jueves, 12 de enero de 2017

Casi un mantel

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Trilogía: subtópico.

Ya tengo listo el final de la trilogía y, si bien está escrito y guardado en borradores, tal vez sientan que sea algo apresurado pero no tengo duda alguna de lo que quiero mencionar este año en la tercera parte. Nació el bebé y pesa tres kilos.

Siempre dije que fui, soy y seré un gran mentiroso. Sin embargo, soy un tipo honesto y leal, algo que muchos prefieren ignorar y lo asocian a la falta de sinceridad. Y yo te digo que la vida social de cada uno es el mundo, sus alrededores, la gente que los rodea es quien los define, porque sos una máquina expendedora de consecuencias, modificando la vida de los demás con cada actitud, con cada sonrisa, con cada decepción. Es por eso que me molestan las mentiras cuando sirven para crear lastre en la vida de otros.

En general, no sirven de mucho, sino para ocultar vergüenzas. Es por eso que suelen ser inconsistentes, no son más que capas sobre verdades que sí reflejan la gravedad que las arraiga a tierra. Y los seres humanos, a pesar de la liviandad de las mentiras, somos susceptibles a ellas de una manera incomprensible. Sobre todo, cuando la gente más cercana a vos tiende por base a creerte, porque... ¿por qué no lo haría? ¿No nos asociamos a ellos por ganarse nuestra confianza? ¿De qué sirve crear una fantasía cuando todo lo que llevás puesto es lo que ven día a día? La verdad es que nunca llegamos a entender el porqué, aunque están, las mentiras están.

Tantas otras veces, ocultan intereses que sobrepasan el límite entre social y moral, sabiendo que la falta de honestidad puede desatar la desaprobación de aquellos allegados, más allá de si es importante o inherente esa verdad, pero sucede... Sucede tan seguido que nos preguntamos si la mentira se convierte en un vicio o en inmadurez. Y un tiempo después, siento personalmente que fui un idiota si formé parte de esa red, no viendo en perspectiva los gestos, las actitudes, las mismas frases nacidas de la persona que mintió, habiéndole prestado atención a todas esas palabras absurdamente generadas y no a la gravedad... que siempre atrae la verdad de fondo. Claro está que, con el pasar del tiempo, esas capas volaron y no quedó más que asumir cada uno la responsabilidad del monstruo creado.

xD

La mentira se monta sobre la mesa, antes de servirse la verdad, aunque rara vez protege de las sobras. Es casi un mantel.

En fin, creo que sólo balbuceo, aunque la idea fue plantada.

Por mi parte, me despido, pensando en minimizar causa y consecuencia de las mentiras en las que tomo parte, por volverme ciego.

Necesito que me distraigan menos las trivialidades diarias y me concentre más en observar.

Después de todo, es el único modo con el que razono.

G

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