viernes, 8 de julio de 2016

Tutorial sobre lealtad

.
La razón por la cual llevo tiempo sin escribir en blog es porque mi cerebro procesa de manera lógica cada experiencia personal que vivo y en un presente estable, pero no encuentra la manera de trasladar esa misma estructura en palabras. Se siente como si de camino, las emociones corrompen cada tópico analizando cuidadosamente y, si bien creé blog para transmitir en textos todos esos momentos tan míos, con el tiempo decidí adoptar una postura más analítica y aplicable, ya que adentrarme en terreno de catarsis me convierte en un mono más del montón.

Y pienso en lealtad.

Llevo años amasando la idea, aplicándola en pequeñas o grandes medidas. Claro que, al ser humano, llevo una enfermedad que todos nos contagiamos al nacer: el egoísmo. Entendamos la ironía... nacemos y nos criamos recibiendo sin dar algo a cambio, porque somos incapaces de devolver y, cuando nos volvemos lo suficientemente razonables como para aplicarlo, nos damos cuenta de que siempre podemos obtener algo a cambio, aunque sea un "gracias" al dar una mano. Necesitamos ayudar pero aún más la aprobación o el agradecimiento, porque la próxima vez, tal vez, no resultemos tan benefactores... si es que podemos usar esa palabra sin sentir culpa.

Procurando apartarme del camino redundante... cof cof...

Existe algo que unos pocos podemos nombrar desde el tono de voz natural hasta el grito a los cuatro vientos... LA LEALTAD. No voy a ponerme en maestro ni voy a llenarlos con explicaciones de lo que resulta ser leal y todo eso aunque... ¿cuánta gente puede jactarse de ser una persona leal a un amigo, a un familiar, a un ideal o un lo que sea? Claramente el dinero es importante y nos da de comer, aunque creo fervientemente en que no es más que una falsa sensación de poder, que nos engaña y nos ayuda a sobrellevar malos tragos; así como la consciencia o la culpa, pastillas indispensables que nos ayudan a dormir, como si tener cargo de consciencia ayuda a solucionar problemas o con admitir la culpa, el mundo vuelve a corregirse solo, sin ayuda. No, es a través de la lealtad que podemos confiar ciegamente en otros, pensás en esa persona y te nace respeto y confianza. No necesariamente corras a buscarla cuando más la necesités (egoísmo) pero sabés que fue a través del respeto que te dio e inspiró en vos, en la cantidad repetida de veces que estuvo ahí, para levantarte. Como cuando fuiste chico y tu madre te sirvió el desayuno una y otra vez, sin siquiera envolverte en el trasfondo que vivió al prepararlo, si tuvo problemas personales, si se peleó con tu viejo, si estuvo indispuesta, si etc. Confiaste en ella y te sentiste leal a ella, así como ella te demostró primero lo que significaba esa palabra y con acciones...

Hoy que sos mayor, sabés que cuando tenés al lado a una persona leal, no necesitás dudar de sus palabras o de sus acciones, no te importa si alguien más te trae cuentos o lo que es peor: si tu autoestima inventa chismes con tal de rebajar egos ajenos.

Y creo que ése es el problema... tenemos demasiado tiempo para madurar la mente y tan pocas ganas de crecer, elegimos quedarnos con la adolescencia y a cambio, transformamos nuestro carácter agradable en necedad. Desde ése punto es que la mitad desleal empieza a perder puntos sociales y va aislándose del resto. O cuando la otra mitad empieza a realizar experimentos para ver si los desleales realmente cambiaron. O si esa misma mitad elige ignorar los errores ajenos y sigue adelante, al menos hasta el punto donde la misma piedra vuelve a interrumpir tus pasos. ¿Necesitamos volver a equivocarnos? ¿Un error es un recordatorio de cómo volver a enderezarse? Tengo mis dudas, aunque los tercos prefieren creerlo con ahínco.

El problema de la lealtad es que se encuentra sobrevaluada o atada a un sentimiento hollywoodense y no es más que una pieza del rompecabezas idealista, el que nunca terminaremos, con tantos trozos perdidos. Entiendo que no vale porque el que tenés enfrente no se siente leal o siquiera piensa en lo que representa, sino que forma parte de un grupo de gente que le gusta acomodarse entre quienes tienen historias y sólo asienten, todo el tiempo, dándote la razón y sin aportar algo que te ayude a ver el el error desde lejos.

Dicho en otras palabras, no podés andar por la vida creyendo que siempre tenés la razón, porque te estás perdiendo mundo y es al mundo que necesitás.

A veces siento que los amigos, la familia o las parejas no necesitan de tales, pero sí de actores o actrices que cumplan bien su papel.

G

No hay comentarios: