sábado, 19 de julio de 2014

Palabras de diamante

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Hay que adentrarse en ámbitos distintos para recordar las tildes de la naturaleza humana.

Sin embargo, el mayor escollo que el ser humano se pone delante de sí mismo es el de la tozudez. Es como una venda sobre los ojos de la mente, que no te deja ver las variantes que plantea la vida, cada día. Y claro, a la hora de intercambiar opiniones, la resolución se vuelve un imposible y por más que crucemos ideas, que encontremos un punto en común y que la razón de fondo acepte la realidad, llegamos a justificar los razonamientos más inverosímiles.

Atendamos al ejemplo.

Me encuentro en la oficina, revisando mis tarjetas de entrevista. De repente, me doy cuenta que dos de ellas tienen faltas de ortografía, algo que no está permitido dentro de mi escritura, sin excepción alguna. Apunto hacia mi supervisor, un flaco cinco años menor que yo pero que lleva tres en la empresa, mucho más experimentado hablando con la gente... digamos... La razón radica en que él me acompañó a entrevistar esas dos personas y justamente fue quien escribió sobre ellas.

Gabriel: Che, Boedo se escribe sin H, o sea, no "Bohedo".
Supervisor: ¿Posta?
Gabriel: Si. Y encontré varios errores más de ortografía en tus datos, ¿lo sabías?
Supervisor: Claro que si, pero a mi no me importan las letras, me importan los números.

Qué difícil es no poner cara de circunstancia, luego de una respuesta así.

Pasado el rato "intercambio de opiniones" sobre la cultura educativa que cada uno debe recibir y luego, aplicar a quienes vengan después, no veo en mi supervisor un atisbo de aceptación a mis ideas, que no son equívocas porque yo tengo enseñanza universitaria y él no, sino porque la educación en sí te abre la mente al mundo. Las vivencias son la práctica, pero sin previa teoría, no son más que pasos al vacío y con los ojos cerrados.

Ahora, ¿qué tiene de malo ser un gran vendedor y conocer mucho de números sin saber escribir correctamente? Nada, puntos de vista son, qué más da. Sin embargo, la sociedad marca líneas que sirven a un bien mayor.

Va un último ejemplo:

Mi supervisor y yo vamos a una entrevista. Cuando entramos a la casa, nos encontramos con una madre y sus dos hijos, de un añito de edad el más chico y el otro, de seis. El mayor tiene un retraso madurativo, pero está jugando con gran habilidad al Planta VS Zombies. Seis años, la edad en la que vas a primer grado y aprendés a leer, pero también es la edad donde ya sabés hablar. El chico me pide algo y no lo entiendo, parece tener cuatro años menos en vocabulario y le pregunto a la madre si el chico lee. Me contesta que no, pero ella misma admite no saber mucho de algo, dentro de la entrevista, pero que el chico se la pasa jugando a esos jueguitos y mirando dibujos en la televisión.

Muchas veces, la tozudez o "cabeza dura" transita el camino de la ignorancia. El segundo ejemplo da constancia de ello y digo, si no quiero definir una discusión porque es mejor ser culto que ignorante, al menos admitan que leer te enseña a hablar bien.

Bueno, si me contestan que no hace falta hablar bien, pregúntense porqué están leyendo éste blog.

G

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