miércoles, 18 de septiembre de 2013

Moneda de un centavo

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Hace unos días, me crucé con la primer persona que al segundo intento adivina mi edad. Ante la pregunta mía de si había tirado por tirar un número, me contestó que no. "La edad se lee a través de los ojos". No era una mujer, mala leche... xD Era un viejo, gritón, demasiado suelto para mi gusto, uno de esos que se ven y desatan prejuicios. Sin embargo, uno nunca sabe dónde encontrarse el talento de la sinceridad, no solamente sobre uno mismo, sino en la proyección hacia terceros.

Soy una de esas personas, que ahora mismo está en desuso. No obstante, he tenido mis años dorados y he sido quien inspiraba a las personas a ser sinceros, consigo mismos y con los demás. A pesar de todo, me di cuenta de que existen personas a las que les gusta vivir en la mentira, para sí mismos y para los demás.

He intentado en vano jugar cartas sin hacer señas, de ganar con las mejores y no, mentir con tres cuatros. Pero existen personas a las que no les importa eso, que prefieren ver arder el mundo con tal de no perder una miga de pan de sus bolsillos. Hay gente que no puede dar si tiene que quitarse de sí mismo, que da porque le sobra únicamente, que usa los secretos para defenestrar la moral de quien acarrea su bronca, que se molestan con tan sólo sentir que las cosas no salen como ellos quieren, que son eternamente egoístas...

Una de las cuestiones es que sigo rodéandome de ése tipo de gente. Mantengo distancia, eso es un gran paso pero, recién ahora, es que dejo de lado y alejo del todo. No contemos a mi ex, ella se alejo sola y por lidiar con sus defectos, con los míos y con la falta de madurez. Pero sí, existen otras personas que no valen dos centavos, a la larga. Con éstas dos afirmaciones de fondo me doy cuenta de que no vale la pena sacar lo peor de mí, que actúo por consciencia y se me toma por villano, que pienso dejar que mi ex sea la única que pueda activar mis peores instintos, los que nadie conoce, los que quedaron atrás.

Digamos que siempre fui una persona a la que no le faltó cercanía, siempre tuve personas con las que relacionarme. Incluso, las indeseadas vinieron, tantos búmerangs... gente que dice extrañarme, camas gratuitas que rechacé... Hace poco, un viejo, me dijo que los verdaderos amigos no existen y que la mejor relación que puede existir es la de una pareja, que otro tipo de confianza tan ciega no puede lograrse. Sin contar ésta última afirmación, ya dejé en claro mi decisión de alejar gente, por una cuestión de desconfianza hacia terceros y consecuencias que aún, no me siento capaz de manejar.

Es por decisión propia que no dejo entrar gente nueva a mi vida, lo vuelvo a decir, no porque el mundo se aleje de mí. Quien quiera creerlo bien y quien no, dejen de perder el tiempo leyendo éste blog.

G

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