lunes, 7 de octubre de 2013

Through the glass

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Cuando tu mente no es más que una zarza prendida fuego con ciclotimia, es normal que tus ramas se agiten con el viento que pasa a saludar y así, termines salpicando a todo aquel que se acerque a mirar.

Lamentablemente, ésto se tomó la insana costumbre de aparecer cada dos semanas, cuando un anónimo G deja un vaso revuelto sobre la mesa de Gabu. No siempre fue así... antes me veía como una persona  que acumulaba hasta explotar pero, hasta hace no mucho, mis cambios de humor repentinos o fácilmente influenciables, han relegado la bomba atómica al segundo lugar en la lista de defectos Gabrielianos. Pero no es justamente sobre el primer puesto del que quiero hablar, sino de las mismas influencias que me tienen como "engripado" constantemente...

Changos... soy terriblemente influenciable y sobretodo, en el humor. Y sobre mi vida, que una pendeja de ocho años y medio menos pudo estancarme con gran facilidad. Admito que en mi sangre reside el gen de los "problemas neuronales" pero me doy cuenta TARDE de que mis alrededores marcan mi ritmo de vida, directa o indirectamente.
Es así como uno se ve afectado por las imperfecciones ajenas, por las faltas de respeto innecesarias, por los comentarios que cansan, por el histeriqueo inconstante... e infinitos etcéteras.

Veo muchas actitudes impropias hacia mi persona y yo mismo me declaro incongruente; las buenas actitudes comienzan a escasear y me pregunto si esa es la razón por la cual me encuentro tan inestable... Con ésto quiero decir:  el problema siempre es mío, es mi cabeza la que resulta frágil, es la seriedad de cartón que inspiro, es la falta de humanidad a la que me encamino. Doy poder sobre personas cuando ya no confío en ellas y aún necesito recuperar la cordura. Ya lo dije, la gente ya no sabe qué hacer con el poder de la influencia yo, tampoco recuerdo dónde dejé el punto de equilibrio, ni cómo ponerle una camisa de fuerza a mi cabeza.

Por eso mismo es que decido cada día y por voluntad propia, quedarme solo.

Háganse la siguiente pregunta: ¿hace cuánto que no me ven en sus casas?

G

1 comentario:

Anónimo dijo...

A un tiempo punzante y expansivo, la intensidad de tu texto me interpela.