viernes, 14 de junio de 2013

La mitad que te pertenece

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Hay una parte de mi que se siente incompleta. Hay una parte de mi que no se llena con las distracciones a corto plazo. Hay una parte de mí que prefiere recordarte siempre, feliz y mía, más esa parte se da cuenta de la falta que le hace un universo a cada estrella, una estrella a cada deseo, un deseo a cada beso.

Hay una parte de mi fanfarrona, irónica, sensible e imperfecta, una estrofa de un cuento sin héroes, testigos o vueltas: una historia llena de tristezas extremas y metáforas crudas pero trilladas. Hay una parte poeta de mí, que solamente escribe sobre vacíos y remordimientos, que camina y ve la magia en cada cosa, en cada mirada, en cada color, en cada imperfección. Y que no la entiende.

Hay una parte de mí que es ignorante, que sabe sobre los detalles y no sobre las grandes cosas, que guarda todas las palabras en el bolsillo y no sabe para qué sirven. Hay una parte de mí dictadora, maravillosa, cursi y elegante, que sabe de amar pero, tanto como la idea absurda que causa gracia al publico presente. Hay una parte de mí que se asusta con fantasmas de terceros, que no confunde la dignidad con roces casuales, que llora miles de historias inventadas en un segundo, de las que permanecen en el olvido.

Hay una parte de mí que nació para ser libre en tus brazos, que creció esperando que fueras una sola, que maduró golpeándose con tus portazos, que seguirá sin saber qué deparará el camino, que morirá sin haberte seguido. Hay una parte de mí... que no quiere ser parte de sí misma, siquiera desea tener manos, pensamientos o improvisación. Tan sólo silencio para sus oídos y oscuridad para sus ojos, frío para sus emociones y desahogo para la mente. Y tal vez, mejores sueños.

Hay una parte de mi obtusa pero sincera. Hay una parte de mi efímera pero reminiscente. Hay una parte de mi ilusoria pero fácil de amar. Esa misma parte de mi es etérea y quisiera no llevar tu nombre, sí tu compañía. Esa misma parte de mi, quisiera no perder el alma cada vez que te extraña y volverse la marioneta de viejos buenos momentos. Esa misma parte de mí... la que quisiera llenar de finales un cuento ya repetitivo y sin terminar.


No es poesía, es sentimiento. Nada de metáforas, simplemente lo que siempre pienso diariamente y dejo de lado, mientras me arrimo al mundo que me pide a gritos "volvete común" e ignora por completo cómo es que me siento.

G

PD: extraño lavar los platos juntos e interrumpir para hacerlo sobre la mesada, verla sacarse el delantal delante de todos, quedarme mirándola como un idiota cada vez que ponía esa sexy cara de nada, rapear con ella sobre la música ambiental del hotel, que me arrastre de la solapa directo a su habitación, que me escriba, perfume y mande una carta desde el hemisferio norte, que me diga que me quiere con sólo apretar fuerte mi mano, que se adelante al caminar junto a mí y me deje contemplar su manera única de andar y luego se de vuelta para mirarme, que vaya a comprar caramelos conmigo, que acepte besarme solamente por no perder un desafío y que me enseñe su cuello de Aquiles... y tanto más.

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