jueves, 20 de marzo de 2014

El sol y la edad

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"Estamos solos desde el día que nacemos".

Creo haber escuchado esa frase un sinfín de veces.

Y ése es solamente el comienzo.

La soledad es el lugar al que siempre recurrimos cuando el mundo nos satura con sus caprichos o cuando a los nuestros propios se les antoja no soportar más actitudes mundanas. Es bien cierto de que somos seres solitarios pero que necesitamos de la sociabilidad y el intercambio de sentimientos pero, en el fondo y en esencia, somos seres egoístas. Es por eso que el bienestar propio se genera en la soledad de nuestros pensamientos y cuando no tenemos siquiera una voz que nos influya. Donde ni el silencio se escucha.

A veces, cuesta mucho diferenciar a la soledad del egoísmo.

Es la pura verdad. Al estar solos, con la falta de mundo se revelan ciertas ideas: que no hay influencias externas ni voces que nos distraigan del propósito, que no hay luces ni más deseos que los propios. La cuestión es que en soledad podemos mirarnos al espejo y vernos por completo, al desnudo, sin trampas ni trucos. Es el espíritu solitario quien verdaderamente nos conoce y nos concede todos nuestros caprichos, quien siempre nos dice que sí o nos escupe en la cara la verdad que estamos buscando. Hay claridad... y aristas en abundancia, hay verdades y defectos que no admitimos frente a las cámaras...

Pero... PEEEEERO...

El "todo" nunca será tal, sino que siempre le faltará la mitad. Por eso mismo, estar a solas puede volvernos seres oscuros, sombras de uno mismo. Una de las debilidades mayores que la ausencia de mundo nos provee es la del "sobrepensamiento" o, dicho en palabras simples, "el pensar de más", lo cual nos lleva a evaluar de más las situaciones, a contemplar puntos de vista inherentes al asunto, a sacar conclusiones de una mente en proceso de descomposición, a desarrollar una rama de debilidades mentales propias de la paranoia y del inconformismo, tal vez. Porque eso mismo nos pasa: cuando la mente alcanza la madurez, todo el tiempo que perdemos admirando y repensando sobre el color de ésa idea blanca se va deteriorando, hasta el punto de que no sirva más y debamos tirarla. Claro que... en la mayoría de los casos tratamos de solucionar cuestiones con una idea ya podrida.

Además, la soledad carece de las necesidades y de los sentimientos banales de los que somos adictos, que solamente se consiguen estando entre amigos, familia, parejas o simples compañeros de trabajo. Es una realidad, no podemos estar a solas durante mucho tiempo porque tememos que el mundo se olvide de nosotros o que todas esas adquisiciones sentimentales puedan desaparecer.

Hasta en eso somos egoístas.

La soledad siempre va a estar para nosotros, siempre nos va a recibir con los brazos abiertos y nos va a dejar frente a frente con nuestro SUPER YO. Pero no debemos pedirle más que eso, contemplar el vacío propio es cosa de un rato nomás, cuestión de concentrar los puntos de vista en un sólo estado frío y luego volver fresco al mundo, listo para equilibrar su costado imperfecto en la balanza.

G

PD: Contrariamente a lo repetitivo que soy con respecto al egoísmo, quiero recalcar ciertas visiones que tengo sobre el comportamiento de la gente en general (me incluyo) para que todo punto de vista que redacto sea considerado y sacar así cada quién sus propias conclusiones. Muchas veces escribo sobre mis ideas y siento de que no estoy implantando mis propios pensamientos pero eso es bueno, ya que procuro en éste blog abordar temas con la mayor objetividad posible.

PD2: Gracias por leer.

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