miércoles, 25 de diciembre de 2013

Trilogía (Parte 1)

.
Acto 1: Holograma

La premisa arrancó sin pareja (pero no solo), sin cocina propia y con una discusión ajena que desembocó en mi, el día anterior, de una persona que no tiene cabeza para pensar más que en sus razones y que no recuerdo la última vez que pensó con detenimiento las cosas.

Entonces, muchas caretas, en la casa de mis viejos. No hay mucho que hacer, poco que aportar, mucho para retraerse. Por eso, la careta, que siempre se acomoda fácilmente y trata a los comenzales con cordialidad y amabilidad. No es más que otra cena con bases rotas: al menos eso es lo que veo hace años.

Bases rotas...

Ya no tengo un profundo aprecio por mi familia. Con el tiempo, me fui desentendiendo de sus problemas, de sus debilidades, de sus pesares diarios y hasta de sus alegrías. Los sentimientos son parecidos pero no de unión, sino de singularidad. Mis peores histerias fueron foco de abusos y basureos que jamás perdoné; me pongo una careta pero no olvido. No existe enfermedad ni comportamiento impulsivo que justifique lo que cada uno diga...

Se dice, se hace y luego, se toma responsabilidad.

Perdón, me dejé llevar por la utopía con ésa última oración.

Hace años que dejé de creer en muchas conexiones importantes, como la familia, la amistad y demás etcéteras. En la pareja también, pero se que es una cuestión de malas experiencias, nada más. La diferencia, entre la gente y yo, es que yo no puedo dejar pasar ciertas libertades que se tomaron conmigo. O, mejor dicho, ciertos errores. Hay palabras que no puedo borrar de mi cabeza, acciones que mancharon la piel, miradas... que destruyeron grandes castillos levantados por mi. A diferencia de otros, no puedo sentarme al lado de quien me traicionó.

Como así pasa en éste primer acto, con una careta gigantezca que de a ratos, puedo sacarme cuando vuelvo a mi habitación.

Nada para recordar, siquiera la comida.

G

PD: Eso te incluye, "Girl From Easyland".

No hay comentarios: