martes, 17 de mayo de 2011

A vos, con la voz vulgar

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Bueno, no sé.

Es muy fácil criticarte cuando recupero sobriedad. Testeo todos mis impulsos, los calibro, los balanceo al borde de las consecuencias, transpiro de antemano los errores y te miro, horas, días, mundos, sin poesía pero con destello. Mido el prueba y error pero aún así, te critico y quién mejor que mi propia forma de ser. Quién peor para vos.

Sos la vergüenza de mi existencia. Jamás debí prestarte atención. Sólo sé de vos porque mi curiosidad supera la ignorancia feliz impuesta, que de nada sirve cuando nacés pensante y te odio, tantos buenos adjetivos para calificarte de bien y te odio. No puedo ver por sobre tus puntos buenos y te sigo odiando, cada instante que roés lejos de mí llega delante de mis pies y en forma de piedras plurales, de aquellas que te hacen tropezar, una y otra vez.

Bueno, podemos dejar el 100% de la culpa sobre mí, después de todo tu servidor es quien es por dar un paso delante y tomar la posta de cada situación que dejás en la depresión. Si supieras que ella no sabe de autoreparación.

Y la gente que no olvida.

Bueno, no olvida lo malo.

Y yo, más que todo, pobre, pobre de vos, que te cansás de escapar y buscás en el bolsillo de otros, redención.

¡Cansado estoy de vos!

G

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