sábado, 9 de julio de 2016

Consulta sin cargo

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Siempre que quiero tratar sobre relaciones personales con amigos, familiares y demás etcéteras empiezo con una autocrítica. Y muchas veces llego sin heridas a ella pero siento que no puedo continuar escribiendo el tópido, ya que mis intereses merman con el pasar del tiempo y pierdo las pocas ganas de tratar el tema de una manera objetiva, tal vez para averiguar qué estuvo mal, en qué punto alguien se equivocó y todo eso.

No obstante, existen otros momentos en los cuales las personas con las que discuto recurren al manoseo público y al puterío, eligen rebajarse a llenar la cabeza de otros con chismes y secretos que confiaste alguna vez a quien consideraste importante, para tu entorno. No puedo engañarme, más de una vez contuve las ganas de cagar a trompadas a uno y por una necesidad de entendimiento o de lealtad; la verdad es que existen momentos en los cuales un chismoso se calma únicamente cuando le ponés un par de trompadas, así se acuerda que hablar a las espaldas de otros no es ético.

Al final, siento que todas éstas consecuencias sugieren un extremo camino a tomar. Y poco atractivo.

Nunca fui una persona fácil de conformar, al menos en los estándares sociales. Puede que mi manera de expresar inconformidad no hay sido la correcta pero el cansancio de la gente no conoce pedagogía alguna, destrozando el respeto mutuo y llenando los espacios con burdas críticas de quienes dicen no guardar rencor. Y la verdad es que no ven más allá de sus autoestimas partidas, no aprecian la presencia ni la palabra o del razonamiento, a veces siento que solamente prefieren tener barullo alrededor, compañía o personalidades tácitas que proyecten sombra, presencias que acompañen un rato efímero y destierren la soledad.

Es así, existen momentos en los que manoteamos compañía de donde venga.

Por mi parte, no puedo evitar sentir bronca ni tampoco la ausencia de obligaciones para con esos experimentos fallidos. La vida va y viene, aún más las amistades... perdiéndose con gran facilidad al pasar el tiempo. Van y vienen, siempre es así y siempre lo será, por razones buenas o malas.

Lo que sí se es que mi cabeza ofrece espacios para el entendimiento y que escasa gente lo toma. Para quienes lo rechazan, solamente ofrezco el olvido: dije que la vida sufre de un cambio constante y pocas veces sabemos dónde nos lleva. No lamento las drásticas decisiones que tomo, sí el haber contribuído a ellas pero las consecuencias son producto de cuestiones que nunca van a tener solución y la prueba está en que, a la primera de cambio, algunos prefieren destruir con palabras y etiquetas lo que una semana atrás llamaron "amigo".

Quise decir "actores", mi error.

Pensar que yo, como amigo, puedo ofrecer consejos sin cobrar dinero a cambio. Y si prestamos atención, podemos darnos cuenta del patrón: es un hecho que esa misma gente del montón, solamente se agrupa con otros que siempre den la razón.

Esto no es una contraofensiva, es una realidad.

G

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