lunes, 1 de diciembre de 2014

Me lo dijo el silencio

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Me duele la espalda.

Siempre que comienzo a escribir, pongo lo primero que tengo en mente.

Pero BUENO, la "gran" idea para éste post es sobre el silencio, sí... el silencio...

Y es el que el mismo ha llegado a convertirse en un gran compañero, en mi vida diaria. No lo tomes a la ligera cuando lo leas, quiero decir... como todo momento de la vida, que tiene sus virtudes y sus defectos. Bueno, justamente hablo de su parte "buena".

Comencemos por la simple afirmación de que "silencio" no implica una referencia única a la falta de ruido o de palabras. También puede representar un estado emocional por el que se vive o a la falta de sinceridad que tengas al hablar, ya que las cuerdas vocales son las que hablan pero tu cerebro es quien no tiene verdadera voz. Aún así, volvamos al primario, al que no hace ruido, al silencio posta.

Y la pregunta es: ¿existe una manera real de disfrutarlo?

Lo primero que se me viene a la mente es una persona inmersa en el estudio; algunos/as estudian con música de fondo (así como yo leo libros o escribo en éste blog mientras escucho música) y otros sin ruido, donde encuentran la concentración con facilidad. Luego pienso en esos silencios incómodos entre dos personas, de los que parecen durar eras enteras y hasta te provocan dolores irreales en el cuerpo. A veces, los silencios excluyen al ambiente natural que nos rodea y encierra todos los sonidos que el ser humano pueda crear, tanto de su garganta como del resto de sus acciones; pongamos de ejemplo a un instante en el que observamos el mar en invierno, a solas.

Voy a omitir todos aquellos que no se me vengan a la cabeza ahora mismo y rápidamente, a pegar un salto que me deje a tiro del ejemplo que me lleva a postear hoy: el silencio mental.

Rothfuss mencionó en su libro "El nombre del viento" que existe un cuarto silencio (no importan los otros tres, son comunes) y que es el silencio de la muerte. Para mí, si elijo la misma enumeración, existe un quinto y es el que une todos esos caminos que llevan a la paz interior. Bizarro y cursi, pero real; el silencio interior es una consecuencia del exilio mundano y luego, del tomar las riendas en tu propia cabeza...

Dos puntos, una explicación breve para cada uno:

- El exilio mundano no es un camino que sólo toman los solitarios y los resentidos; es una consecuencia natural del ser humano que se forma llegando a los treinta, cuando se empieza a perder contacto con gente conocida o a distanciarse de los mismos por diferencias de pensamiento o vivencias que marcan a fuego. Sin importar la medida, todos terminamos exiliándonos unos de otros y manteniendo una menor medida de sociabilidad, en comparación a nuestros años de juventud.

- Para tomar las riendas en tu propia cabeza, es necesario tomar el camino del exilio mundano y abandonar el ya vicioso arte de la repetición. No existe mejor manera de frenar los excesos mentales que la del alejamiento total de aquello que te transforma para mal. Una vez alejado y sin distracciones, solamente queda poner en orden las ideas y las emociones.

Una vez alcanzado el punto de entendimiento y orden, no necesariamente al 100%, el silencio de la paz surge y todas las aristas se muestran con claridad. Ojo, no confundamos esa claridad con objetividad, ya que nuestra vida está marcada por el juicio y la opinión, pero es a partir de ése "silencio pensativo" que podemos contemplar hechos actuales con cordura y recuerdos abiertos del pasado con frialdad, permitiéndonos finalmente realizar una crítica constructiva y tal vez, sanadora.

No todos pueden lograrlo y la probabilidad de éxito cae abruptamente si incluimos personas inmersas en la complejidad mundana o influenciadas mínimamente por sus apuestas. La vida nos lleva por caminos inesperados y, por más que la misma representa para el hume el arte de repetirse, las consecuencias jamás nos toman prevenidos. Sin embargo (repitiéndome una vez más entre las miles), el objetivo final es siempre el mismo: satisfacer a la consciencia y al autoestima, ya que ambas son las grandes deidades que mandan sobre nuestras mentes.

Entonces, el silencio.

Mi vida dista eones de ser perfecta. Pero hay silencio.

Y de los que me dejan pensar.

Sarasa.

G

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