viernes, 4 de abril de 2008

Gabriel, no servís

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¿Qué tanto podés demostrarme que estoy equivocado?

No lo puedo creer.

Sencillamente "chau".

Hubiese sido más fácil que me dijeras de mala gana las cosas, así al menos me hubiese quedado la bronca y las ganas de pelearte, de mandarte bien a la mierda. Me doy cuenta de que te falta muchísima autoestima, que te falta tanto pegarte contra paredes, una y otra vez, hasta que sangres feo, hasta que te desmayes y que cuando al fin despiertes, te des cuenta de lo fácil que es suicidarse en ésta vida quedándose quieto.

¿Y yo?

Fracaso tras fracaso. Me da tanta bronca, te juro, tanta bronca equivocarme, dar y no recibir, tratar de demostrarle a la persona que tengo enfrente que es más fácil ponerle ganas que quedarse quieto haciendo nada. Pero no puedo, no tengo llegada, no logro que la gente entienda lo que digo, gasto saliva al pedo (digo ésto y asoman lágrimas). Todos terminan demostrándome que no sirve de nada ser como yo, un maldito soñador que siempre está dispuesto a agachar la cabeza y poner la personalidad de los demás antes que su ego. Y estoy cansado... tan cansado... por dentro estallo de ira y de tristeza, quisiera estar yo tres metros bajo tierra.

Pero sé que no tengo el valor para hacerlo.

Vivo porque no me queda otra más que vivir.

Gabriel

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