sábado, 31 de agosto de 2013

Experimento²

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Ayer, fui a la parte de ajustes de mi teléfono y cuando vi la opción de "formatear" la memoria C:, apreté el botón. ¿Consecuencia? Se me borraron todos los contactos, todas las notas con direcciones y teléfonos que no quería tener en la agenda, todas las frases colgadas, todos los mensajes, casi todo de todo. No fue una situación fortuita, había metido mano e hice que el reproductor de música dejara de funcionar pero... sabiendo que formateando iba a recuperar la normalidad, sabía también que todo se iba a borrar... Sin embargo, apreté el botón igual.

Recuperé algunos, aquellos que guardaba el historial de Whatsapp y realmente, fueron pocos. Por el resto, la verdad, es que me alegro de no haberlos guardado. Acumulan polvo en mis teléfono y no soy de esos que esperan a que les sirva un número, no, la verdad es que no estoy en una etapa de mi vida en la que tengo ganas de esperar a que "alguien" sirva. Creo más conveniente decir que mi etapa consta de "observación", con un ojo clínico que no perdona. No más equivocaciones, no más elecciones al azar.

Y mencionado eso, quiero agregar dos experiencias a la cuestión, dos experimentos que llevé a cabo ésta semana que ya se termina. Constaban de levante, claro está, de esos que evalúan cuán oxidado estoy, algo bien estúpido (considerando de que mi ego está bien, recuperó sus cabales) pero bueh, algo tenía que hacer para matar el tiempo.

El primero resultó en un lugar al azar, para lo cual elegí el viaje en colectivo. Luego de la primer pregunta, la charla se volvió fácil y llevadera, encontrándome llenando huecos de charla que ella dejaba (al charlar con un desconocido que avasallaba en palabras) o porque simplemente le aburría de entrada o no tenía práctica. Rubia, de las que Margo quiere que levante. Reímos, mucho, resultó ser divertida una vez suelta. Pero, casi al final, en vez de pedirle su teléfono, le pregunté la edad. Le llevaba más de diez años. Le di las gracias por la charla, la saludé como si la conociera de siempre y me bajé, sin más trascendencia que el recuerdo de un buen momento de viaje.

El segundo, en el puesto. Una de las tantas miles de personas que se acercan preguntando una dirección y que tanto me cansan, que ya contesto que no tengo idea y que no soy del barrio. Pero, a ésta niña, le di charla y se quedó, riendo. Tenía el pelo castaño, los ojos dulces y una sonrisa que instaba a quedarse uno queriendo. Palabras triviales, que ser florista era nada del mundo, que ella trabajaba en una panadería y sabía lo que era el oficio de "vender" y tener esa picardía, etc. Nada del otro mundo. Again, cinco segundos de silencios y el "más allá" esperando. Bueno, la dejé ir, sin pedirle nada a cambio. Era un experimento, nada más.

Puede que me haya perdido algo pero...

Tengo la frescura para conseguir lo que me proponga, lo que sea. Sin embargo, con respecto a las mujeres, aún no me siento listo, aún me siento en etapa de "clavos" y prefiero que si existe una próxima relación, sea natural y no forzada. Por otra parte, mi cabeza aún no olvida y tortura, tengo mis malos ratos y aún no se cómo llevarlos sin estallar en ciclotimia. Es así que prefiero mantener la calma, soportar mis ataques y no elegir por "regalo" o "primera oportunidad", mientras mi cabeza se va asentando, calmando, curando o lo que fuere que tengo metido en ella y me tiene enfermo de intranquilidad.

Puede que también esté equivocado, pero ahora mismo, prefiero cuidar de la poca cordura que poseo. Y con un poco de histeriqueo, que no me viene mal para mantener la autoestima en alto.

Siempre la quise bien arriba, ya que en la mayor parte de mi vida me quise poco y me pasaron por encima.

G

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