lunes, 30 de septiembre de 2013

Tomándole el codo a la esperanza

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La gente posee un defecto, un defecto que se tilda diariamente como cualidad.

Esperanza.

Cuántas veces se tiene la esperanza de que ciertas cuestiones se resuelvan de buena manera. O la esperanza de que al menos una de tantas personas aplique criterio, sabiduría, entendimiento, compañerismo... aunque fuese una sola vez. Cuántas veces esperás que alguien actúe distinto o que algún currículum inspirase a cierto empleador. Cuántas veces se tiene la esperanza de que algo va a salir bien...

Sin embargo, hoy en día, resulta ser alimento de egoístas. "Tener esperanza sobre alguien es como sufrir un mantenido en casa". Uno da lo mejor de sí mismo o lo que en su sano juicio logra repartir, mientras que otros se toman el codo y abusan de sus malditas formas de ser, pisoteando cada actitud, hablando por las espaldas, deseando el mal a quien lo entiende, creyendo ser los dueños de la verdad. Nosotros mismos tenemos poco y nada de santos pero existen quienes arrastran a los que no comparten sus ideas y sufren todo tipo de malas actitudes, viendo cómo queman toda herramienta ajena a sus criterios o cómo las vuelven inútiles. Y quienes no piensan como ellos, son personas equivocadas.

Todo un circo.

Existen un par de personas a las que les debo dos buenas cagadas a trompadas y no se las doy porque existen dos buenas personas que me detienen. Y son personas con las que tuve esperanzas sobre sus actitudes maliciosas y egoístas pero no logré buenos resultados. Esperé a que cambiaran, tuve una paciencia enorme, me callé... porque entendí que quien tiene huevos no siempre debe de llevarse al mundo por delante y esperé... tuve la esperanza de que dejaran de ser la mierda que casi siempre fueron. Pero no. Fueron, decepcionaron y en el futuro, van a seguir siéndolo, porque no saben valorar a quienes les tienen paciencia. ¿Ejemplos? Se quieren levantar a tu ex inmediatamente después de tu ruptura o te cambian diez años de amistad por seis meses de garche. También existen los que solamente te tocan el timbre para pedirte plata o el que te llena de promesas con respecto a laburar y mantener a tu hija pero no dura tres meses en cualquier laburo. Ni hablemos de los padres que te bardean por una deficiencia física o el jefe que no te paga las tres horas extras que te quedaste ayer.

Ni hablar.

Por todos ellos, se tiene esperanza. Aunque se sepa que pertenecen a la clasificación de "gente nociva", se sacrifican horas y sueño de vida para que, al final, te defrauden. Si no fuera por ésa "inconsciencia" de la que todos se aferran y que les permiten seguir saludando a los casos perdidos, éste mundo sería un lugar lleno de rencor y guerras diarias, donde nadie se diría "hola" ni se daría un abrazo. Lo se, ése tipo de personas

Por mi parte, yo sí vivo del rencor. Y es uno de mis mayores defectos, ,no lo niego y soy consciente de las desventajas que representa vivir con ello. Hoy por hoy, asumo plenamente que ni olvido ni perdono, pero que sí acepto mis errores y hago meaculpa, que no puedo dejar pasar un segundo más de mis días sin ignorar cualquier otro décimo segundo error. De ahora en más, creo firmemente en que un tropezón no es caída pero que mi mano solamente estará para ayudar una sola primera vez y que la esperanza, será dedicada hacia aquellos a los que no les agrade caerse arriba de los demás.

En otras palabras, no más gente nociva. son como drogadictos que no se quieren curar.

No sirven, háganme caso. No perdonen más de dos veces.

G

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