.
Este es mi legado mi vida. Este es mi último legado.
Siento mucho haberte arruinado la vida.
Supongo que yo seré más cobarde, pero no puedo evitar pensar que yo sí doy segundas oportunidades, con errores groseros y todo, con toda mi lengua que no sabe más que patalear cuando el corazón duele. Dejame en éste final con mi cobardía.
Nunca te quedes con lo que viviste. Aprendé a perdonar.
Adiós.
lunes, 22 de junio de 2009
Final
.
¿Qué se supone que debo hacer ahora?
Debería morirme por arruinarte la vida, eso debería. Qué lejos estoy del cuchillo y del valor que tenía antes para hundirlo sobre mi piel. Pero cuando llegue a casa, seguro lo encontraré de nuevo y me lastimaré, me lastimaré tanto que pagaré en una sola noche todo lo que hice. Pensé... tantas veces en fumar algo más fuerte, los diez cigarrillos ya no me hacen efecto, compré otros diez y esperan darme batalla. Pero no, ¿por qué no tengo algo más fuerte? ¿Por qué no tengo de esas pastillas que se toman para dormir? Porque ya no quiero enfrentar a la realidad, ya con sus días y meses me ha castigado tanto, ya no puedo hacerle frente. ¿Las pastillas de mi viejo? ¿Qué podría hacerme una? Tengo la receta aún guardada, esa que nunca usé para comprarle pastillas... no valía caras... Así le abriría la puerta a un nuevo mundo, al mundo de los exiliados, un porro tal vez me lleve a él o algo más, en éste mismo momento me siento tan frágil como para hacerlo y sé que más allá de hablar solamente, me siento hoy capaz, más que nunca, porque no puedo reparar, no puedo reparar lo que hice, no tengo siquiera la oportunidad de arreglar...
Menuda equivocación me mandé.
Nunca me había equivocado y sin embargo, siempre se terminaba. Y cuando debí no equivocarme, lo hice, de la peor manera. De la peor manera. Con quien no debía.
Si pudieras perdonar a éste condenado, te dedicaría la vida a hacerte feliz... Te hice feliz una vez y ¡Dios! ¡Me conocés! Aunque... ya no quieras conocerme. Ya desvarío y suelto a antojo de la locura lo que me sale de dentro, estoy desesperado y no sé cómo terminar la noche. Intenté leer y no pude, intenté no llorar y me salió igual, intenté atender a Fer otra vez y no me animé. Intenté comer y vomité todo. Todo menos el cigarrillo, como si fuera a prueba de todo.
Si por un día pudieras olvidar lo que pasó... si pudieras volver a creer en mí, en Gaby, Gaby, Gaby, GABY!!! Gabriel, ¿dónde quedó? ¿Cómo puedo volver a ser él siendo el que soy ahora? Te necesito Gabriel, te necesito. Vos tenías valores, vos sabías cómo llevar adenlante a una mujer. Vos sí que sabías hacerla feliz. Me odio, me odio tanto que ya siento la sangre saltando delante de mis ojos. Hablo demasiado. Debería ir de una y hacerlo. No tanto hablar. Pero es que... Gaby una vez habitó en éste cuerpo, Gaby nunca se equivocaba. Gaby siempre tenía la razón. Gaby sabía lo que hacía. Sabés, en mis sueños lo veo pero detrás de tu nombre y es por eso que siempre termino a tu alrededor.
Es gracioso cómo ahora tengo toda la culpa encima y encima el amor también, saber que te amo tanto y que se convirtió en mi propia condena. Supongo que solamente tengo que caminar derecho y soportar todo, ¿no? No llorar, no nada. Odio ser yo. Odio no tener algo fuerte para evadirme de esta asfixia. Odio tanto vivir así. No quiero vivir más así.
Ya no quiero más ser yo.
Gabriel
¿Qué se supone que debo hacer ahora?
Debería morirme por arruinarte la vida, eso debería. Qué lejos estoy del cuchillo y del valor que tenía antes para hundirlo sobre mi piel. Pero cuando llegue a casa, seguro lo encontraré de nuevo y me lastimaré, me lastimaré tanto que pagaré en una sola noche todo lo que hice. Pensé... tantas veces en fumar algo más fuerte, los diez cigarrillos ya no me hacen efecto, compré otros diez y esperan darme batalla. Pero no, ¿por qué no tengo algo más fuerte? ¿Por qué no tengo de esas pastillas que se toman para dormir? Porque ya no quiero enfrentar a la realidad, ya con sus días y meses me ha castigado tanto, ya no puedo hacerle frente. ¿Las pastillas de mi viejo? ¿Qué podría hacerme una? Tengo la receta aún guardada, esa que nunca usé para comprarle pastillas... no valía caras... Así le abriría la puerta a un nuevo mundo, al mundo de los exiliados, un porro tal vez me lleve a él o algo más, en éste mismo momento me siento tan frágil como para hacerlo y sé que más allá de hablar solamente, me siento hoy capaz, más que nunca, porque no puedo reparar, no puedo reparar lo que hice, no tengo siquiera la oportunidad de arreglar...
Menuda equivocación me mandé.
Nunca me había equivocado y sin embargo, siempre se terminaba. Y cuando debí no equivocarme, lo hice, de la peor manera. De la peor manera. Con quien no debía.
Si pudieras perdonar a éste condenado, te dedicaría la vida a hacerte feliz... Te hice feliz una vez y ¡Dios! ¡Me conocés! Aunque... ya no quieras conocerme. Ya desvarío y suelto a antojo de la locura lo que me sale de dentro, estoy desesperado y no sé cómo terminar la noche. Intenté leer y no pude, intenté no llorar y me salió igual, intenté atender a Fer otra vez y no me animé. Intenté comer y vomité todo. Todo menos el cigarrillo, como si fuera a prueba de todo.
Si por un día pudieras olvidar lo que pasó... si pudieras volver a creer en mí, en Gaby, Gaby, Gaby, GABY!!! Gabriel, ¿dónde quedó? ¿Cómo puedo volver a ser él siendo el que soy ahora? Te necesito Gabriel, te necesito. Vos tenías valores, vos sabías cómo llevar adenlante a una mujer. Vos sí que sabías hacerla feliz. Me odio, me odio tanto que ya siento la sangre saltando delante de mis ojos. Hablo demasiado. Debería ir de una y hacerlo. No tanto hablar. Pero es que... Gaby una vez habitó en éste cuerpo, Gaby nunca se equivocaba. Gaby siempre tenía la razón. Gaby sabía lo que hacía. Sabés, en mis sueños lo veo pero detrás de tu nombre y es por eso que siempre termino a tu alrededor.
Es gracioso cómo ahora tengo toda la culpa encima y encima el amor también, saber que te amo tanto y que se convirtió en mi propia condena. Supongo que solamente tengo que caminar derecho y soportar todo, ¿no? No llorar, no nada. Odio ser yo. Odio no tener algo fuerte para evadirme de esta asfixia. Odio tanto vivir así. No quiero vivir más así.
Ya no quiero más ser yo.
Gabriel
Enfrentamiento
.
"Amarte".
Hacía tiempo que no escuchaba eso de tu boca.
A veces, no sólo pienso que estoy condenado, a veces... te lo dije, corro hacia vos para que me salves. Pero ya no querés salvarme, ni vos encontrás salvación. No repartís culpas hasta que nombrás la palabra "decepción" y ahí es cuando entro en escena, con mi lado más demoníaco. Más monstruoso. Si, te tiré por la borda. Te arruiné la poca esperanza que tenías. Te quité la única razón que hoy tenías para vivir. Hice todo mal, hice todo mal y cuando quise remendarlo, ya era tarde. Estabas muerta en vida. Tenías una lápida con tu nombre.
Me preguntaste "¿puedo?", "¿puedo?", como si de pronto me dieras un poco de aire, aire de esos cachetazos que llegaron en silencio a mis mejillas. Porque no me golpeaste con tus manos pero tu silencio sí lo hizo. Supe siempre que cuando supieras la verdad, todo acabaría definitivamente y si bien, hoy no lo siento así (estoy desolado pero como un estúpido sueño), le di punto final a lo nuestro. Sentencié, me sentencié a mí mismo, corrí el suelo a mis pies y me ahorqué con mi propio llanto. Yo pensaba que sí podías, mis ejemplos fueron claros pero lo que vi en tus ojos no sólo fue un instante vago de esperanza, sino más bien una sombra de tu forma de ser, aquella que no quiere perder.
Te vi y me di cuenta de que me amabas más que a ningún otro hombre. Y que ése mismo nombre que pronunciabas luego de amar te había traicionado. La última persona en el mundo te había decepcionado. Así lo vi en tus ojos. Y no te condené por ya no darme una segunda oportunidad, esa verdadera segunda oportunidad. Tenía que enojarme a veces, tenía que luchar aunque fuera gritándote en la cara que te amaba. Sí, te amo y aún así vi a Fer tantas veces después de decirlo. Hoy salí de tu casa, con tu mismo vacío en mi propia alma y así, llamé a Fer y le dije "siempre creí que terminaría definitivamente con vos cuando le dijera a Mariana toda la verdad". Y así fue, así fue como del otro lado el llanto se llevó todo lo que podía haber sido enojo o incluso insistencia, lucha insistente. A medida que le hablaba me convertía en el hijo de puta más grande del mundo. A veces... cuando realmente caigo en la depresión, me pregunto porqué mis viejos no me dotaron de una consciencia pequeña, diminuta, apenas perceptible. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que equivocarme y autocastigarme cometiendo más errores? Ahora sé lo que es morirse en vida. Yo mismo me suicidé. Yo mismo toqué el cielo y luego lo llené de humo nuclear. En el camino me llevé a dos y arruiné, tal vez, a la persona más grácil del mundo a la hora de amar.
¿Y ahora?
Ahora voy a volver a mi casa y veré si el cuchillo quiere seguir bajando, hasta traspasar el brazo. Porque no quiero morir, si hay algo que conozco de mí mismo son mis defectos y mis aptitudes. Soy el hijo de puta más grande del mundo, pero también puedo reparar, puedo aunque no lo quieras. Puedo destruirme un brazo sólo por desviar la atención del dolor que me causó el mismo cuchillo que clavé en mi corazón. Soy capaz de reparar pero no sin oportunidad. Porque necesito de redención, necesito de que me perdones, que me perdones realmente, que me creas, que te mentí, que te traicioné, pero... nada, sólo digo estupideces. Si vos me hubieras hecho lo mismo, ya no estaría con vos.
Sabés, tengo la felicidad guardada en el bolsillo. Y es bueno saber que puedo deshacerme de ella cuando me porto mal. Mierda, ya estoy hablando de nada, te amo como a ninguna otra en el mundo amé nunca antes y no puedo creer que haya terminado todo así, como si te hubiera demostrado que cada uno puede forjar su propio destino, su propio futuro, sus propias consecuencias.
Lo siento mucho, perdón.
Voy a encerrarme, a soportar lo que me ha tocado.
Ya no la tengo a Fer cerca, ya es libre.
Ya no te tengo a vos.
Y supongo que es mejor así, hablo de esperanzas cuando me olvido de lo que hice.
Yo solito lo hice.
Gabriel
"Amarte".
Hacía tiempo que no escuchaba eso de tu boca.
A veces, no sólo pienso que estoy condenado, a veces... te lo dije, corro hacia vos para que me salves. Pero ya no querés salvarme, ni vos encontrás salvación. No repartís culpas hasta que nombrás la palabra "decepción" y ahí es cuando entro en escena, con mi lado más demoníaco. Más monstruoso. Si, te tiré por la borda. Te arruiné la poca esperanza que tenías. Te quité la única razón que hoy tenías para vivir. Hice todo mal, hice todo mal y cuando quise remendarlo, ya era tarde. Estabas muerta en vida. Tenías una lápida con tu nombre.
Me preguntaste "¿puedo?", "¿puedo?", como si de pronto me dieras un poco de aire, aire de esos cachetazos que llegaron en silencio a mis mejillas. Porque no me golpeaste con tus manos pero tu silencio sí lo hizo. Supe siempre que cuando supieras la verdad, todo acabaría definitivamente y si bien, hoy no lo siento así (estoy desolado pero como un estúpido sueño), le di punto final a lo nuestro. Sentencié, me sentencié a mí mismo, corrí el suelo a mis pies y me ahorqué con mi propio llanto. Yo pensaba que sí podías, mis ejemplos fueron claros pero lo que vi en tus ojos no sólo fue un instante vago de esperanza, sino más bien una sombra de tu forma de ser, aquella que no quiere perder.
Te vi y me di cuenta de que me amabas más que a ningún otro hombre. Y que ése mismo nombre que pronunciabas luego de amar te había traicionado. La última persona en el mundo te había decepcionado. Así lo vi en tus ojos. Y no te condené por ya no darme una segunda oportunidad, esa verdadera segunda oportunidad. Tenía que enojarme a veces, tenía que luchar aunque fuera gritándote en la cara que te amaba. Sí, te amo y aún así vi a Fer tantas veces después de decirlo. Hoy salí de tu casa, con tu mismo vacío en mi propia alma y así, llamé a Fer y le dije "siempre creí que terminaría definitivamente con vos cuando le dijera a Mariana toda la verdad". Y así fue, así fue como del otro lado el llanto se llevó todo lo que podía haber sido enojo o incluso insistencia, lucha insistente. A medida que le hablaba me convertía en el hijo de puta más grande del mundo. A veces... cuando realmente caigo en la depresión, me pregunto porqué mis viejos no me dotaron de una consciencia pequeña, diminuta, apenas perceptible. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que equivocarme y autocastigarme cometiendo más errores? Ahora sé lo que es morirse en vida. Yo mismo me suicidé. Yo mismo toqué el cielo y luego lo llené de humo nuclear. En el camino me llevé a dos y arruiné, tal vez, a la persona más grácil del mundo a la hora de amar.
¿Y ahora?
Ahora voy a volver a mi casa y veré si el cuchillo quiere seguir bajando, hasta traspasar el brazo. Porque no quiero morir, si hay algo que conozco de mí mismo son mis defectos y mis aptitudes. Soy el hijo de puta más grande del mundo, pero también puedo reparar, puedo aunque no lo quieras. Puedo destruirme un brazo sólo por desviar la atención del dolor que me causó el mismo cuchillo que clavé en mi corazón. Soy capaz de reparar pero no sin oportunidad. Porque necesito de redención, necesito de que me perdones, que me perdones realmente, que me creas, que te mentí, que te traicioné, pero... nada, sólo digo estupideces. Si vos me hubieras hecho lo mismo, ya no estaría con vos.
Sabés, tengo la felicidad guardada en el bolsillo. Y es bueno saber que puedo deshacerme de ella cuando me porto mal. Mierda, ya estoy hablando de nada, te amo como a ninguna otra en el mundo amé nunca antes y no puedo creer que haya terminado todo así, como si te hubiera demostrado que cada uno puede forjar su propio destino, su propio futuro, sus propias consecuencias.
Lo siento mucho, perdón.
Voy a encerrarme, a soportar lo que me ha tocado.
Ya no la tengo a Fer cerca, ya es libre.
Ya no te tengo a vos.
Y supongo que es mejor así, hablo de esperanzas cuando me olvido de lo que hice.
Yo solito lo hice.
Gabriel
Huida
.
Tenía el cuchillo en mi mano.
Tenía el cuchillo y no tardé en hundirlo en la carne.
Apreté, apreté y apreté una vez más, tan fuerte como mi coraje lo admitía. Y dolía, dolía tanto pero no como el que sentía ya por dentro. El dolor que provenía desde fuera admitía el dolor, claro que sí, pero no le temía. En absoluto le temía. El que nacía dentro era diferente. Ese me asustaba de muerte, me traía de las narices como se le antojaba. Ese mismo era eterno, tan eterno como mi propia vida, porque dolía pero no físicamente, sino del espiritualismo en el corazón. Me dolía y me desesperaba, sabía que todas las culpas eran mías pero no aceptaba morir en la horca, como las consecuencias lo dictaron al equivocarme tantas veces. Apreté más fuerte, hice caso omiso de lo que me dolía superficialmente y al final me detuve. No pude apretar más. Sabía que mi destino estaba metido en mis venas y que yo no era tan valiente como para cambiarlo. Debía de respetar lo que él me tenía reservado, todos sus males y maleficios, todos aquellos castigos que merecía por desobedecer a mi propia fe. A mi propio espíritu. Al propio Gabriel.
Nunca me había equivocado tanto, nunca.
Y por esta vez, había arruinado una vida. No la mía, la de una persona más. Le había enseñado el paraíso y la había instado a vivir en él. Pero luego se lo quité. La deshonré. Le falté el respeto, sin siquiera alzarle la voz. Decidí por valor propio el perderla.
Y así fue.
Así fue como huí de mi habitación, atacada por un fantasma que en la ventana golpeaba pidiendo entrar. Huí, corriendo como más podía, huyéndole a mi destino y a mis errores, mis fatales errores, mierda, ¿por qué mis errores no me matan a mí? ¿Por qué se ensañan con mi cordura? Supongo que es mas divertido hacerme pagar todo en vida. Y así estoy hoy, una persona llena de talento, una buena persona, que se ha condenado por cometer unos buenos errores. Me da vergüenza ser quien soy hoy. Me da vergüenza admitir que lo he perdido todo. Y en el fondo es que ahondo más la cuestión, en el fondo cocino teorías y esperanzas, en el fondo luego las aplasto porque ahí fue donde tramé la peor de las traiciones. Fui un completo idiota y hoy corría, corría tan rápido que la luna ni sombra me hacía, corría tan rápido que mis pensamientos se quedaron por un instante una cuadra atrás.
Tres, cuatro, cinco, millones.
Llegué al fin, aquí, donde buscaba salvación. Pero no era la salvación que necesitaba, era tan sólo un poco de droga escrita, un éxtasis que al usarse no tenía nada de éxtasis. Me había sentado aquí, a decir todo lo que tenía dentro, a huir pero sólo al mundo donde más me cobijaba. El que hoy por hoy es al que tengo abandonado.
Soy una mierda, me siento una mierda. Los dedos me tiemblan, aguanto una vez más llorar. Estoy devastado y siento que lo merezco.
Gabriel
Tenía el cuchillo en mi mano.
Tenía el cuchillo y no tardé en hundirlo en la carne.
Apreté, apreté y apreté una vez más, tan fuerte como mi coraje lo admitía. Y dolía, dolía tanto pero no como el que sentía ya por dentro. El dolor que provenía desde fuera admitía el dolor, claro que sí, pero no le temía. En absoluto le temía. El que nacía dentro era diferente. Ese me asustaba de muerte, me traía de las narices como se le antojaba. Ese mismo era eterno, tan eterno como mi propia vida, porque dolía pero no físicamente, sino del espiritualismo en el corazón. Me dolía y me desesperaba, sabía que todas las culpas eran mías pero no aceptaba morir en la horca, como las consecuencias lo dictaron al equivocarme tantas veces. Apreté más fuerte, hice caso omiso de lo que me dolía superficialmente y al final me detuve. No pude apretar más. Sabía que mi destino estaba metido en mis venas y que yo no era tan valiente como para cambiarlo. Debía de respetar lo que él me tenía reservado, todos sus males y maleficios, todos aquellos castigos que merecía por desobedecer a mi propia fe. A mi propio espíritu. Al propio Gabriel.
Nunca me había equivocado tanto, nunca.
Y por esta vez, había arruinado una vida. No la mía, la de una persona más. Le había enseñado el paraíso y la había instado a vivir en él. Pero luego se lo quité. La deshonré. Le falté el respeto, sin siquiera alzarle la voz. Decidí por valor propio el perderla.
Y así fue.
Así fue como huí de mi habitación, atacada por un fantasma que en la ventana golpeaba pidiendo entrar. Huí, corriendo como más podía, huyéndole a mi destino y a mis errores, mis fatales errores, mierda, ¿por qué mis errores no me matan a mí? ¿Por qué se ensañan con mi cordura? Supongo que es mas divertido hacerme pagar todo en vida. Y así estoy hoy, una persona llena de talento, una buena persona, que se ha condenado por cometer unos buenos errores. Me da vergüenza ser quien soy hoy. Me da vergüenza admitir que lo he perdido todo. Y en el fondo es que ahondo más la cuestión, en el fondo cocino teorías y esperanzas, en el fondo luego las aplasto porque ahí fue donde tramé la peor de las traiciones. Fui un completo idiota y hoy corría, corría tan rápido que la luna ni sombra me hacía, corría tan rápido que mis pensamientos se quedaron por un instante una cuadra atrás.
Tres, cuatro, cinco, millones.
Llegué al fin, aquí, donde buscaba salvación. Pero no era la salvación que necesitaba, era tan sólo un poco de droga escrita, un éxtasis que al usarse no tenía nada de éxtasis. Me había sentado aquí, a decir todo lo que tenía dentro, a huir pero sólo al mundo donde más me cobijaba. El que hoy por hoy es al que tengo abandonado.
Soy una mierda, me siento una mierda. Los dedos me tiemblan, aguanto una vez más llorar. Estoy devastado y siento que lo merezco.
Gabriel
jueves, 18 de junio de 2009
Epílogo
.
Ok, un poco más.
Iba a postear en fotolog, pero me dio paja editar alguna que otra foto.
Tengo tanto que decir, cotidianamente, pero la verdad es que cuando llega la hora de postear, de sentarme frente a la pc y dejar todo eso que me atormenta día a día, me atoro, me estanco entre la cabeza y los dedos... Nada sale, sólo pequeños fragmentos flotan en el aire, como si fuera un amnésico que apenas recuerda situaciones y nombres por sueños que tiene o flashes que sufre al ver ciertas imágenes diarias que coinciden con las de su vida olvidada...
Algo sí tengo amarrado a mi mente. Pienso que... hoy por hoy, me estoy atando el corazón, le estoy dejando que se muerda la lengua y que no espete sentimientos algunos por vos, si, por vos. He decidido que ya no te beneficies con el placer de mi labia, de mi propia habla y no por maldad, sino porque mi ego me ha gritado ayer anoche de que ya no tenía puerto cada vibración que produzco cuando abro la boca y hago temblar ciudades femeninas... Sos la primer mujer que me escucha con atención pero jamás se inmuta. No es que todo pase por eso pero sí, en gran parte me he cansado de abrir la boca para recibir sólo más ratos de silencios sin respuesta y cero reacción.
Por otra parte, he caído también en la cuenta de que ya no puedo ayudarte. Puedo estar, pero no ayudarte, lo que te sucede es algo que vos misma tenés que superar. Si bien ya no tenés ganas de salir adelante, a veces te gritaría en la cara para que reacciones y me vuelvas a pelear, porque siento que al menos tendrías alguna sensación mejor que la de estar en la nada, sin enojarte, sin amar, sin tener orgasmos, sin reír, sin llorar por amor al bien, sin divertirte, sin romper el mundo a gritos... etc pequeña... la más hermosa, perdón... te odio... dejémoslo en un te odio... Decía que no puedo ayudarte porque ya te ofrecí mi ayuda, con doble sentido si así lo preferís pero al fin, ayuda y no querés, no querés la ayuda de nadie, de absolutamente NADIE. O no sé, estás esperando que hagamos las cosas igual... ni idea, ya no quiero meterme en tu cabeza más, me pudre y además falto a la ley de que no se debe uno meter en la mente de una mujer. Puede observarla, tratar de comprenderla o al menos de saber llevarla, pero jamás de entenderla en su totalidad. En el fondo, el concepto de mujer es inexplicable. Triste y astuto a la vez.
Sin embargo, rompo mis promesas. Quiero ir ahora mismo y destronar toda esa soledad que tenés sobre la boca con el más Rey de mis besos. Es cuando te veo que dejo toda la frialdad e inexpresión atrás, no entiendo nada, puta madre, estoy enamorado y no quiero, sí quiero, no, no quiero, te odio, te amo, quiero que salgas del vacío, quiero que seas feliz, quiero lastimarte para que me odies también, quiero amarte una vez más sobre mi cama, quiero, te extraño, dejame, no me toques, quereme como soy, CREE EN VOS, mierda, MIERDAAAA!!!
Y todo eso.
Sabés, yo soy la solución. Pero claro, eso sólo se ve desde este lado.
Lo que más me enoja de vos, es tu silencio.
Volvé a pelearme, al menos tendremos emociones fuertes por un rato.
Siempre voy a decir algo y voy a hacer otra cosa, después de todo es porque me quiero alejar en éste desierto de la locura y no puedo, no puedo alejarme de vos.
No sufro, sabés, no sufro pero si me vuelvo más loco cada día.
Je, quiero a mi amor.
Gabriel
Ok, un poco más.
Iba a postear en fotolog, pero me dio paja editar alguna que otra foto.
Tengo tanto que decir, cotidianamente, pero la verdad es que cuando llega la hora de postear, de sentarme frente a la pc y dejar todo eso que me atormenta día a día, me atoro, me estanco entre la cabeza y los dedos... Nada sale, sólo pequeños fragmentos flotan en el aire, como si fuera un amnésico que apenas recuerda situaciones y nombres por sueños que tiene o flashes que sufre al ver ciertas imágenes diarias que coinciden con las de su vida olvidada...
Algo sí tengo amarrado a mi mente. Pienso que... hoy por hoy, me estoy atando el corazón, le estoy dejando que se muerda la lengua y que no espete sentimientos algunos por vos, si, por vos. He decidido que ya no te beneficies con el placer de mi labia, de mi propia habla y no por maldad, sino porque mi ego me ha gritado ayer anoche de que ya no tenía puerto cada vibración que produzco cuando abro la boca y hago temblar ciudades femeninas... Sos la primer mujer que me escucha con atención pero jamás se inmuta. No es que todo pase por eso pero sí, en gran parte me he cansado de abrir la boca para recibir sólo más ratos de silencios sin respuesta y cero reacción.
Por otra parte, he caído también en la cuenta de que ya no puedo ayudarte. Puedo estar, pero no ayudarte, lo que te sucede es algo que vos misma tenés que superar. Si bien ya no tenés ganas de salir adelante, a veces te gritaría en la cara para que reacciones y me vuelvas a pelear, porque siento que al menos tendrías alguna sensación mejor que la de estar en la nada, sin enojarte, sin amar, sin tener orgasmos, sin reír, sin llorar por amor al bien, sin divertirte, sin romper el mundo a gritos... etc pequeña... la más hermosa, perdón... te odio... dejémoslo en un te odio... Decía que no puedo ayudarte porque ya te ofrecí mi ayuda, con doble sentido si así lo preferís pero al fin, ayuda y no querés, no querés la ayuda de nadie, de absolutamente NADIE. O no sé, estás esperando que hagamos las cosas igual... ni idea, ya no quiero meterme en tu cabeza más, me pudre y además falto a la ley de que no se debe uno meter en la mente de una mujer. Puede observarla, tratar de comprenderla o al menos de saber llevarla, pero jamás de entenderla en su totalidad. En el fondo, el concepto de mujer es inexplicable. Triste y astuto a la vez.
Sin embargo, rompo mis promesas. Quiero ir ahora mismo y destronar toda esa soledad que tenés sobre la boca con el más Rey de mis besos. Es cuando te veo que dejo toda la frialdad e inexpresión atrás, no entiendo nada, puta madre, estoy enamorado y no quiero, sí quiero, no, no quiero, te odio, te amo, quiero que salgas del vacío, quiero que seas feliz, quiero lastimarte para que me odies también, quiero amarte una vez más sobre mi cama, quiero, te extraño, dejame, no me toques, quereme como soy, CREE EN VOS, mierda, MIERDAAAA!!!
Y todo eso.
Sabés, yo soy la solución. Pero claro, eso sólo se ve desde este lado.
Lo que más me enoja de vos, es tu silencio.
Volvé a pelearme, al menos tendremos emociones fuertes por un rato.
Siempre voy a decir algo y voy a hacer otra cosa, después de todo es porque me quiero alejar en éste desierto de la locura y no puedo, no puedo alejarme de vos.
No sufro, sabés, no sufro pero si me vuelvo más loco cada día.
Je, quiero a mi amor.
Gabriel
Tres, el número perfecto
.
Tres, el número perfecto
Es una pena que terminemos siempre mirando una foto y recordemos buenos momentos, que sólo nos quedemos en eso, que suspiremos después de unos segundos y nos lamentemos de que ya no sea así todo... tan bueno, tan unido, tan precioso, tan único...
¿A qué llegamos hoy? A nada, reducimos a cenizas todo lo bueno que representó. Nos volvimos el mismo triángulo de las bermudas para todos aquellos males que acechaban a nuestros alrededores. Por momentos recuerdo que fueron pocos los días, minutos, segundos, ideas o pensamientos apenas, pero fuertes como el roble, como el mármol que sólo Gaby sabe romper... xD Volviendo a lo serio, fue lo mejor que tuvo el año pasado, a mi entender lo mejor de todo, incluso que el de haber tenido el placer de amar a una de las personas del triángulo. Y aún a pesar de todo, llegamos a nada, nos quedamos con las manos vacías.
Una relación tripartita que parecía ser infranqueable. Incluso yo, pensaba que en mi relación con ella los únicos enemigos que podíamos tener éramos nosotros mismos y así fue, así fue como nos hicimos mierda. No pienso repartir culpas de manera precisa, hoy por hoy, el pasado está hecho para ser contado y ser verdad en la boca de quien se anima a enfrentarlo, cada uno le da el tinte que mejor parado lo deja. Y justamente a eso quiero llegar, a las razones por las cuales todo se desbandó... Repitiendo la decisión de no comentar en detalle, caímos en dudas, peleas, diferencias grandes, traiciones, descuidos, falta de comprensión. Como eje principal mi relación con ella, todo se afirmó sobre esa columna y fue generando más peso al cataclismo inminente. Todo se fue al cuerno y nos quedamos con las consecuencias.
Es increíble cómo algo tan maravilloso pudo arruinarse tan fácil...
Ahora estamos acá, viéndonos como podemos, seguimos viviendo, nos seguimos viendo, pero sin la magia de por medio. ¿A dónde fuimos a parar? ¿Cómo es que lo permitimos? A veces me pregunto porqué no decidimos dejar nuestros malos impulsos de lado y preferimos luchar por ésto, ¿por qué no? Yo me siento en gran parte culpable, sé que no merezco siquiera tener toda la culpa pero me siento así. Hoy por hoy me pregunto si aún es posible que se reparen ciertas cosas y luego, dudo demasiado, dudo demasiado porque las soluciones no dependen de mí, claro que... si me disculpan la soberbia... si fuera así lo solucionaría, pero, ahora que me detengo a pensarlo bien, los tres, en su propia posición, podría hacerlo...
Y me resulta ridículo terminar mirando ésta imagen que al principio indiqué como link, me resulta ridículo porque jamás creí más conveniente quedarme deprimido por algo que pertenece al pasado, porque de mi lado hay título de "hacedor de imposibles", porque nos volvemos cada vez más grandes, porque no quiero que toda la vida seamos títeres de dueños que se divierten con nuestros remiendos y movimientos torpes, porque me doy cuenta de que al final, recuerdos como éste, son sólo demonios en la mente de cada recordador que decide volver imaginariamente en el cansado pensar y dejarse atormentar por ellos.
Ya tomé dos decisiones y me falta una tercera. Nada volverá a ser lo mismo y sin embargo, los tres tenemos el poder de que vuelva a ser el triángulo un arma de bien. No me atrevo a soñar del todo, porque antes dije que no dependía solamente de mí pero... con toda timidez, como si alguien alguna vez pudiera leer mis pensamientos, apenas miro dentro de mis esperanzas y digo... tal vez, no sé... podría que... con algo de poder... ese poder que se merece de pureza, total pureza y convicción... no lo sé...
Algo dentro de mí aún cree pero... ¿en ustedes?
No voy a estar toda la vida lamentándome lo que perdí.
Gabriel
Tres, el número perfecto
Es una pena que terminemos siempre mirando una foto y recordemos buenos momentos, que sólo nos quedemos en eso, que suspiremos después de unos segundos y nos lamentemos de que ya no sea así todo... tan bueno, tan unido, tan precioso, tan único...
¿A qué llegamos hoy? A nada, reducimos a cenizas todo lo bueno que representó. Nos volvimos el mismo triángulo de las bermudas para todos aquellos males que acechaban a nuestros alrededores. Por momentos recuerdo que fueron pocos los días, minutos, segundos, ideas o pensamientos apenas, pero fuertes como el roble, como el mármol que sólo Gaby sabe romper... xD Volviendo a lo serio, fue lo mejor que tuvo el año pasado, a mi entender lo mejor de todo, incluso que el de haber tenido el placer de amar a una de las personas del triángulo. Y aún a pesar de todo, llegamos a nada, nos quedamos con las manos vacías.
Una relación tripartita que parecía ser infranqueable. Incluso yo, pensaba que en mi relación con ella los únicos enemigos que podíamos tener éramos nosotros mismos y así fue, así fue como nos hicimos mierda. No pienso repartir culpas de manera precisa, hoy por hoy, el pasado está hecho para ser contado y ser verdad en la boca de quien se anima a enfrentarlo, cada uno le da el tinte que mejor parado lo deja. Y justamente a eso quiero llegar, a las razones por las cuales todo se desbandó... Repitiendo la decisión de no comentar en detalle, caímos en dudas, peleas, diferencias grandes, traiciones, descuidos, falta de comprensión. Como eje principal mi relación con ella, todo se afirmó sobre esa columna y fue generando más peso al cataclismo inminente. Todo se fue al cuerno y nos quedamos con las consecuencias.
Es increíble cómo algo tan maravilloso pudo arruinarse tan fácil...
Ahora estamos acá, viéndonos como podemos, seguimos viviendo, nos seguimos viendo, pero sin la magia de por medio. ¿A dónde fuimos a parar? ¿Cómo es que lo permitimos? A veces me pregunto porqué no decidimos dejar nuestros malos impulsos de lado y preferimos luchar por ésto, ¿por qué no? Yo me siento en gran parte culpable, sé que no merezco siquiera tener toda la culpa pero me siento así. Hoy por hoy me pregunto si aún es posible que se reparen ciertas cosas y luego, dudo demasiado, dudo demasiado porque las soluciones no dependen de mí, claro que... si me disculpan la soberbia... si fuera así lo solucionaría, pero, ahora que me detengo a pensarlo bien, los tres, en su propia posición, podría hacerlo...
Y me resulta ridículo terminar mirando ésta imagen que al principio indiqué como link, me resulta ridículo porque jamás creí más conveniente quedarme deprimido por algo que pertenece al pasado, porque de mi lado hay título de "hacedor de imposibles", porque nos volvemos cada vez más grandes, porque no quiero que toda la vida seamos títeres de dueños que se divierten con nuestros remiendos y movimientos torpes, porque me doy cuenta de que al final, recuerdos como éste, son sólo demonios en la mente de cada recordador que decide volver imaginariamente en el cansado pensar y dejarse atormentar por ellos.
Ya tomé dos decisiones y me falta una tercera. Nada volverá a ser lo mismo y sin embargo, los tres tenemos el poder de que vuelva a ser el triángulo un arma de bien. No me atrevo a soñar del todo, porque antes dije que no dependía solamente de mí pero... con toda timidez, como si alguien alguna vez pudiera leer mis pensamientos, apenas miro dentro de mis esperanzas y digo... tal vez, no sé... podría que... con algo de poder... ese poder que se merece de pureza, total pureza y convicción... no lo sé...
Algo dentro de mí aún cree pero... ¿en ustedes?
No voy a estar toda la vida lamentándome lo que perdí.
Gabriel
martes, 9 de junio de 2009
Muro de los lamentos
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Y esta puta mierda que me tiene harto.
Je, lo oí por ahí, no textual pero cerca.
Ya ni sé qué hacer, simplemente estar. Incluso estoy cansado de que mi vida siempre tome giros bruscos, que termine en la vía, todo es lo mismo, toda amenaza de cambio es siempre la misma mierda pero disfrazada, pintada, maquillada o más envejecida. Ya desde entrada que me despierto y siempre encuentro todo desparramado, como si algún viejo estuvo juntando cacharros Laroca por la calle, lo peor que había para juntar... lo trajo a casa de mis abuelos y dejó que aprendieran a vivir solos. Pero, es que ciertas personas prefieren vivir a costa de los demás... de la sangre de los demás...
En general tengo todo para quejarme, de todos, nadie se salva. Hasta de mí. El punto es que me cansa poner el esfuerzo en cosas que al final sólo sirven para atorar más. Para aterrar más. Para arruinar más. Será que estoy mirando hacia el lado equivocado, a veces salto con palabras blasfemas y lastimo a quien dice ser lastimado, lo sé, a veces no me mido. Pero, tampoco soy Jesús, no traigo la salvación para todos. Soy una persona con muchas virtudes y muchos defectos, hago cosas que la mayoría de los hombres no hace o mejor dicho, no se preocupa. Tengo millones de problemas pero billones de soluciones, no tengo mansión y menos promesas, tengo la actitud de conseguir lo que quiera cuando quiera pero...
A veces... me pregunto porqué no me voy a la mierda de una buena vez.
¿Porqué no me dejan?
Porque me siento un inútil o simplemente me equivoco de camino, tergiverso las cosas. Pero... (...) qué cansado me tiene todo ésto, estoy para cosas buenas, no para solamente cargar una cruz.
Porque estoy cansado. Nadie quiere levantarse. El único que sonríe en la fiesta soy yo. El único que saca 29 personalidades y divierte al mundo soy yo. Estoy cansado de hacer malabares y no recibir moneda alguna. Tengo mis puntos débiles. Tengo mi ego. Tengo mi esperanza, mi sueño, mi mundo de color. No todo es mierda en ésta puta sociedad, también hay cosas buenas, no me la paso todo el día tirándole mierda a todo el mundo o deprimiéndome porque no encuentro salidas. Mi mundo está dado vuelta completamente y sin embargo, sigo insistiendo con las pequeñas cosas. No espero que me las traigan. Avanzo, quejándome, pero avanzo y abro la boca para volver los nombres un instante abstracto, porque cada bocanada que pronuncio con un poco más de fuerza es para ser criticada de maldad. No quiero eso, quiero abofetear a quien no quiere sonreír, quiero como consuelo (si más no me queda) abrir los ojos de una más e irme lejos, donde me pueda agradecer a través de una carta, adornada con perfume de lágrimas y sabor a distanciamiento.
A veces... quiero cambiar al mundo. A veces, quiero que el mundo se pudra en su propia tristeza. Porque mi vida no merece el hundimiento de quien no quiere aprender a vivir.
Pero son ratos, obvio, son ratos.
Ratos que nos hacen infelices a todos los que nos preocupamos de más.
Gabriel
Y esta puta mierda que me tiene harto.
Je, lo oí por ahí, no textual pero cerca.
Ya ni sé qué hacer, simplemente estar. Incluso estoy cansado de que mi vida siempre tome giros bruscos, que termine en la vía, todo es lo mismo, toda amenaza de cambio es siempre la misma mierda pero disfrazada, pintada, maquillada o más envejecida. Ya desde entrada que me despierto y siempre encuentro todo desparramado, como si algún viejo estuvo juntando cacharros Laroca por la calle, lo peor que había para juntar... lo trajo a casa de mis abuelos y dejó que aprendieran a vivir solos. Pero, es que ciertas personas prefieren vivir a costa de los demás... de la sangre de los demás...
En general tengo todo para quejarme, de todos, nadie se salva. Hasta de mí. El punto es que me cansa poner el esfuerzo en cosas que al final sólo sirven para atorar más. Para aterrar más. Para arruinar más. Será que estoy mirando hacia el lado equivocado, a veces salto con palabras blasfemas y lastimo a quien dice ser lastimado, lo sé, a veces no me mido. Pero, tampoco soy Jesús, no traigo la salvación para todos. Soy una persona con muchas virtudes y muchos defectos, hago cosas que la mayoría de los hombres no hace o mejor dicho, no se preocupa. Tengo millones de problemas pero billones de soluciones, no tengo mansión y menos promesas, tengo la actitud de conseguir lo que quiera cuando quiera pero...
A veces... me pregunto porqué no me voy a la mierda de una buena vez.
¿Porqué no me dejan?
Porque me siento un inútil o simplemente me equivoco de camino, tergiverso las cosas. Pero... (...) qué cansado me tiene todo ésto, estoy para cosas buenas, no para solamente cargar una cruz.
Porque estoy cansado. Nadie quiere levantarse. El único que sonríe en la fiesta soy yo. El único que saca 29 personalidades y divierte al mundo soy yo. Estoy cansado de hacer malabares y no recibir moneda alguna. Tengo mis puntos débiles. Tengo mi ego. Tengo mi esperanza, mi sueño, mi mundo de color. No todo es mierda en ésta puta sociedad, también hay cosas buenas, no me la paso todo el día tirándole mierda a todo el mundo o deprimiéndome porque no encuentro salidas. Mi mundo está dado vuelta completamente y sin embargo, sigo insistiendo con las pequeñas cosas. No espero que me las traigan. Avanzo, quejándome, pero avanzo y abro la boca para volver los nombres un instante abstracto, porque cada bocanada que pronuncio con un poco más de fuerza es para ser criticada de maldad. No quiero eso, quiero abofetear a quien no quiere sonreír, quiero como consuelo (si más no me queda) abrir los ojos de una más e irme lejos, donde me pueda agradecer a través de una carta, adornada con perfume de lágrimas y sabor a distanciamiento.
A veces... quiero cambiar al mundo. A veces, quiero que el mundo se pudra en su propia tristeza. Porque mi vida no merece el hundimiento de quien no quiere aprender a vivir.
Pero son ratos, obvio, son ratos.
Ratos que nos hacen infelices a todos los que nos preocupamos de más.
Gabriel
jueves, 4 de junio de 2009
Y bueh, si hay que decirlo...
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A veces... siento que soy un desastre, últimamente siento que lo soy. No puedo conmigo mismo, pero... estaba bien, levantando ánimos, con el espíritu al mango, con ganas de salir adelante y por mí mismo, por nadie más. Pero me caí, cometí un par de estupideces que no fueron tampoco LA MUERTE pero bueh... condenables... a veces... por algunos...
No pasa nada, en realidad, con eso, no me molesta. Pero suma. O sea, me doy cuenta de que no estoy en mis cabales y estoy tirando a la basura una forma de ser excepcional, por unos simples caprichos o deseos que no se me cumplen. Hay amor... claro que lo hay... pero no me estoy comportando como un adulto y le dedico tiempo, simplemente me quedo cerca y espero, mientras hago mi vida y hallo nuevas oportunidades.
Creo que... en el fondo, eso es lo único que me define el carácter hoy en día.
Y que mal... porque no debería ser así. Entrar y salir, tomar algo de ejemplo del mundo cotidiano... No enroscarse mucho, darle tiempo a las situaciones y a los amores, que si valen la pena para volver, volverán y sino, es porque hay alguien más. Soy un desastre, pero porque me arruino la vida siendo un pendejo impaciente.
Si acaso, por las buenas consigo más.
Digo, de paso, que me di cuenta de que no solamente soy yo el que no sabe controlarse, sino que mi entorno tampoco sabe llevarme.
Me voy a comer varios años de condena por este último comentario.
Gabriel
A veces... siento que soy un desastre, últimamente siento que lo soy. No puedo conmigo mismo, pero... estaba bien, levantando ánimos, con el espíritu al mango, con ganas de salir adelante y por mí mismo, por nadie más. Pero me caí, cometí un par de estupideces que no fueron tampoco LA MUERTE pero bueh... condenables... a veces... por algunos...
No pasa nada, en realidad, con eso, no me molesta. Pero suma. O sea, me doy cuenta de que no estoy en mis cabales y estoy tirando a la basura una forma de ser excepcional, por unos simples caprichos o deseos que no se me cumplen. Hay amor... claro que lo hay... pero no me estoy comportando como un adulto y le dedico tiempo, simplemente me quedo cerca y espero, mientras hago mi vida y hallo nuevas oportunidades.
Creo que... en el fondo, eso es lo único que me define el carácter hoy en día.
Y que mal... porque no debería ser así. Entrar y salir, tomar algo de ejemplo del mundo cotidiano... No enroscarse mucho, darle tiempo a las situaciones y a los amores, que si valen la pena para volver, volverán y sino, es porque hay alguien más. Soy un desastre, pero porque me arruino la vida siendo un pendejo impaciente.
Si acaso, por las buenas consigo más.
Digo, de paso, que me di cuenta de que no solamente soy yo el que no sabe controlarse, sino que mi entorno tampoco sabe llevarme.
Me voy a comer varios años de condena por este último comentario.
Gabriel
miércoles, 3 de junio de 2009
Faltando el aire
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La verdad es que tenía quinientas cosas para decir pero... para qué... si lo único que hice éstos últimos días fue lamentarme y ya estoy harto.
Estoy enfermo de mí mismo y es por eso que quiero irme lejos, para dejar a los que les importo con una carga menos y yo, tal vez, superar el desastre que estoy haciendo o al menos, conseguir algo de paz.
Porque así, no quiero estar más.
No puedo esperar que me ayuden y a su vez, no lo quiero.
Gabriel
La verdad es que tenía quinientas cosas para decir pero... para qué... si lo único que hice éstos últimos días fue lamentarme y ya estoy harto.
Estoy enfermo de mí mismo y es por eso que quiero irme lejos, para dejar a los que les importo con una carga menos y yo, tal vez, superar el desastre que estoy haciendo o al menos, conseguir algo de paz.
Porque así, no quiero estar más.
No puedo esperar que me ayuden y a su vez, no lo quiero.
Gabriel
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