jueves, 25 de diciembre de 2014

Que la pases bien y etcétera, etcétera

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Trilogía: Parte 1

Las trilogías, pocas veces, manifiestan espíritus objetivos. Pero sí hablan en tercera persona, te lo aseguro.

O todo lo que digo es mentira.

Estas navidades me resultan curiosas...  no me siento solo, estoy tranquilo, sin grandes proyectos que me quemen la cabeza ni responsabilidades de fin del mundo. Todo va sobre ruedas, sumando monedas en el tiempo verbal correcto, la paciencia no transpira ni por asomo y los puentes con la realidad... bueno, no pasan por un momento de fama y aún así, el sueño viene igual. Hay talento, hay ganas, hay claridad, hay reflexión, hay... salidas...

Pero no hay propósito.

¿Por qué? ¿Para qué? ¿Vale la pena? ¿Retribuye más que el tiempo que paso a solas? Son todas preguntas que me detienen a la hora de explotar las maravillas de mi cabeza, impacientes por regodearse delante de quienes puedan admirarla. Hay tanto silencio que puedo quedarme dormido en el momento del día que prefiera. Los relojes son tan blandos y flexibles que parecen sacados del cuadro de Dalí, esa misma "persistencia de la memoria" atrae muchos recuerdos pero reimaginados a mi gusto, aún cuando no quiero darme la razón y engañar a mis adentros; se muy bien que me equivoco pero lo hago con orgullo, inmerso en un pasado de tintes épicos.

Luego de darle un nombre tan extenso a mi mente, dudo de necesitar un propósito.

Pero, ¿es tan necesario? ¿La vida no puede sucederse sin mejores momentos dentro del silencio que no duele?

"A medida que escribo, encuentro que sí existe un propósito, que se esconde detrás de un capricho o, ¿será egoísmo? Pasan éstas fiestas y pienso en él, mientras todos brindan y una adolescente me critica por lo bajo, riéndose con sus propios chistes internos. 'Propósito'... me llaman para brindar y no paro de toser. Ya me encuentro en la habitación y me llaman por tercera vez. 'Ya voy', contesto. Y se van las doce, sin brindis para mí, eligiendo no chocar cristales con quienes se mofan, critican o insultan el resto del año a mi autoestima. No debo ni merezco ser careta por decisión ajena."

Mi situación es muy particular. Y aún así, carecer de un propósito que derive en una crítica masiva externa no es excusa, pero vengo hace tiempo observando que no se me escucha o se me lee como realmente deseo. Y que tampoco queda lo que digo. Muchas veces leen un post y luego, se olvidan. A veces, siento que no soy más que un instante de ocio o distracción. No voy a generalizar, pero lo siento así desde hace años, sobre todo cuando hablo frente a frente y, más allá de tener un blog, siento que mis palabras no tienen peso. Me refiero a las reflexivas, a las que aportan una parte de mis vivencias. Tal vez... ese mismo propósito aún cree en la utopía, esa avalancha de éxitos tercerizados, donde todos convierten lo "diferente" de tu forma de ser en egolatría...

Mi falta de propósito siempre se apoyó erróneamente en infelices, envidiosos y burros, que no tocan un libro ni aunque les diga que hay plata dentro de él.

Voy a respirar profundo y a procurar tener uno cuando llegue la segunda parte de ésta talentosa trilogía.

Más allá de todo, adoro escribir en blog.

Tal vez sea un comienzo.

G

La frase: "No debo ni merezco ser careta por decisión ajena."

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