemas siempre existieron pero antes, podía voltear y contártelos, compartir un mate y saborearlo entre soluciones. Existen demasiados mapas que me llevan a recuerdos que ya no quiero tener, porque estoy solo y son peores que volver a tenerte. No... no quiero conocer gente nueva, ni te quiero volviendo a mí, ya no quiero apostar, no ahora, ni mañana.

Tal vez "para siempre".

Tal vez te quiera, como sos.

No, BASTA DE BOLUDECES.

No es que te quiera, es que tu nombre fue la etiqueta que le pegué al último cuaderno. Nunca la reemplacé, lo sé. En realidad, jamás di vuelta la siguiente página ni busqué una palabra nueva. Es... es como si el tiempo se detuvo en el punto menos esencial de la vida, donde todo marcha pero sin rumbo fijo. Además, ya empieza a afectarme el ver a otras parejas en sus mundos, tan felices. O no... no sé, creo que me molesta más que susurren lejos de mis oídos. Creo que me molesta todo. O nada. O vos, no sé.

(Hay veces en que la vida nos lleva a vivir por inercia, ya sea por la falta de metas o el fallido desempeño al encajar entre pares. También es cierto que tanto el amor bueno como el malo actua como catalizador de extremos personales, una consecuencia que fácilmente se cumple porque ésta emoción carece de lógica. En gran parte de las soluciones, el punto clave radica en volver a ocupar la mente, ya que el cuerpo es lo más burdo de la historia pero su cabeza, mucho más fácil de corromper; uno debe entretenerse con situaciones que sean ajenas a nuestra primera persona y que no produzcan "identificación", puede ayudar a conseguir unos minutos de congelamiento emocional, necesarios para volver a pensar.)

No maten a la serpiente por tentar. Maten a Eva, por dejarse corromper.

Bueno, yo te conté que la serpiente no es mala porque está en su naturaleza, sino que cada uno se equivoca por abandonar la propia.

Ahora, es mi blog, no creo que te animes a entrar.

Creo  que nunca te animaste a conocerme más que por costumbre.

G

martes, 2 de septiembre de 2014

Corriente alterna

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Con la simple excusa del cansancio, nadie puede despegarse del papel de "prescindible".

Hoy no disfruto de la transición más cómoda que pueda vivir. De hecho, me siento rodeado de insultos al ideal de comportamiento, permitido por quienes llenan de concesiones los errores ajenos y hasta justificándose con razones que se disfrazan de ovejas y no son más que excusas de lobo. Sumándole al pozo, también puedo agregar que la gente, cuando siente atacado su juicio, se defiende atacando el juicio ajeno.

Y pocos hacen meaculpa.

Quiero aclarar, antes de seguir, que no soy la persona indicada para juzgar a otros, SOY UN DESASTRE en vida, lleno de ideales utópicos y vacío de ejemplos prácticos. Pero es mi blog y pienso seguir.

Es difícil pasar los ratos cuando el mundo no funciona como vos querés. La obvia respuesta a una pregunta hecha siglos atrás es "el mundo no puede estar contra vos". Sin embargo, haber vivido treinta y cuatro personalidades me ha permitido desarrollar la simple teoría de que todos siguen a la corriente, que solamente unos pocos tienen ideas radicales (no siempre acertadas) y que sus vidas, gracias a su condición de pensamiento distinto, no encajan en las costumbres rutinarias. El meollo del asunto se expone cuando la paciencia y la fe se agotan: paciencia hacia los errores ajenos y fe hacia cualquiera que deba tener una actitud inesperada/benefactora.

Descartemos desde ya todos esos peros a los que la psicología nos acostumbra... tales como "pero él es así", "primero tengo que estar para mi que para los demás", "no me servís como persona", "perdí el interés" e infinitos etcéteras. Dejémonos de pavadas.

Decía...

Llevo años predicando una línea a la que le fui perdiendo la prédica de ejemplo y no descarto mi parte de culpabilidad, pero también sumo la ajena. Me he arrojado al vacío una y mil veces por gente que me lo ha pedido de palabra o simplemente se reflejó en sus ojos. No hablo solamente de parejas, hablo de familiares y de amistades, también. Digo, no por mera estupidez, sino porque mi arrojo ha tentado a solucionar potenciales o presentes problemas, más allá del resultado. O sea, se trató de actitud, nada más. Recíprocamente, he visto algunas actitudes igual de arrojadas pero... pero... siempre el "pero"...

La intensidad no fue la misma. Ni la regularidad.

Un ejemplo claro fueron los tres años que perdí viviendo en Miró. No a nivel personal pero sí mental, fueron los tres peores años de mi vida y lo único que recibí fue: doscientos pesos semanales, una compañía que me hacía sentir aún más solo y la visita tardía de quien nunca tuvo excusa para no darse cuenta de lo mal que estaba. Eventualmente, me tuve que ir del único lugar en el que pude vivir por mi cuenta, por no tener la cabeza centrada ni LAS PELOTAS suficientes para poner en su lugar a todos aquellos que alguna vez me dijeron que me querían.

CON BOLUDECES NO.

Pero ése fue un ejemplo personal.

Todo éste desvarío no es más que una pequeña parte de lo que no he dicho apropiadamente a quienes les corresponde, pero intenta (no se si en vano) dejar en claro que todos los que pensamos distinto no tenemos lugar donde expresarnos sin que nos juzguen ni juzgar sin que nos lapiden. A veces, creo que el único disfraz es el arte, el único canal donde los ignorantes creen que somos genios.

Y como segunda cuestión, la de confiar en la misma corriente... bueno, esperar algo a cambio sin que vos les des algo primero, es difícil peeeero... siempre digo cuando no estoy conforme con una orden laboral que debo cumplir sin chistar:

"Vos sos mi jefe, ésta es tu casa y éstas son tus reglas... así que me callo y las cumplo, mientras esté dentro."

G

viernes, 22 de agosto de 2014

Observar y ser observado

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Vamos a poner un punto en claro: a la mayoría de la gente le gusta opinar sobre la vida de los demás, pero, dudan de utilizar el concepto de "ayuda" cuando se trata de reducir sus propios "bolsillos".

Existen dos tipos de personas, las que usan el poder de la observación y las que solamente, miran. Las que pertenecen al primer grupo, observan y aprenden de quienes les rodean, eligen conocerlos y aplicar ése saber en situaciones futuras. Las del segundo... bueno, viven sin darse cuenta de con quién tratan ni de cómo solucionar ciertos conflictos con personas que los rodean, por lo que eligen tener una vida común pero carente de problemas intensivos. Ambos grupos poseen remarcadas virtudes y defectos, pero no a lo que voy, precisamente.

No se trata de dinero, sí de actitudes. En general, no se elige el observar ni el aprender de quienes nos rodean; cuando llega el momento de interactuar, predomina el pensamiento egoísta y, si se comparte, no deja de ser por interés o "porque sobra". De pronto, el mundo se pobló de gente que prefiere compartir si no se quedan vacíos, jaja. Y lo más importante: meter las narices en la vida de otros. Yo me pregunto... ¿tan importante es opinar sobre los errores ajenos? ¿Todavía no dieron cuenta del cincuenta por ciento de críticas que son hechas para cubrir nuestros propios errores?

No podemos ser hipócritas, debemos admitir de que los observadores no abundan y también admito que he visto gente de ése grupo que deciden vivir sin darse cuenta. El problema nace cuando éstos deciden criticar y no ayudar, cubriéndose con un basural lleno de excusas, degradando la verdadera personalidad de cada uno y con afirmaciones que prefieren ver la parte negativa de cada quién.

No inspiran, degradan.

Jamás duden de lo que son capaces y comprendan que es mejor analizar con cuidado a quién le damos poder sobre nuestras vidas. En general, no se trata de arreglárselas solo, como el mundo actual y la psicología te enseña, sino de saber en quién confiamos. Existen personas en las que se puede confiar y creer que están para nosotros, sin miedo a que pierdan algo si nos ayudan o posean otro interés. Y atiendan a las personalidades ajenas, no a sus acciones actual: todos podemos donar un millón de dólares, si tenemos dos...

... pero eso no significa que mañana lo querramos de vuelta.

Cuando nadie nos mire.

G

miércoles, 13 de agosto de 2014

El borrador que aún late

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No se cómo defenderme ante las acusaciones del subconsciente.

Sobretodo, cuando se le ocurre hurgar en el fondo de mi mente y encuentra todos sus esqueletos.

(Y el día tendrá que pasar desapercibido, pero con mis ojos rebalsados por dentro.)

Admito una razón mundana: la cual justifica que todos se armen y desarmen entre sí, buscando la rutina en conjunto, como si fuera un vicio. Cada quien tiene el suyo e influenciado por el temor de sentirse solo. Llegado al punto repetitivo de cada charla sentimental gabrieliana, acepto que mi manera de tomar las rupturas posee un lado terriblemente negativo.

Mi forma de tomar las cosas no tiene que ver con la necesidad de estar acompañado. Después de años y años de tropiezos, recuperé un punto vital de mi personalidad: saber cuándo detengo la marcha y, más aún, si baso mis decisiones solamente con impulsos. Es por ello que decido quedarme solo, "rechazando solicitudes" y reconstruyendo mente/corazón (en ése orden). Claro que, con el pasar del tiempo, se me va la mano y, si bien recupero la autonomía, lo consigo al módico precio de no querer posar más la mirada en inminentes oportunidades. Sí señor, elijo quedarme solo.

Y por lo general, los estados me duran años.

Demasiados años.

Por eso, digo... si la razón mundana de mezclarse aleatoriamente no precisa de pensamientos extras, se ve perfecta desde fuera. Simplemente te lleva y seguís viviendo, amando, equivocando los caminos, volviendo a ser feliz y finalmente, lo echás a perder, nuevamente... como si nada hubiera sucedido. Se vive, no se si mejor, pero se vive. Y del lado solitario pensador, ordenás tu cabeza y retomás aquellas materias que dejaste colgadas, como "magia" o "especialidad". No olvidemos "diferente", la mejor de todas. Al final, volvés a la razón.

Ahora, si quisiera tomar el primer camino, sería un desastre y no tendría tiempo para "arreglar". Me la pasaría tapando cada parte rota con una sábana y barriendo los pedazos rotos bajo la alfombra, para que algún día revivan como fantasmas y regresen a destruir mi consciencia. Por otra parte, imagino que para los mundanos, detenerse a pensar implicaría alcanzar el punto en el que me encuentro ahora: el del único día del año en el que un sueño psicológico me quita la voluntad de hierro y me nacen unas terribles ganas de admitir la gran cantidad de sentimentalismos que necesito. No... creo que preferirían seguir mezclándose con otros.

...

En fin...

Tratando de dar con el punto, me doy cuenta de que no son dos elecciones distintas.


Son raíces.

G

PD: releo y pienso... "sin claridad". Bueh, pequeña exposición de láminas dejé.

lunes, 11 de agosto de 2014

Bajos instintos

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Y leo un vieja manera de comportamiento mío en una frase de Facebook.

La frase justifica la frialdad ante la decepción que provocan los demás sobre la confianza que uno deposita en ellos. Al final, se desvía revelando que cuando demuestra amor, es porque vale la pena, no sin antes anticipar que ya no da gratuitamente, sino a cambio. Todo gracias a quienes fallaron.

Pasé varios años de mi vida siendo quien perdonó por no querer perder a esa persona. Dejé pasar cosas inverosímiles, defendí lo indefendible y hasta perdí confianza en mí mismo. Dudé... dudé de todas esas virtudes mías de las que nunca debí dudar. Un hombre no puede dudar, un hombre duda y pierde el instinto. Sin embargo, peor resulta aplicar soluciones extremistas a casos fallidos, donde esperamos "amor" y "confianza" a cambio del mismo tipo de material y nos devolvieron un "pagaré", sin fecha de caducidad.

Esto va más allá de un simple cambio. Durante siglos, las personas han cambiado drásticamente y gracias a las decepciones, incluso yo, pero... como buen pensador y gracias a éste lugar, he llegado a la conclusión de que nadie puede condicionar nuestras vidas por sus acciones, que son ajenas, en realidad. Claro que no lo hacen adrede, pero sus hechos nos empujan en la dirección menos deseada y conveniente para nuestras personalidades. Pasado el momento de conflicto, lo primero que debemos hacer es encerrarnos en nuestras cabezas y pensar... pensar... y repensar en lo sucedido. O al menos, vivir como fantasmas hasta que la locura afloje y luego, encierro mental.

La idea es... que no cambiamos por instinto, sino por impulso y así, no se realiza un verdadero cambio, sino una condición impulsada por una mala vivencia. El instinto adapta nuestra personalidad a los cambios, por más bruscos que sean. El impulso cierra los ojos de la razón y se lleva todo por delante, no importando las consecuencias. No dejemos de usar la razón, jamás.

Entonces: no seamos fríos porque nos fallaron, no seamos abiertos porque nos dejaron, no seamos comprensivos por querer integrarnos. Y etc.

G

jueves, 7 de agosto de 2014

Cabos sueltos

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Qué complicado resulta compartir amistades con tu ex.

El mundo es un pañuelo, donde pocas veces coinciden las mismas manos. Considerando la cantidad de personas que lo habitan, se vuelve complicada la cuestión de encontrar la pareja más acorde a la personalidad de uno. Sin embargo, el proceso no carece de diversión ni de desafío: trae vida sobre la rutina y nos ensancha el ego, donde cada decisión se refiere a una creación única, original... y no a las de serie que sufrimos diariamente.

Luego del punto de contacto y una vez quemados todos nuestros trucos de magia... sigue el blah blah blah.

No voy a explayarme sobre las relaciones en si, prefiero saltar hacia la parte que me hace inspira el posteo de hoy.

Integrar a la pareja propia en tu círculo de amigos tiene una consecuencia molesta a futuro: más allá de las razones de una posterior separación, tus amigos/as quedan en el medio (si pensamos en ellos) y vos, no tenés más remedio que compartir, además de ser un constante objetivo de chismes (que refieran a tu ex) y de respuestas que no deberías recibir cuando preguntás de más (mejor preguntáselo a la pared). Claro que tus amistades no lo hacen adrede, por algo son tus amigos/as pero cada situación se tensa al máximo con facilidad, donde nuestros malos humores se desquitan con quienes están en el medio y donde ellos tienen que vivir los irreversibles e incómodos presentes de ambos. Esa misma dualidad es un dolor de muela para quienes se sientan entre dos sillas distanciadas.

Como si fueran hijos de un matrimonio separado.

Creo que no me embrollé...

...mucho.

¿Cuál es la solución? Pfff... si le preguntan al cara de pendejo, les dirá que vayan a la raíz, donde se creó la relación, donde no se tomó la decisión con inteligencia o sabiduría. Durante milenios, la gente vivió con su "prueba y error"; aprendieron golpeándose varias veces con la misma pared y no siendo cautos. Así continua en el presente, el método es el mismo... seguimos sin saber cómo elegir y mucho menos, cómo terminar las cosas de una manera no dramática.

Entonces, nada... que feo cuando los amigos se quedan en el medio. Para ellos y para nosotros, los que nunca bancamos al gris.

G

miércoles, 30 de julio de 2014

La lógica y la bestia

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Nada peor que odiar algo que no sabés cómo disfrutar.

En fin.

Por lo general, lo primero que la mayoría de la gente siente al enterarse que viejos rencores se equivocan, es placer. Placer al tener la razón o al revuelco en la desgracia de los demás. No porque uno mismo sea una mala persona y le desee el mal a aquellos que, alguna vez, nos traicionaron o abandonaron, sino por cuestiones de revancha o, si prefieren leer una palabra más derecha, por justicia.

Sin embargo, existen "otras" personas, que sienten tristeza.

Yo pregunto, al aire, si así lo preferís...

"¿Recordás el momento en el que deseé que llegaras a realizarte como persona? Bueno, nunca dejé de quererlo."

A no confundir el rencor con la falta de perdón.

El rencor... digamos, es la parte agria del aprecio, donde aprendemos que lo que no tenemos entre manos no sirve, donde una pizca de egoísmo vuelve intolerante un simple nombre. Podrán pasar años y años, pero los rencores envejecen con uno, podría decir que son fieles compañeros, al igual que la soledad. Uno puede continuar con su vida y los rencores actuarán de fondo, en silencio, arrastrando una bolsa de deudas que con el tiempo se vuelven traumas. No es bueno ser rencoroso, porque se basa en el amor que sentimos por el damnificado, pero sí resulta ser el remedio más fuerte contra la decepción.

En la otra esquina, la falta de perdón, una actitud que nada tiene que ver con el corazón y que pertenece a la lógica. Más allá de la personalidad de cada uno, tomamos la decisión de "no perdonar" porque nuestras mentes son conscientes de los fallos personales de cada quien y decide dejar de lado todos los borradores. Mucha gente cree que no perdonar es falta de humanidad, pero las pasiones llevan a los vicios y se roban tu madurez, obligándote a actuar impulsivamente y, al final, a sentir rencor. A veces, no perdonar es mejor, porque cierra las puertas con llave y descarta el regreso de viejos problemas.

Sin embargo, no somos seres mentales, pensamos a conveniencia del corazón.

Volviendo al tema, hay personas que prefieren ver cómo arde Roma, si cada romano los echó de su ciudad; nace así el placer de ver sufrir a quienes nos cagaron la vida (adoro la expresión, aunque sea extrema). Y luego, existen los que se entristecen, porque ven aquellos a quiénes apreciaron alguna vez que hoy aprenden su lección a las piñas. O que una y otra vez se ponen en la cola del siguiente mismo error.

"Arde Roma, que en mi arpa se ha roto una cuerda."

G

viernes, 25 de julio de 2014

Anarquía, una virtud defectuosa

Si existe algo en particular que no se les escape a los sueños, son todas esas quejas que el subconsciente anota diariamente en su libro.

"En el sueño más lejano que tengo presente aún, escribía en éste blog y sobre poesía pensativa. No sabía de qué se trataba, pero tenía que ver con maneras de ser y viejos fantasmas, que nunca se van."

"Recuerdo otro, en el que la veía claramente, a ella, al karma. En escasos sueños logro verla con claridad, ya que el entorno de mi subconsciente la desdibuja con sus manos oníricas, la torna borrosa y adrede, porque es quien luego se queda y ostenta todo tipo de explicaciones. Es quien se hace cargo de mi desorden."

"Y hoy despierto, con un sueño en el regazo mental, fresco como un caramelo de menta, directo y visceral como mi manera de ser. "Karla debe de contar su secreto, el mundo debe saberlo" me dice alguien y otra vez la escritura, ese ser que dejo pasar de vez en cuando y le invito una taza de te; con quien charlamos horas y horas, mientras él escribe en un papel todas esas experiencias que viví en mi cabeza. Al final del día, se marcha, con su carpetita oscura y poética entre sus manos; en su interior, un borrador confuso pero sentimental."

Los sueños, junto al subconsciente, a la escritura y al sentimiento, forman parte de un grupo de "virtudes" mías que no ocupan su lugar de forma correcta.

Veamos.

Cuando me dicen que escribo confuso, oscuro y romántico, primero dejo que me defienda la duda y ése es mi mayor error. Muchas veces, confundimos de lugar las piezas mentales y les cambiamos el rol, permitiendo que los sentimientos elijan y no la lógica, como ejemplo más claro. Con el espíritu vacilante sucede lo mismo: le damos un papel para el que no nació y está destinado al fracaso. En mi caso, no debo defender al arte, más allá de que sea bueno o malo, el arte se defiende en su propio talento, pero... tratándose de cuestiones diarias y de personalidad, defenderse con dudas resulta en un viaje por cámaras de tortura mental y desde un principio, debimos dejar la convicción donde siempre se sintió más cómoda.

Repito: es más sabio dedicarle un rato a la autocrítica que ir por el mundo cabeceando paredes. Nuestro ego permite un número limitado de críticas ajenas, ínfima si la comparamos con la cantidad de años que vivimos y, además, pocas personas tienen tacto para decirlas. Por lo tanto, quedamos y a solas, frente al espejo interior y con el que podemos identificar nuestras equivocaciones, nuestros pasos en falso, nuestros malos impulsos y saber si colocamos alguna pieza en un lugar que no va.

Es en la autocrítica que podemos poner en su lugar esa falsa anarquía interior.

Para el final, estuve pensando dónde deberían de estar mis cuatro desordenadas partes:

- Los sueños no me dejan olvidar, hecho al que aún debo de encontrarle utilidad.
- El subconsciente me proporciona evidencias, nunca se equivoca.
- La escritura es, irónicamente, mi cable a tierra.
- El sentimiento, el origen de mi talento.

G

lunes, 21 de julio de 2014

Poesía pensativa

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Cada vez que pienso en vos, tengo un lugar al que recurrir para escribir sobre tu nombre y jamás recibir respuesta, porque se que éste es el único lugar al que nunca vas a entrar.

Tu mente no lo soportaría.

Y en su defecto, tampoco le interesaría.

En días así, pesa más lo bueno. Por eso es que voy a revisar en los borradores... dame un minuto...

"Hace ya un tiempo largo que me inquieta el ser humano y su manera particular de comportarse hoy en día. Voy a arrancar con una afirmación realista: cada quien debe de sentirse bien consigo mismo antes de estar para los demás. Ésto quiere decir que si nuestras raíces internas se encuentran en mal estado, todo lo que crezca y se siembre para afuera tendrá el mismo resultado. ¿Estamos de acuerdo?"

"Sin embargo, al ser las emociones el monstruo de los impulsos y nuestro cerebro, el juez... tendemos a interpretar nuestras acciones como "la manera de ser" de cada uno y a usar ese término como excusa ante todas las equivocaciones que cometemos. Cuando esos errores generan consecuencias perjudiciales para terceros, solemos ignorar completamente la verdadera razón por la cual no nos importa que el mundo estalle, sino que preferimos escondernos bajo una bandera que enarbola los ideales del egoísmo y el amor propio."

No voy a estirarme mucho más, acabo de leer el borrador y me parece que se sostiene sin ayuda de aprobaciones ajenas. Por eso es que les digo:

No se conformen con lo que nuestra personalidad da, busquen lo que aún tenga para dar. No intenten mirar atrás y encontrar sus huellas, ocúpense por trascender. No se justifiquen entre formalidades, formen consecuencias de las que se sientan orgullosos.

Y por sobre todas las cosas... hagan autocrítica y apliquen las correcciones, que son las únicas dos maneras de realizarse como personas.

En cuanto a las emociones, bueno... déjenlas donde están, actuando como sujetos de prueba.

G

sábado, 19 de julio de 2014

Palabras de diamante

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Hay que adentrarse en ámbitos distintos para recordar las tildes de la naturaleza humana.

Sin embargo, el mayor escollo que el ser humano se pone delante de sí mismo es el de la tozudez. Es como una venda sobre los ojos de la mente, que no te deja ver las variantes que plantea la vida, cada día. Y claro, a la hora de intercambiar opiniones, la resolución se vuelve un imposible y por más que crucemos ideas, que encontremos un punto en común y que la razón de fondo acepte la realidad, llegamos a justificar los razonamientos más inverosímiles.

Atendamos al ejemplo.

Me encuentro en la oficina, revisando mis tarjetas de entrevista. De repente, me doy cuenta que dos de ellas tienen faltas de ortografía, algo que no está permitido dentro de mi escritura, sin excepción alguna. Apunto hacia mi supervisor, un flaco cinco años menor que yo pero que lleva tres en la empresa, mucho más experimentado hablando con la gente... digamos... La razón radica en que él me acompañó a entrevistar esas dos personas y justamente fue quien escribió sobre ellas.

Gabriel: Che, Boedo se escribe sin H, o sea, no "Bohedo".
Supervisor: ¿Posta?
Gabriel: Si. Y encontré varios errores más de ortografía en tus datos, ¿lo sabías?
Supervisor: Claro que si, pero a mi no me importan las letras, me importan los números.

Qué difícil es no poner cara de circunstancia, luego de una respuesta así.

Pasado el rato "intercambio de opiniones" sobre la cultura educativa que cada uno debe recibir y luego, aplicar a quienes vengan después, no veo en mi supervisor un atisbo de aceptación a mis ideas, que no son equívocas porque yo tengo enseñanza universitaria y él no, sino porque la educación en sí te abre la mente al mundo. Las vivencias son la práctica, pero sin previa teoría, no son más que pasos al vacío y con los ojos cerrados.

Ahora, ¿qué tiene de malo ser un gran vendedor y conocer mucho de números sin saber escribir correctamente? Nada, puntos de vista son, qué más da. Sin embargo, la sociedad marca líneas que sirven a un bien mayor.

Va un último ejemplo:

Mi supervisor y yo vamos a una entrevista. Cuando entramos a la casa, nos encontramos con una madre y sus dos hijos, de un añito de edad el más chico y el otro, de seis. El mayor tiene un retraso madurativo, pero está jugando con gran habilidad al Planta VS Zombies. Seis años, la edad en la que vas a primer grado y aprendés a leer, pero también es la edad donde ya sabés hablar. El chico me pide algo y no lo entiendo, parece tener cuatro años menos en vocabulario y le pregunto a la madre si el chico lee. Me contesta que no, pero ella misma admite no saber mucho de algo, dentro de la entrevista, pero que el chico se la pasa jugando a esos jueguitos y mirando dibujos en la televisión.

Muchas veces, la tozudez o "cabeza dura" transita el camino de la ignorancia. El segundo ejemplo da constancia de ello y digo, si no quiero definir una discusión porque es mejor ser culto que ignorante, al menos admitan que leer te enseña a hablar bien.

Bueno, si me contestan que no hace falta hablar bien, pregúntense porqué están leyendo éste blog.

G

lunes, 2 de junio de 2014

Equilibrio y trascendencia

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Últimamente, me está costando mucho abrirme ante las palabras. Pero las reflexiones siempre están, no se van, y largo es el camino que deben recorrer hasta llegar al blog... por lo que prefieren quedarse al costado, en cualquier vereda que ofrezca descanso.

La situación actual me volvió hosco.

Todo lo que sucedió en los últimos años llevó hasta aquí, donde me encuentro hoy: con falta de conexiones, de amigos, de familiares, de mujeres, de trabajo, de futuro, de ganas, de metas, de paciencia, de talen... no, de talento no. El talento nunca se fue. Todo lo que hoy desembocó en la situación hosca en la que me veo, se convierte en brazos de una marea que me lleva lo más lejano de la costa, donde se le de la gana. En medio de todos éstos razonamientos ya condenados, es que me pregunto...

"¿Vale la pena ser diferente?"

Cuando me siento a escribir en el blog, enseguida me asalta la razón: "no seas estúpido, estás equivocando el concepto o, lo que es peor, siendo extremista." Es así, en algún momento de mi vida tomé el significado de "ser distinto" y lo llevé más allá, como un ideal, como una bandera que debía plantar en todo lugar que conquistase o al menos, pretendiese hacerlo. Fue entonces cuando nacieron las críticas internas y externas. Comencé a buscar la perfección, aún sin admitirlo. Y recorrido el largo camino, llegué a encontrarme solo.

Sin ayuda, sin respuestas, sin abrazos.

No me vi más que un grano de arena danzando entre los dedos del huracán.

Hoy, me siento a escribir en blog y pienso... "vale la pena ser diferente". Pero jamás debo... al comprender al mundo que nos rodea y al movimiento que ocasiona su influencia sobre nuestra órbita. A sus consecuencias. Por ende, creo fervientemente que así, llegamos inevitablemente al mismo punto: "en cantidad, es vicio". O extremo, en mi caso. Hay que mantener un equilibrio, saber mezclarse con las masas, mantener la necesidad de sociabilizar y alcanzar un entendimiento del espacio que cada quien merece. Y por sobre todo, mantener fija la idea de que nuestras exigencias internas no son las del resto; cada uno tiene las propias. Hay que exigirse, ser ambicioso, (en la medida justa) pero en la búsqueda de "la elevación" estimativa y significativa de la vida de uno. En otras palabras, "la trascendencia más allá del balance".

Personalmente, me encuentro en un momento de claridad pero... amputado de manos, al fondo del pozo. A veces creo que debo escalar nuevamente sus paredes, aunque pueda caerme, como en las otras cincuenta veces que lo hice. Pero seguir escalando, al fin. Eso sí, hasta ahora, jamás vi a alguien asomarse al borde, para ver quién es el que provoca tanto ruido. Digo, el mundo se encuentra solo en la noche, al final...

Ser diferente es bueno, pero también lo es ser equilibrado.

Hoy, no se cómo terminar el post.

G

domingo, 11 de mayo de 2014

El dolor sentimental

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Anoche desperté con miedo, por primera vez en años. Y hablo de ése miedo que te ataca directo al pecho, que resulta indescriptible pero sabés lo que es. La razón fue estúpida: una pesadilla realista, con todas esas cosas que vemos en noticieros, hoy.

Pasado un rato y en la oscuridad, llegó a mi mente la idea que llevaba tiempo prohibiéndome... el odio profundo que siento hacia la soledad. Como si fuera un niño pero sin llanto, demandé a nadie que me hicieran compañía pero no hubo señal. Los días consecuentes a una separación se transforman en una especie de prueba de fuerza interior, al menos para mi, donde debo recomponer mi ego y volver a ser independiente en sentimientos pero... todo lo que logro y en cuanto a lo último, es poner en segundo plano lo que sienta, mientras la rueda sigue su camino y yo, detrás.

Creo que esa es la cuestión. Somos seres llegados al mundo para socializar, compartir y hasta amar pero, a causa de las grandes diferencias de personalidad con las que nos cruzamos diariamente, esas tres acciones se transforman en fichas de casino, envueltas en incertidumbre e inseguridad. Pocas veces salen las cosas como queremos e incluso, vivimos de improvisados, sin saber a ciencia cierta cuáles son las decisiones correctas. Al final, nos quedan las convicciones y un puñado de ideales a los que seguirle la corriente, esperando que hayan sido correctamente absorbidos.

Esas diferencias de personalidad nos separan o producen choques entre todos. Mejor dicho, nos hacen vivir la vida de a ratos, disfrutando solamente las cosas buenas y odiando las malas, siendo pelotas de goma, de las que al menor roce se disparan en dirección incierta.

Volviendo a la soledad que siente uno al despertarse de una pesadilla, conozco gente que aún duerme con la luz prendida. ¿Por qué será que tememos con la mirada y no con la consciencia? Admito de que nadie merece escapar de sus pesadillas sin encontrarse con alguien al despertar, pero somos seres humanos y no dioses, estamos condicionados a tomar decisiones sobre nuestras vidas con criterio de hormiga y a soñar con anhelos divinos.

Sin embargo, siempre se puede volver a intentar, ¿no? Lástima que la vida es una sola.

G

lunes, 14 de abril de 2014

El impulso de escribir

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Hace tiempo que no me despierto borracho de consciencia.

Aclaremos una cosa: ése término se usa cuando uno se levanta a la mañana y, entre fiacas, se encuentra con ánimos de todo y la mente no encuentra culpas que puedan arruinar nuestros planes.

Y repito, hace tiempo que no me levanto con ése tipo de humor. Será que cuando uno está solo, se enfoca en problemas mucho más ordinarios de los que le ocupan el corazón y, como se está acostumbrado a vivirlos con intensidad, los rutinarios también se convierten en grandes escenarios y luego, en infalibles dramones de la época griega. Eso me lleva a pensar en cuánto uno puede regular su ansiedad y a sus tan complicados impulsos, de esos que arrestan gente sin pruebas o te hacen contar un chiste en la fiesta equivocada. Resulta difícil controlar un impulso, pero aún más difícil la cantidad que uno derrama sobre la consciencia de otros.

Un ejemplo claro resulta ser el de los problemas que traen las empresas de servicios, que con tanta burocracia de por medio y tanta cantidad de clientes, es normal que se les escapen unos cuantos miles de problemas y fallas, de las que perjudican a sus usuarios. Y como no son expertos en solucionar problemas, gran cantidad de gente queda a la deriva, sin solución alguna ni chance de defenderse ante tanta desidia. Cuando tenemos razón, se genera una ansiedad que nos puede más allá de todo entendimiento y por lo general, esa misma ansiedad despierta pasiones que arrastran unas cuantas ideas de imperfección, crítica e inconformismo. La única que importa es la última de todas, porque es la que viene original de fábrica, la que nos impulsa a cometer crímenes vocales y a que perdamos la noción de dónde quedaron los modales.

¿Cuántos platos envenenamos cada día con nuestra impulsiva lengua?

Y resulta toda una ciencia controlar los impulsos pero, en el fondo, se los debe de tratar como al lenguaje: con entrenamiento o, mejor dicho, con doctrina. Cuando no se está acostumbrado a hablar de cierta manera y realmente se desea el cambio, entrena su vocabulario diario para que se acostumbre a hablar de la manera deseada o, al menos, a no decir palabrotas, por ejemplo. Si ésto lleva tiempo, entrenar una emoción es mucho más compleja de consolidar y apenas llevadera, pero soy testigo de que existen los finales mentales felices. Claro que, es sólo una cuestión de tiempo y de sacrificio, que los resultados son a largo plazo y que, al principio, vamos a cometer nuevos crímenes y que serán remarcados con rapidez. Sobretodo, con el tacto de la peor énfasis y de la bruta consciencia.

Nadie dijo que fuera fácil, pero los sacrificios suelen tener un alto grado de desafío.

Ojo, aún recuerdo que los buenos impulsos también existen y que han rendido los mejores momentos de mi vida.

La ansiedad, los impulsos... son común denominador en la sociedad moderna y quiero decirles que no se preocupen en demasía, es un problema colectivo pero que se trata de manera individual. Eso sí, a manera de final, quiero dejar un pensamiento: es mejor invertir el tiempo que usamos para tropezarnos en mirar por dónde caminamos.

G

PD: Queda en cada quién cómo mantener a raya sus defectos, saben bien ustedes que éste blog no te enseña a vivir, sino que desnuda un aspecto de la vida que nos entretiene de más y que te lo deja sobre la mesa, listo para contestar a todas tus preguntas.

jueves, 3 de abril de 2014

Houdini revolcándose en su tumba

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Pasamos tanto tiempo formando opiniones objetivas que nos olvidamos del detalle que marca la diferencia, cuando nos volvemos adultos: la magia. Y me declaro el principal culpable de ello, mi blog sea testigo del sacrilegio.

Lo primero que me di cuenta cuando mis pensamientos se tornaron más responsables (y me encontré caminando entre escombros pero con la frente bien en alto) fue que todos los objetos, todos los seres, todas las ideas y todos los comportamientos, todo... se veían a través de mi mente en su estado más esencial y puro, sin adornos ni mentiras piadosas; como si alguien los hubiera pelado, hervido y servido en un plato de verdades. Toda la luz engañaba sobre las vivencias, sobre aquellas primeras vivencias adolescentes, que desapareció repentinamente y no quedó más que un boceto gris, con sabor a nada y de tacto frío. Si me lo preguntás ahora, te digo abiertamente de que todo dejó de brillar, de ser especial.

La realidad es la más absoluta de las verdades.

Cuando la energía de la adolescencia se encuentra en su apogeo, suele importarnos muy poco el cansancio que se genere en cada maratón de experiencias o las paredes con las que nos choquemos. Más allá de la inconsciencia que padecemos (al menos una vez en la vida), ésta nos permite ir más allá de toda espectativa y lograr que vivamos la vida como realmente se debe: como un círculo o, mejor dicho, como una espiral que empieza tímidamente y se va abriendo aceleradamente hasta perderse en quién sabe dónde. Podríamos decir que nos envuelve con su espíritu aventurero, con sus ansias de descubrir todo lo que nos rodea y que va cosechando por largos años la experiencia suficiente para que, al llegar a la adultez, lo hagamos como seres pulidos, en menor o mayor medida, pero listos para afrontar el resto de nuestras vidas. Todas esas ideas que formamos sobre nuestro entorno son envueltas por el juicio y nos impulsan a conseguir finales felices o buenos momentos, al menos.

Ése mismo positivimo es la "magia", ése mismo punto de vista que logra marcar la diferencia.

Pero cuando uno llega al punto de inflexión, donde se encuentra con la realidad frente a frente y ésta debe rendirle cuentas detalladas, sobre todas las consecuencias que de ignorante uno no supo predecir o no entender de primera mano... En ése mismo instante, la brecha entre la felicidad y el fondo del pozo es tenue. Y nada puede evitar que cambiemos seriamente de idea sobre la veracidad de la magia y de sus pequeños detalles, del ser diferente y demás etcéteras. Claro que todo es un proceso pero, tomemos un ejemplo tonto: he visto cómo personas dispuestas a enamorarse y a cuidar de sus parejas se transforman en seres dubitativos que toman la vida de los demás como un campo de pruebas o un rato con el que se pueda pasar. Yo mismo veo con más claridad el lado oscuro de cada quién y valoro aún más que antes cuando alguien procede con lealtad, verdad y corazón, pero soy consciente de la escasez de los mismos. El mundo suele verse más caótico cuando a uno le va mal y camina en la adultez pero el detalle más significante es que nos todo eso nos condiciona y nos obliga a tomar la rutina como una vía indispensable "anti" problemas, como un camino seguro a transitar si las cosas se salen de esquema.

Y dentro de ésa misma rutina no existe la magia.

O casi que no.

¿Magia? ¿Eso de esperar a que alguien tenga una actitud desinteresada por uno? ¿Que alguno de nuestros grandes deseos se vuelvan reales? ¿Que cambiemos un inminente gran error por un pensamiento frío y acertado? ¿Que encontremos el amor verdadero y leal? ¿Que no nos hagan perder el tiempo? ¿Que la racha de buenas cosas dure lo que tenga que durar? ¿Que siempre tengas a alguien que te ofrezca una mano cuando estés sentado de culo en el fondo del pozo? ¿Que por una buena vez en la vida no piensen mal de vos al verte, que no te prejuzguen? ¿Que tus amigos estén siempre ahí o que tu familia ya no pelee?

Podría seguir...

A veces, parece que todo lo que podemos hacer es vivir mientras cultivamos un mínimo de positivismo hacia el futuro, sin apostar esperanzas en grande, solamente lo justo y necesario. Sin embargo creo que, como todo proceso, la falta de creencia no es más que otra perilla con la que ajustamos el uso indebido de ésa misma esperanza, que no debemos tirarnos hacia el otro extremo, que la balanza mental se vuelva equilibrada y el momento de ser adultos se convierta en el ideal al que todos aspiramos alguna vez: como el momento más sabio de nuestras vidas. Para eso mismo está el adulto, para demostrar que vivió y que es su momento de transmitir lo que aprendió, hacia otros y HACIA ÉL MISMO. Con respecto a los demás, se lo difícil que es creer en las buenas actitudes de primera mano pero uno debe verse por dentro y recordar que todos somos seres de una misma especie, en esencia, pero que cada mente guarda infinitos actos de magia, dispuestos a ser mostrados al público. Puede que nuestros alcances no sean siempre los adolescentes pero con el ojo acertado podemos cambiar la vida de alguien más de manera única en un sólo segundo y eso...

... creo que sería maravilloso.

El dejar huella.

La "magia" desaparece cuando nos volvemos adultos, pero nunca se va del todo. Es opacada por la realidad y la falta de sueños reales. Pero ustedes y yo sabemos bien está ahí, siempre y que sin ella, nunca creeremos en que las cosas buenas pasen, ni que por sí solos podamos marcar la diferencia.

Sobre una sola persona o sobre el mundo, según lo flexible que sea tu perilla.

G

sábado, 22 de marzo de 2014

Amor "sobjetivo"

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Mi experiencia personal va a servir hoy para explayarme sobre un tema que continúa al anterior, "El sol y la edad". Por eso quiero comentar de antemano que voy a comenzar transitando el camino de manera subjetiva y procuraré llegar al final con una reflexión bien objetiva.

Espero lograrlo.

El amor hacia una persona del sexo opuesto siempre será uno de mis deportes favoritos o, mejor dicho, mi primer elección de vida a la hora de salir del iglú. Sin embargo, mi experiencia sobre amoríos se define en dos etapas: la de pareja full time o la del completo aislamiento. Y es justamente desde la soledad que desarrollo un gran carácter de observador para luego, definir el de pensador, que en conjunto me permitan formar un patrón de comportamiento sobre las personas, ordenar mis ideas, enfriar los sentimientos y hasta esquivar desquiciadas que destilen un aura de ruina masculina a sus alrededores. Desde mi paraje solitario de juegos y escritos es que puedo extinguir lo que aún arde del pasado, contar lo que sucedió a quienes pregunten pero sin dar respuestas contradictorias ni sentir que las viejas heridas amenacen con abrirse nuevamente ante la más mínima mención de la responsable original.

Una de las mayores heridas que el amor deja, SIEMPRE, es la del orgullo malherido. Rápidamente el ego comienza a echar en cara todas las teorías de conspiración que hilvanó descubriendo los defectos de el/la susodicho/a y que al fin resultaron ser ciertas. La autoestima lame el piso, se cargan dudas inquietantes sobre cada decisión que se deba tomar, se siente un frío insoportable cada vez que se da un paso a solas en mundo exterior, una soledad que duele...

¿UNA SOLEDAD QUE DUELE?

Pero... PERO... ¿la soledad no era el rincón nuestro de cada día?

Claro que el amor puede lograr eso y mucho más: puede sanar la fe perdida y hasta mover montañas, pero también puede hacer que te olvides de tus amigos y que pierdas la dignidad, que no encuentres la fe en vos mismo ni en los demás, que te encierres a oscuras y te creas que el peor enemigo es uno mismo. Te hace pensar una y otra vez en las cosas más inverosímiles y sí, logra sacar tus peores miedos... tu ansiedad, tu envidia, tu manera de ser creída y fanfarrona (el más ridículo de los escudos)... y demás etcéteras traumatizantes.

El amor te vuelve débil.

La verdadera manera de decirlo es que las personas son las que no saben cómo amar, lo cual es cierto: el amor representa una responsabilidad demasiado grande como para que la experimente cualquier persona al azar y hasta es susceptible a la manera de ser de cada uno. Si bien en el fondo es un sentimiento puro, todas sus capas son maleables y se adaptan a cualquier situación, mejor aún a las malas... donde una pareja golpea, abandona, traiciona, es infiel, maltrata. Como dije, una responsabilidad tan grande en las manos equivocadas puede ser malinterpretada o puesta en segundo lugar cuando primero se fije al EGOísmo y así, terminar influyendo para mal a quien tengamos enfrente: tal vez a una persona distinta, de las que siempre marcan la diferencia sobre actitudes comunes.

Aún peor... que ésta se vuelva un ser débil o termine pensando que el amor lo vuelve así.

La ojbetiva conclusión a la que llego habla sobre lo poco preparados para amar que estamos, de lo corta que es nuestra cabeza como para manejar ése sentimiento de manera responsable, de lo vulnerables que somos a su influencia, de su impresionante capacidad para inhibir nuestras virtudes, del impresionante show que monta con nuestros defectos y de la innegable adicción que provoca. Claro que, no existe emoción humana más pura ni reflejo de las mejores experiencias de nuestras vidas, de sus más intensos momentos pero... es bien responsable de nuestros más grandes fracasos emocionales.

Y mentales.

G

PD: escasas veces he visto hablar de los defectos del amor de manera objetiva, por eso es que no termino éste post con un mensaje positivo. Tal vez deba instar a los que se sientan muy afectados a que miren el tópico desde afuera y no se involucren con la sensación en sí. Recuerden, es solamente un punto de vista, nada más.

jueves, 20 de marzo de 2014

El sol y la edad

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"Estamos solos desde el día que nacemos".

Creo haber escuchado esa frase un sinfín de veces.

Y ése es solamente el comienzo.

La soledad es el lugar al que siempre recurrimos cuando el mundo nos satura con sus caprichos o cuando a los nuestros propios se les antoja no soportar más actitudes mundanas. Es bien cierto de que somos seres solitarios pero que necesitamos de la sociabilidad y el intercambio de sentimientos pero, en el fondo y en esencia, somos seres egoístas. Es por eso que el bienestar propio se genera en la soledad de nuestros pensamientos y cuando no tenemos siquiera una voz que nos influya. Donde ni el silencio se escucha.

A veces, cuesta mucho diferenciar a la soledad del egoísmo.

Es la pura verdad. Al estar solos, con la falta de mundo se revelan ciertas ideas: que no hay influencias externas ni voces que nos distraigan del propósito, que no hay luces ni más deseos que los propios. La cuestión es que en soledad podemos mirarnos al espejo y vernos por completo, al desnudo, sin trampas ni trucos. Es el espíritu solitario quien verdaderamente nos conoce y nos concede todos nuestros caprichos, quien siempre nos dice que sí o nos escupe en la cara la verdad que estamos buscando. Hay claridad... y aristas en abundancia, hay verdades y defectos que no admitimos frente a las cámaras...

Pero... PEEEEERO...

El "todo" nunca será tal, sino que siempre le faltará la mitad. Por eso mismo, estar a solas puede volvernos seres oscuros, sombras de uno mismo. Una de las debilidades mayores que la ausencia de mundo nos provee es la del "sobrepensamiento" o, dicho en palabras simples, "el pensar de más", lo cual nos lleva a evaluar de más las situaciones, a contemplar puntos de vista inherentes al asunto, a sacar conclusiones de una mente en proceso de descomposición, a desarrollar una rama de debilidades mentales propias de la paranoia y del inconformismo, tal vez. Porque eso mismo nos pasa: cuando la mente alcanza la madurez, todo el tiempo que perdemos admirando y repensando sobre el color de ésa idea blanca se va deteriorando, hasta el punto de que no sirva más y debamos tirarla. Claro que... en la mayoría de los casos tratamos de solucionar cuestiones con una idea ya podrida.

Además, la soledad carece de las necesidades y de los sentimientos banales de los que somos adictos, que solamente se consiguen estando entre amigos, familia, parejas o simples compañeros de trabajo. Es una realidad, no podemos estar a solas durante mucho tiempo porque tememos que el mundo se olvide de nosotros o que todas esas adquisiciones sentimentales puedan desaparecer.

Hasta en eso somos egoístas.

La soledad siempre va a estar para nosotros, siempre nos va a recibir con los brazos abiertos y nos va a dejar frente a frente con nuestro SUPER YO. Pero no debemos pedirle más que eso, contemplar el vacío propio es cosa de un rato nomás, cuestión de concentrar los puntos de vista en un sólo estado frío y luego volver fresco al mundo, listo para equilibrar su costado imperfecto en la balanza.

G

PD: Contrariamente a lo repetitivo que soy con respecto al egoísmo, quiero recalcar ciertas visiones que tengo sobre el comportamiento de la gente en general (me incluyo) para que todo punto de vista que redacto sea considerado y sacar así cada quién sus propias conclusiones. Muchas veces escribo sobre mis ideas y siento de que no estoy implantando mis propios pensamientos pero eso es bueno, ya que procuro en éste blog abordar temas con la mayor objetividad posible.

PD2: Gracias por leer.

domingo, 9 de marzo de 2014

Para oídos sordos

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Nunca seguimos los consejos, siempre hacemos lo que queremos. Y por eso sufrimos, por dejarnos llevar sobre caprichos, pesadillas, ansiedades y superficialidades. Por eso vivimos vidas mediocres, porque el poder de la decisión es una responsabilidad que no sabemos llevar. Y porque somos egoístas, manejamos nuestros propios tiempos, no damos una pizca de favor si primero pensamos en lo que nos va a faltar.

Ni siquiera admitimos que la falta de importancia sobre una persona o su asunto proviene de la asunción del "ya no nos gusta como es" o "ya me cansó".

Nos enseñamos entre todos que primero está uno mismo y luego, el resto, cuando todos estamos primero, a la vez, al mismo tiempo, a la par.

Porque somos humanos.

A veces, quienes me conocen me llaman "negativo" y tienen razón. Deberían pensar inmediatamente después sobre el origen de dicho comportamiento y evaluar los hechos acontecidos, procurando entender mis ideas y abriéndose la mente.

Así, tal vez, podamos encontrar juntos una solución ante tanto estancamiento.

G

PD: cada quien tiene sus propios enriedos pero, eso no significa que no podamos aplicar ése último concepto. Y no solamente para el que escribe.

lunes, 24 de febrero de 2014

Pañales tamaño mental

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Toda ésta noticia sobre Ellen Page confesando su homosexualismo me hace creer que ella no lo hubiera sido si yo hubiese estado dentro del closet, con ella.

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Hablando de lo serio, lo que realmente me dejó pensando, es en el hecho de que necesite decírselo al mundo entero. Puede que sea por la simple idea de respetar a sus fans o porque deban saber lo que ella quiera inspirar con su carrera o con su imagen, pero me resulta contradictorio que diga "es un peso que me saqué de encima". O sea, sí, necesitaba decírselo a los demás.

No vamos a negar que la homosexualidad, así como el nazismo o el sexo (en varios aspectos) son temas tabú para gran parte de la sociedad. Sin embargo, creo que el mayor tema tabú por éstos días es "la aprobación". ¿Por qué? Pónganse a pensar...

Cuando hablamos en singular, cuando hablamos de uno mismo y del propósito que cumplimos en la vida en general, resulta inevitable pensar en imaginar ser la mejor persona, en poder superar todos los obstáculos, en lograr alcanzar todas las metas, en llegar a sentirse orgulloso de uno mismo... etc etc. En ser mejor, eso. La cuestión se materializa cuando nos damos cuenta de que no solamente necesitamos de la aprobación del Super Yo que habita en nuestro interior, sino en la de otros... ajenos al sistema de tiranía propia. Cuando eso sucede, es pura inconsciencia lo que nos lleva a querer impresionar, como cuando nos peinamos de una manera popular o llamativa, cuando usamos una camisa en nombre del ego o un escote apellidado "Simpática", entre tantos otros ejemplos.

"Es un peso que me saqué de encima."

No existe manera de que, bien en el fondo, querramos vivir solos. Por consecuencia, vamos a interrelacionarnos con los demás seres vivos que habiten nuestro ecosistema. Vamos a transitar pasillos angostos y llenos de aparadores con jarrones encima, vamos a perder a Leonardo Dicaprio en el medio de un mar helado y a conocer otro tipos de perfección, una y otra vez. Vamos a olvidarnos de que una paloma nos redecoró el hombro izquierdo, vamos a torturarnos con experiencias que ya quedaron en el pasado pero que con el hilo de Ariadne vamos a tener siempre presentes. Vamos a tapar el sol con un dedo y el mismo sol va a tapar con más facilidad los nueve restantes. Vamos a soñar con cosas imposibles y nos vamos a levantar con una sonrisa en el alma, mañana.

Les aseguro gente que le vamos a cambiar los pañales a la mente durante toda la vida.

A veces, sentirse aprobado por los demás nos levanta la moral, nos ven, no somos un pedazo de aire que se exhala y se expele al olvido. He vivido situaciones en las que otras personas me han contado cuestiones absurdas o ridículas para el caso y que obtuvieron como respuesta un "no hace falta que me cuentes, si a vos te gusta, me alegro por vos", porque es así, ocupamos más tiempo en proyectar la seguridad en los ajenos que explotarla para bien desde nuestros adentros.

Como Ellen Page, que más allá de que sus fans deban saberlo, que VOS lo digas y a su vez, NO quieras que los demás te juzguen, es lo de menos. Lo importante es que te sientas a gusto con lo que sos, que compartas lo que creas justo y que de una buena vez le saques el chupete a tu cabeza.

G

viernes, 14 de febrero de 2014

Sacrificios y pérdidas

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Cuando festejes éste día, acordate antes de todas las cosas que dejaste atrás, todas aquellas decisiones que tomaste en bien de una apuesta y que luego fallaron. Acordate "de las vidas que salvaste" y que luego, terminaron cayendo ante el destino y su dedo gillotina, desperdiciando tus buenas intenciones. Cuando festejes éste día, no te olvides del porqué estás donde estás, porqué siempre obtenés lo que merecés, porqué hay libertades que te atan, sí... que te atan. Acordate de que todos los caminos llevan a Roma, de que muchos festejan éste día porque no quieren quedarse solos y que otros se quejan, pero no salen a cubrir ése hueco.

A veces, mirás atrás y te das cuenta de que los errores fueron detalles menores, sobretodo si sos una persona que apuesta aún en los malos momentos, porque los cambios bruscos desestabilizan la personalidad, porque esos mismos errores son los que te enseñan a mejorar las cosas. Claro que, a uno le lleva tiempo el darse cuenta de cómo son las cosas dentro de una relación cuando todo marcha para atrás; ser protagonista te quita visión objetiva y te baja el nivel de los pensamientos al de una nuez. Pero, por regla general, se empieza por errores estúpidos, en la mayoría de los casos.

No en todos.

El problema es, piensen bien, cuando uno se encuentra haciendo las cosas de manera correcta y poco a poco se va influenciando con ciertas actitudes "irresponsables" por parte de su pareja. Es un amor, nos tiene recontra enamorados, tiene tremendas gomas, nos escucha, el primer año es el año maravilloso de Walt Disney, nos sigue en todo lo que hacemos y todo eso, perooo... Por subjetividad, nos encontramos firmando ciegamente por un tremendo paquete que incluye un error irreparable y que nos entierra hasta el suelo de problemas. Esa misma influencia está conformada por irresponsabilidad e inmadurez, con una dosis fuerte de irrealidad y otra de falsa influencia, de fondo. Vean, existen personas que no tienen un plan de vida "creíble" para sus cabezas, sino creíble para las palabras que salen de sus bocas. Por añadidura, sus egos tienden a ser de papel, careciendo de toda la fortaleza que uno mismo siente al encarar cuestiones que requieran autoestima. Y justamente eso es lo que les lleva a vivir una vida común, sin sobresaltos, una vida de conformismo. Pero eso no es todo...

Una vez afectados por el "virus", es cuestión de tiempo nomás: comenzamos a experimentar una especie de "debilidad" sobre las decisiones o las metas, en general.

Cuando el ego no es suficiente o es del tamaño de la nuez, las personas que tienden a ser así desarrollan una habilidad "absorbente", hacia sus parejas. Es así como con el tiempo, absorben parte de la autoestima ajena o proyectan sus propias metas en otras personas, sus puramente imaginadas actitudes fuertes, la escasa buena suerte, etc. Y se torna más escalofriante cuando nosotros mismos empezamos a descender en la escala evolutiva pero a nivel mental; cuando dejamos metas de lado y aprendemos a vivir del costumbrismo, cuando nos aplastamos y nos conformamos con lo poco que tenemos, cuando empieza a sobrarnos el tiempo para pensar las cosas ciento cincuenta veces y destinamos todos esos resultados en reclamar sobre cuestiones que en realidad no necesitan de un berrinche, sino de una solución. No solamente vas a estancarte, sino que vas a empezar a sentir de que te pierden el respeto.

Horrible, ¿no?

Gabriel subjetivo: les digo, viéndolo desde el futuro presente en el que vivo, donde mi mente es clara y se siente cuerda, mirar hacia atrás y recordar que alguna vez me tocó formar parte de una elite de muertos vivientes... me sigue arrancando el suspiro del superviviente sobre el bote que lo rescató de la isla, mientras mira hacia ella con resentimiento y atracción, a la vez...

No resulta fácil hablar de éste tema sin mantener una línea que me separe de la experiencia personal. Pero quiero hacerlo de todas maneras y recordar que, en éste día de los enamorados, quedaron personas atrás que aún hoy en día todos recordamos y deseamos haber no perdido pero que, más que nada merecen entender la siguiente frase, antes de perdir perdón a la soledad que nos ataca cuando lo banal resucita:

"Los sacrificios se elijen, las pérdidas no."

Fino.

G

PD: Vos sabés mucho de pérdidas, pero nada de sacrificios.

jueves, 23 de enero de 2014

Trilogía (parte 3)

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Acto 3: Distancia

¿Que si un cumpleaños tiene todo el significado? Claro que si, la autoestima pide constantemente alimento, nos gusta sentirnos cerca de otros y que esos otros nos adulen por un día entero.

Algo así.

Pero... ¿qué pasa cuando terremotos y maremotos arrasan con algunas personas que habitan en tu isla?

Es costumbre que las discusiones no tengan horario y que ni saluden al llegar. Por lo general, la gente toma los conflictos como algo pasajero, algo casual, algo que hierve la sangre pero por corto tiempo. Para esos casos, resulta fácil ponerse una careta y salir al mundo riéndose de los chistes más estúpidos jamás contados.

Como término medio, mencionemos al individuo que no se aferra a las malas experiencias y que suele ver el lado bueno de la gente; por ende, la bronca no les dura mucho y terminan por charlar las diferencias, mano a mano. Esas personas suelen gozar de "entendimiento".

Finalmente, existen los rencorosos y, en paralelo, "los cansados". En el primer caso, los poseídos por ésa emoción tan fuerte y, material de las corazas más fuertes, se desvían con facilidad hacia dos extremos: por un lado, el odio y por el otro, la indiferencia. Y duran... claro que duran. Podemos decir que son bacterias que no dejan sanar las heridas más graves y que perduran por largo tiempo. Los rencorosos viven perdiendo gente y, a veces, manteniendo una mentalidad a prueba de perdones.

Sobre los cansados, solamente puedo decir que perdieron la paciencia hacia el ser humano en general y tienden a no tolerar los errores mínimos siquiera.

Cada manera de tomar las peleas entre sociales tiene sus ventajas. Pero también su contra: el careta suele perder el respeto y hasta la dignidad, con tal de perdonar; el buen entendedor suele acumular energía negativa con el paso del tiempo, que finalmente estalla en el momento menos apropiado; el rencoroso, como dije, se aliena de los demás; el cansado, se aleja casi en su totalidad del entendimiento.

Dicho todo ésto, volvemos a lo del cumpleaños. Digo "cumpleaños" porque me toca vivirlo en éste momento, pero el concepto se aplica sobre cualquier fecha especial. Particularmente, estoy experimentando una distancia autoimpuesta sobre otros y que no esperé vivir justamente al cierre de la trilogía. Todo por un puñado de impulsos y ansiedades que no debieron haber existido en ciertas circunstancias.

Y no señalo con el dedo, prefiero generalizar, porque también cometí mis errores y me hago cargo de ellos. Pero no quiero recibir más peso sobre el lado de la balanza que se opone al del "control", en mi.

Una lástima, considerando que en mi cumpleaños recibí saludos importantes pero que también, sentí la ausencia de otros, igual de importantes.

G

PD: si tuviera que clasificarme, podría decir que hoy me siento cansado.

lunes, 20 de enero de 2014

Adictos al costumbrismo

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La soledad puede empujarnos más allá de los límites rutinarios.

Pero, principalmente, nos mete de lleno en un estado de sumisión estimativa. ¿Significado? El simple hecho de no querer estar solos nos convierte en sedientos que manotean con sus lenguas al aire, procurando hallar cualquier gota de lluvia que les moje la garganta; la gente tiende a sacrificar infinidad de virtudes en pos de la compañía: lo hacemos con el enemigo, con una ex pareja conflictiva, con un drogadicto, con un careta y con tantos ejemplos más de misma índole. La necesidad de roce o de una voz que nos diga por un instante que no estamos equivocados nos vuelven retardados, terminamos por perder el escaso derecho a tranquilidad que tenemos o a defender nuestra frágil dignidad.

Sabemos lo difícil que resulta y me uso de ejemplo, con mis últimos ocho años de vida (para quienes me conocen).

La principal causa es el acostumbramiento, que nos lleva a sentir una comodidad tóxica y que culmina con la rotura de la propia autoestima: las relaciones se construyen a base de buenas intenciones y actitudes carentes de interés pero, llegado al punto donde la interrelación se vuelve conflictiva, mantenemos el vínculo porque nos resulta fácil socializar con una persona a la que estamos acostumbrados, ya sea por coincidir en los temas, gustos o apetitos...

... que luego derivan en una comodidad ventajera, una elección completamente arbitraria...

... y que finalmente mutan en incertidumbres, la pérdida total de la fe en uno mismo.

Nos volvemos sombras.

Sin embargo, voy a instar a que no seamos hipócritas. La verdadera razón por la cual llegamos a sacrificar tanto por tan poco es por conveniencia. Somos convenientes por naturaleza. Maximizar las ganancias minimizando las pérdidas. Peeeero... no se olviden que de una manera u otra siempre llegamos a la encrucijada entre egoísmos y grandes amores... Puedo asegurarles, que el primero lleva la delantera y con siglos de ventaja.

Sí, existe un remedio para todo y, para éste caso, es el de la desintoxicación. Si sos una de esas personas que por sentir el filoso escalofrío de la soledad tiende a recaer en su emocional adicción, lo más conveniente es desintoxicarte. Prohibirte todo aquello que te vuelve adicto y te autodestruye, no importando cuánto te cueste. Duele y mucho, no te voy a mentir, el camino es largo, triste y tedioso. Pero te aseguro que un buen día, te vas a levantar, te vas a desperezar y rápidamente vas a sentir con qué facilidad podés dar nuevamente un paso sin tener ése vacío entre la mente y el corazón.

Quién sabe, hasta escribas en un blog.

G

martes, 14 de enero de 2014

Sabia envidia

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Existen momentos de envidia, donde admirás con recelo la suerte de quienes no te pertenecen y empieza la edad oscura, el único momento del día en el que tu cuerpo entero se arruga en amargura y desata huracanes invisibles de egoísmo.

Cuidado... tener un poco de envidia es bueno.

Envidiar la suerte de otros puede convertirse a criterio en metas alcanzables a cierto plazo, si respiramos en el momento justo. Un carácter contemplativo sobre nuestras falencias y la merecida comparación con las virtudes ajenas puede aportar una clara visión de lo que queremos alcanzar. Con ésto no quiero decir que debemos tener lo que el otro tiene, sino que tomemos ése ejemplo y lo mutemos en una consecuencia acorde a nuestras propias decisiones.

Sin embargo... cuando uno observa a los demás desde el pozo, duele diez veces más el observar a quienes les va bien o "muestran" que la suerte les sonríe. Y toda ésa parafernalia ajena nos toca el autoestima, las dudas existenciales, el escaso paladar que nos queda por los sobrantes, reabre las heridas y hasta susurra filosamente en el oído de la cordura. Envidiar el buen estado ajeno nos vuelve humanos y es un pecado inevitable. Tarde o temprano lo experimentamos.

Mis posteos siempre se dirigen hacia el mismo lugar: el entendimiento de uno mismo y, posteriormente, la búsqueda del equilibrio interno. Y bajo ésa misma premisa termino éste post, recordando todos esos momentos en los que odié cada foto sonriente, cada mensaje portador de barullos, cada deseo de buena suerte, cada abrazo que no llevó mi nombre... Todo aquello que perteneció a cada persona que influencié y que quise intensamente pero que, al final, me enseñó que el valor de una emoción negativa reside en el instante que te enseña algo, lo que sea. Y que, finalmente, se convierte en un gramo más de experiencia sobre la parte virtuosa de la balanza.

G

lunes, 13 de enero de 2014

Talle 69

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Hay gente que considera erróneo mantener moldes, generar rejillas por donde transitan las normas, donde no deben desviarse un milímetro siquiera.

Ahora, si no te gusta seguir las reglas o tradiciones que te inculca la sociedad, ¿eso significa que no poseas códigos?

Concretamente, hablemos de las amistades que se vuelven débiles a la carne: amigovios, amigarches, amistades con derechos, como prefieras llamarle. Tema complicado, ¿no? Más que nada porque, por regla general, resulta difícil controlar los instintos, las ganas y el amor en sí. Sin embargo, no me falta tiempo para desglosarlo en partes contemplativas para todos. Veamos...

Como dije recién, a uno lo pueden ciertas cosas y en ciertos casos, no se puede elegir hacia dónde apuntamos con el cuerpo. Pero una amistad... Una amistad se torna, de manera objetiva, en un punto de vista alejado de lo subjetivo (valga la redundancia), una persona a la que podemos recurrir cuando las papas queman en el frente de batalla o, simplemente, con la que compartir buenos momentos sin tener que repartir entre muchos el grado de sociabilidad que poseemos. Se trata de una amistad igual de fuerte que la relación de pareja pero vivido desde otro ángulo: el de la coherencia. Resulta más fácil relacionarse con personas del mismo género, pero en cuanto a las del sexo opuesto, no seamos hipócritas... algo tienen como para que nos llame la atención. Claro que, se forman de entrada los prejuicios y los miedos, todo eso que nos permite mantener cierta distancia, tal vez recorriendo los límites mismos del histeriqueo pero sin final confuso.

No obstante, existe una opinión dividida al respecto y resulta, en la mayoría de los casos, vía libre para avasallar ésa pared e ir más allá de lo previsible: el derecho a roce. Cuando uno decide tener algo físico o insanamente sentimental hacia la amistad, ése respeto que uno posee hacia la sociabilidad objetiva se rompe y se llega a un intercambio peligroso... No voy a negar que se alcanzan estados extraordinarios, tanto momentáneos como extensos, el guiño confesor hacia un/a amigo/a se transforma en contacto y todos aquellos costados que disfrutamos durante determinado tiempo se dan por terminados. Y yo me pregunto... ¿valen la pena?

En palabras ajenas, he llegado a escuchar de que la amistad se vuelve más completa o que para eso existen. También que no existió una persona que lo/la entendiese más, que simplemente "se dio", que fue de común acuerdo, que los planetas se alinearon, que siempre estuvo ahí y no dieron cuenta... A ver, uno por uno:

- ¿Completar? Dos por uno, negocio.
- ¿Para eso están? Quisiera que la mente abierta fuera para la objetividad y no la conveniencia.
- ¿Entendimiento? No se qué tendrá que ver con lo físico.
- ¿Se dio? Por algún motivo tenemos que empezar.
- ¿Ambos de acuerdo? Paja.
- ¿Planetas? Cuidado, la delgada línea roja.
- ¿Se dieron cuenta recién? Pero ya invertiste tiempo en ser...

Seguro me olvido de alguna otra razón, pero bueh.

Aclaro... si quiero plantear algo extremista, puedo mencionar de entrada los casos en que mismos familiares cometieron incesto pero no, que se entienda la idea. Los moldes existen para brindar un balance en nuestras vidas y, más allá de los ideales, las maneras de ver la vida, de vivirla en sí, de restarle importancia a ciertos hechos, de elegir a conveniencia... debemos tomar consciencia del papel que cumple cada persona sobre uno/a mismo/a. Cada quien debe mirarse dentro de su interior y terminar por conocerse, antes de apostar por ganancias basadas en cimientos de seda, porque cada quien puede construir sus sentimientos y sin destruir los previamente creados.

Eso mismo creo, que al final se destruyen los viejos sentimientos. Y no siempre se crean nuevos que prosperan.

Ni hablar de las consecuencias.

Es mi humilde opinión al respecto. Y más profundamente, pienso que éste mundo está lleno de gente que se da la mano, se desata y sigue su camino, sin mirar atrás.

G

viernes, 10 de enero de 2014

La importancia de la crítica a terceros

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Cómo hablar de alguien en su ausencia sin sentirse uno culpable o un cobarde.

Antes de eso, quiero recordarle a quien escribe que, por lo general, leen sus escritos personas que piensan. Jamás que intente razonar con aquellos que primero actúan y esperan luego a la buena suerte, si se equivocan. De ahí proviene una de mis frases favoritas: "no le pidas peras al olmo". Es así. Siempre van a meditar sobre algo que está fuera del alcance de sus neuronas o más allá de sus egoísmos.

Decía...

Existen personas que tienen consciencia y que prefieren guardarse lo que opinan, en vez de "sacarle el cuero" a quien no está presente. También tenés a los que hablan y les pesa la consciencia después o los que simplemente, pelan gallinas sin control. Claro que no faltan quienes te digan las cosas de frente pero, en la mayoría de los casos, suelen criticar de fondo cuando no están y se justifican diciendo que lo mismo que se dice por detrás, se dice de frente.

Lo hice muchas veces.

Pero ir de frente no te da el derecho a criticar indiscriminadamente, así como el respeto no se gana con la edad.

La cuestión recae en la crítica necesaria que, por ser humanos, gastamos día a día, ya sea por el corazón roto que nos dejó un/una ex, lo mal que resulta el mezclar negocios con familia, la diferencia de opiniones con tu amigo, lo poco que paga tu jefe, la errónea idea que formás de alguien pero basada en comentarios ajenos... Todo eso forma parte de la vida cotidiana de uno y si no expresáramos diariamente todo eso, nos volveríamos potenciales agujeros negros.

No podemos convivir entre nosotros si no marcamos terreno en cada diferencia, donde opinar o criticar es un objetivo que durante cientos de años tomó referencias de la vida de otros. No podemos ser mejores si no nos comparamos con los estándares de vida que alcanzaron otros o los ideales que absorbimos gracias a quienes los experimentaron y formaron antes. Podés hablar de los demás si es lo que te sale de la cabeza, pero claro... según lo que digas, el nivel de consecuencia será mayor o menor.

Criticar a alguien no es malo; después de todo, está en la naturaleza del ser humano el sociabilizar y mezclarse con los de su propia especie. Pero, como dije antes... medir las consecuencias es acto de sabios, así como es de responsables no esconder la mano ni justificar con excusas lo que merece una disculpa.

Hablar de los demás no te condena, sino que marca una línea sobre la comparación de los diversos puntos de vista.

Y bueh... No se olviden de que existen también quienes practican para cuando les toque ser parte del dúo de viejas que barren la vereda...

G