domingo, 30 de diciembre de 2018

Ojos vidriosos

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Trilogía: parte uno.

¿A quién le importa leer la primera parte de una opinión solitaria sobre las fiestas? El cerebro se me está apagando antes de empezar, les advierto y no sé si es peor que soltar la lengua... dejar que los impecables azulejos se pueblen de equis, marcadas violentamente con polvo de ladrillo.

Sep, ¿a quién le importa la alegoría?

Lo más triste, es que te acostumbrás a recibir opiniones con ojos vidriosos sobre este blog, tanto que le pierdo el gusto a seguir escribiendo en él. Claro, esa es mi parte humana, la que se pinta la mejilla con aceite de pescado y le grita al mundo "¡MÍRENME! ¡MÍRENME!" Es natural ser uno más del montón, que busca atención, una simple opinión que no me haga sentir solo en el mundo pero, ah... estamos solos, ya sea por decisión propia o diferencia de gustos con terceros.

El punto es, que llegan las fiestas y mi único deseo es pasarlas a mi manera, tranquilo. Pero con las manos atadas, económicamente hablando, no puedo tomar decisión alguna sin que genere un terremoto al otro lado del hemisferio. Y la verdad es que estoy cansado de vivir amistades teóricas, siempre dije que la vida representa los hechos y no las ensaladas que preparan nuestras palabras. ¿Querés preocuparte por alguien? Preocupate a su lado, no a través de un teléfono. ¿Querés saber cómo está? Tocale timbre, demostrale que tu amistad vale un viaje.

Al final, siempre resulta verdad lo fútil que es discutir contra hijos únicos.

¿Qué? ¿Que hable de cómo fueron mis fiestas? Bah, como si les encantara leer la detallada descripción del reggaetón que sonó de fondo, cómo todos metieron la cabeza en sus celulares, tomando cerveza barata, comiéndose todo antes de que mismo el cocinero se siente a la mesa.

¿Pa' qué?

Al fin y al cabo, mis amigos han sido más familia que la propia de sangre, donde a éstas alturas siento que no somos más que un zoo.

Por eso duele ver que tu familia haga lo mismo que tu familia.

Estoy seco de emociones.

G

jueves, 29 de noviembre de 2018

Familia devaluada

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Te cambio la página de compras por este blog.

Hay veces en las que me pongo mal y simplemente dejo salir el mambo, descargo a solas pero razonando el bajón, repitiéndome una y otra vez que es la manera correcta, que necesito vaciarme de energía negativa y todas esas mierdas reales.

Perdón blog, el diccionario fue inventado por alguna razón.

Ser hijo mayor es una de las peores cosas que te pueda pasar. Por lo general, las expectativas van depositadas 100% en vos, todos los palazos y las presiones van con rigor, los castigos son tremendamente severos y nadie está ahí para explicarte que en realidad, las marcas moradas en tu cuerpo son descargas emocionales de tus padres, que no logran llevarse bien entre sí. Claro que, con el pasar de los años, es algo que lográs razonar e ignorar, al seguir con tu vida.

Pero... de vez en cuando, la familia del viejo mundo se te pega y llega el momento de interactuar nuevamente, de crear esa dependencia innecesaria, porque tus viejos son iguales a cualquier otra persona, seres humanos que te trajeron al mundo y con los que no tuviste elección al formar un vínculo, aunque te duela, literalmente, lo que hagan para "ayudarte".

A veces, cuando digo una blasfemia, tengo ganas de encojerme de hombros.

El punto es, que las relaciones familiares se suponen que funcionan, hasta que no. No nos olvidemos que somos seres egoístas y que no nos gusta que nos nieguen ideas. Yo no busco aprobación, tal vez un favor que me sirva de regalo de cumpleaños. Y este año algo hice mal, porque ni torta de cumpleaños tuve, ni de mi familia. Lo gracioso es, que durante años me sangró el cfjlsdjkfsdklajfjlaksdfjasdlkfjkljasdjkfjklsdfjksdjkfsdlkfjaslkdfjsldkfjsldkjfsdlkjsjkl por la familia y de repente, toca la puerta y entra un pelotudo con remordimientos a cagarme a trompadas, porque le hizo caso a un falso rumor. Cuando me pongo a pensar, más me veo como mártir, pero no uno de esos que van camino a ser admirados, sino como el "estúpilotudo" que no logró algo con su sacrificio, sino que eligió el peor momento para hacerlo.

I'M FINE, I SWEAR.

Ponele.

Por eso, cuando me vienen con palabras dulces, no me las creo. Yo no dejé de creer en las cosas buenas de la vida, pero sí estoy seguro de que estamos rodeados de giles, que no saben apreciar tus virtudes. Por ende, pienso en la mayoría de las personas, familia incluida, como ceros y unos, como borradores a punto de, aristas de filósofos que nadie conoce.

Hace rato que dejé de creerle a la religión.

A la religión como hombre.

Mi persona vale más que cualquier otra, respirando.

G

viernes, 12 de octubre de 2018

Desorden mental

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"... como son los niños, que aún no desarrollaron su cerebro del todo o no acumularon la experiencia necesaria como para tomar decisiones, basadas en patrones que se repiten, una y otra vez, como formularios solicitando documentos nuevos o hermanos, en una familia de dieciséis hijos..."

- No me mires así, no quiero salir con vos.

La miro con recelo, absorbiendo la sorpresa en sus cejas.

- No todo en la vida va de interés o de cuerpo...- hago una pausa sin pensar.- A veces, sólo se trata de estar ahí.

Tomo mi abrigo y me voy, dejando en el asiento de enfrente un sueño que ya no puedo etiquetar.

...

El tema es, que todo por definición sigue un patrón, la vida, los peces, los formularios, los liches. La verdad de la milanesa es que veo a la vida como una serie de eventos que se repiten hasta el hartazgo, que puedo señalar a alguien más joven porque yo viví su inminente error. También veo que ciertas actitudes las exagero, porque la falta de orden me vuelve loco, hasta el punto de no soportar un sólo error más, hasta el punto en el que quiero que mi cabeza explote, que vuelen por los aires todas estas manías que estoy escribiendo, porque estoy cansado de vivir entre números impares, que se perdonan unos a otros mientras se apuñalan de frente o por la espalda, que luego se hacen llamar "familia" y se juntan a celebrar el día del extraterrestre...

Necesito respirar.

Muchos sentimientos. Digo, las cosas en mi casa no van bien, en el trabajo tampoco aunque se, por lógica, que los momentos se repiten una y otra vez, la vida va y viene como se le antoja, que mañana comemos caviar y pasado, moscas en aceite. Y por la falta de orden, mis pensamientos, mis acciones, mis emociones, todas alteradas, llenas de nervios y desorden, acudiendo siempre a la misma droga cyber espacial. Mi entorno en general está mal y todas las piezas del reloj se van oxidando, dejando que mi mente piense que aún necesito una compañera, un lugar nuevo, un trabajo nuevo, amigos nuevos...

No es el punto, en realidad, sino que todo va por el lado del orden. Esa es una palabra que me repito mucho, últimamente... "ORDEN, ORDEN, ORDEN"... Porque todo lo es, a mi alrededor. ¿Que si extraño tener otra Carolina? Obviamente que sí, aunque mi necesidad de mujeres haya trascendido el simple gusto carnal: la vida es mucho más que besos y arremetidas, es testimonio, es compañerismo. El resto viene por añadidura.

JAJAJAJAJA.

Parezco uno de esos testigos de jehová.

Algún día hablaré de la religión.

Tengo la mente desordenada, porque mi entorno es un desastre, lleno de papelitos de caldos tras la cocina y despojos de perro por donde caminás. ¿Ves? Tengo que seguir este post pero voy distraído porque los gatos coman, sin que la perra ladrona esa venga y se coma su alimento balanceado. Siempre hay algo, un sentimiento, una pelea, un perro ladrando, un jefe hijo de puta, un estorbo... que se interpone entre mis acciones y el presente. Pero no es el problema, digo... un ignorante viene y me dice que lo detesto porque tengo celos de que todos le perdonen cada vez que va y se droga hasta lo que no posee, robando en el camino, derrochando la buena voluntad y todo eso, lo que me lleva a pensar que tal vez sí sean celos, porque yo procuro ganarme lo que gasto y de repente, él va y demanda que le den la mitad de mi sueldo para ir a drogarse, cosa que mis parientes no dudan en hacerlo.

Entonces sí, al final me dejo corromper y admito que son celos.

Y no deberían de serlo, porque soy un ser razonable, que piensa de a dos, que procura no ocupar el espacio que le pertenece al otro, que lo respeta, que dice "tenemos" y no "tengo". ¿Sabés qué? Tengo celos, porque toda esta maquinaria me lleva a ser como vos.

La única solución que veo es dejar de fumar, ir a levantar bolsas al puerto y alquilarme un arbusto en 25 de Mayo. Porque toda esta parafernalia diaria me está quitando el aliento y lo que verdaderamente represento.

Un G.

jueves, 30 de agosto de 2018

Mina de proximidad

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Conozco a una persona que sabe poco de personas. La conozco tan bien que se lo burdo que se siente al saberlo. Se que posee una gran inseguridad, digna de abandonadores o segundos puestos. Se que tiene palabras pero tinta rosa para escribirlas, que su valentía la saca de películas y juegos imaginarios, que todas las noches le habla a su ego y la voz invisible le contesta, llenando el pizzarón de marquesinas y falsa autoestima.

Conozco a una persona que es como una novia "fea". Y la conozco no porque sea "fea", sino porque no importa el calificativo, sino lo que hace con el mismo. Imagino su mano tomándolo de la mesa y pasándoselo por toda la cara, como si fuera pintura de guerra o peor, un color recién inventado.

Conozco a una persona que se repite una y otra vez que puede, y creo que puede, sólo que quiere ser "cómo" el más alto y no lo entiende. Cuando todavía absorbía ejemplos, quería ser "como" aquel y cuando maduré, quise ser yo. Y si hoy deseara ser algo más, sería ése MÁS, no como el más menos. No me enriedo, hablo en detalle, pero conozco a una persona que asiente cuando no entiende o se queda dormida delante del público.

Conozco una persona que ocupa mucho y abarca poco. También la conozco porque te saca del hueco y te lleva de tour por el infierno, que tiene el poder de crear nuevas experiencias pero les pega una etiqueta detectora, por si las moscas. La conozco, porque su la falta de respeto hacia el orden ajeno es conciso o simplemente le falla el olfato, para luego cubrir sus huellas echando culpas y enojándose por cosas escritas en cualquier renglón, en cualquier cuaderno.

Conozco a una persona que es responsable y también, nuclear. Sabe que no puede quedarse sin dinero, aunque le cuesta tanto comprarse puchos, por lo que termina fumando la paciencia de los otros y pagando por la habitación, dejando que la mucama limpie la vergüenza que deja atrás. Lo conozco tan bien que veo su manera de ver a las parejas: como testigos que estén dispuestos a sacar sus pelos del fregadero o su risa disuelta, de los manuales de literatura. No tiene espacio para la duda y camina tan derecho como ciego por la cornisa, riéndose de la superioridad que los animalitos de oro le hacen sentir, desde su bolsillo... matando varios pájaros de un tiro.

Conozco a una persona que se mete en todos los rincones y se llena de la humedad oscura que pintamos los demás.

Lo que no entiendo es el porqué.

Aunque sí entiendo lo absurdo que resulta tener cerca a una persona así.

Como una mina de proximidad, que te jura mil veces que no va a explotar.

G

miércoles, 15 de agosto de 2018

Pan con tabú y manteca

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Existen personas que me vuelven a hablar cuando posteo en blog.

Por otra parte, debo admitir que tengo sesenta y cinco, más o menos ocho, a diario. Voy caminando y aparece, como cuando uno tiene la necesidad de abrir la boca y usar las cuerdas vocales para socializar, digo... para materializar un pensamiento inútil en un big bang tercerizado. Como cuando subís al colectivo y alguien se apodera del asiento individual, sin mirar si hay una anciana o una embarazada al lado; digo... como quien depura una actitud egoísta y usa todo su cuerpo para denotártelo... digo... cosas de la vida.

Ese no es el tema del día, que en general nace en la ruleta gabrieliana. Sin embargo, sí debo admitir que vengo con esos días de taxista nocturno, en los que deambulo por la casa, en búsqueda de un pasajero que alimente la charla... digo, la billetera. No te rías. Bueno, reíte, es culpa mía que toque tu nervio picarón. Ahora señalame con el dedo, asentí con esa sonrisa anaranjada y guiñame el ojo, mientras retomo el tópico: quienes me conocen bien, saben que el sexo no es mi razón de existir. Sin embargo, nunca fui una persona extraña o de gustos raros... nope, me encantan las mujeres.

Y sin embargo...

Sí, dos veces.

... sin embargo, dediqué mis mejores actitudes a convertir el sexo en un arte, no tomando el atajo de los monos, el de la saliva y todo eso que las películas te ocultan entre tomas, sino... bueno, tengo que defenderme un poco y decirte que no soy un purista, jaja, todo lo contrario, pero sí lo tomo como algo rutinario. Si tengo que usar un ejemplo, aplico el de la limpieza: no necesitás limpiar tu casa todos los días, sino ensuciarla menos y mantener limpio lo que se te escape. El sexo es igual, para mí, una respobligación (jaja, viste lo que hice) que da placer y molestia, a su vez, pero no más inoportuno que ir a lavar los platos o acompañarte a la parada a las seis de la mañana. Es un arte, para mí, un refinamiento del tacto inverosímil, el "im" que precede a lo posible, las horas de charla que puedo dedicarte después... las mismas que te doy cuando me cebás mate o miramos televisión.

Asd.

Extraño la compañía, más de lo que me gusta admitir y nunca dejo de intentarlo, aunque elija a veces ocultar una nueva relación o volver a darle una oportunidad a la misma estúpida.

Vos y yo tenemos distintos niveles de vacío, así que guardá el dedo.

Y resulta burdo que quiera mencionar eso del sexo como arte, bla bla bla, porque así es mi actitud genérica hacia las relaciones. No me esfuerzo por regalarte un ramo de flores porque quiero demostrarte que soy más de lo que mi ropa oculta (jaja), sino porque mi personalidad es empática y si sonreís al recibir un roce en el punto gabrieliano, digo... en tu maquinaria de buenos momentos, mi maquinaria de trabajo en equipo y mutuo acompañamiento, sonríe también.

Estoy seguro de que ahora mismo te preguntás porqué no soy mujeriego.

No escribas, está justo detrás tuyo.

G

domingo, 12 de agosto de 2018

Depresión poética

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Tengo balas en mi cabeza
que no se van.
Tengo espíritus en el corazón
y no se van.

Simplemente es... mi parte humana, la que escribe un post, así como la que le abre la puerta a los sentimientos. Quien me conozca pueda decir que me la pasé toda la vida huyendo de mi familia, porque siento que soy hijo de otra sangre. Es evidente que me duele decirlo, porque sube la presión en las pupilas y apenas puedo contener la tristeza de mi cerebro.

Me encanta echarle la culpa a otra parte de mi cuerpo, de manera poética.

Talento es falta del mismo, si no se cómo refinarlo.

Es como ver una vidriera, llena de cosas que brillan y te pierden con su aroma dulce, sabiendo que es la del negocio de tu viejo, que podés tomar de ella lo que quieras, con tan sólo un poco de esfuerzo para caminar y abrir la vitrina. Así es como me veo y no se si me define la falta de sábanas en mi lado izquierdo o el arte de la repetición, que no llegará con vida a los cuarenta.

No pretendo que me entiendan.

Pretendo que lo hagan, ¿piensan que no?

No miento, tengo tantos hemisferios en mi cabeza como personalidades, que a su vez salen negativo en el examen de esquizofrenia. Soy un tipo inconforme, que ya no quiere darte una chance más para que pruebes ser una buena amistad o la mujer que pueda mantener mi ritmo. No pido que seas hermosa, pido que seas lógica o humana modo "nohulk". Pfff... que hayas caído del árbol, que hayas caído de pie o al menos, recuerdes cómo hacerlo la próxima vez.

Si, que sepas aprender de tus errores.

Que juegues en party.

Que no destruyas esos ítems que a tu pareja le puedan interesar.

A veces me veo, me pongo en perspectiva. Y lo que más me gusta es cuando invito a alguien a formar parte de la aventura, porque me encanta cocinar para varios, liderar y agasajar al mvp. Pero con el tiempo, los psicólogos abruman mis buenas intenciones y convencen al resto del mundo que existe la palabra "colectivo" pero primero importás vos y luego, el resto. Por eso creo que el amor no es más que una necesidad egoísta. Por eso quiero que me digas a la cara de que no tenés ganas de verme y no que pongas entre vos y yo quinientas excusas.

Que el mundo tiene suficiente difusión.

Sí, soy un hipócrita.

Pero qué carajo te importa.

Perdón, tuve que rebajar el lenguaje, para que entiendas.

G

sábado, 7 de julio de 2018

Autocrítica

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A veces, no se qué decirte Gabriel, cuando te salen esas expresiones estúpidas sobre la raza humana. Nunca pensás en mi situación, en cómo vivo, dentro de tu cabeza, poniéndome títulos de padre y terapeuta, de abrazo y de positividad... o de lo que amerite la situación.

A causa de ello, me volví un camaleón, gracias a vos. Y sabés que no me gusta, que así perdí la libertad de expresión, que todas las mañanas me levanto pensando en si vas a encender o voy a tener que probar mil variantes repetidas y otras mil nuevas, por si las moscas. Mi mundo gira entorno a vos, las inundaciones me obligan a llevar salvavidas para treinta y ocho personajes, para luego tirarnos boca arriba sobre cualquier techo seco y escupir el agua de las neuronas, procurando volver a respirar. Soy más que un rescatista, soy un esclavo de tus incineraciones, de tu falta de medicación social, de todas las pequeñas cosas que descartás cuando volvés a ver un error humano...

... y es como una fobia que tenés, jamás rompés con el alma al aire, porqué tenés miedo de volverte a equivocar.

Entonces te encojés y cerrás los ojos, abriéndolos únicamente para saborear lo que te gusta, lo que te agrada que ingrese en tu entorno. A veces respiro, lo admito, a veces salgo y camino un rato, cuando te dejo en compañía de algún conocido pero vuelvo preocupado, con los bolsillos llenos de experiencias y en cambio chico; no logro encontrar el punto medio, te juro que trato y no puedo, tu ego ocupa el aspecto entero, el espacio interior, el universo.

Es tu vida, lo se. Es tu cabeza, yo solamente soy un invitado. Y como tal, te veo en todas dimensiones, un talento que se deja avasallar por la falta de paciencia, por la falta de vocación. Sabés mucho, la vida misma te lo enseñó, tenés criterio y observación.

Y te duele estar solo, aunque no lo admitas.

Pero no tenés los huevos.

No respetás mi opinión.

Bueno, sólo cuando te conviene.

L

lunes, 18 de junio de 2018

La verdad sin conjugar

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En mis veintipico abrí mis ideas al mundo, revelando la mayoría de mis secretos y el porqué de los porqués. Con esa actitud cursi, oculté mi actitud de caballero garchador (no de mis propias palabras) y dejé la propina sobre la mesa, dejando que mi mirada expresase el resto de mis gestos. El observador había conquistado América. (o como lo llamasen sus habitantes. en aquel momento). Y al octavo día, descansé, con el regazo de una mujer sobre mí.

Oh, que mundo tan fascinante el recientemente descubierto. Especias de todo tipo, maravillas exóticas y mucha naturaleza, mucho "barrio" entre las venas. Por un instante, dejé que me invadiera la normalidad y el mundo se congregó a mi alrededor, a escuchar todas las historias que tenía para quemar sobre la fogata. Fue un período de increíble aprendizaje, maduré una parte que jamás llegué a entender, no hasta hace poco. Y como si la manzana fuera olvidada sobre la hierba, las vivencias fueron pudriendo el color de las cosas, enterrando los momentos en el cementerio de la memoria.

Donde ni siquiera flores podemos llevar.

Hoy en día, ser adulto representa dejar de lado todos esos sueños estúpidos y adolescentes. O sea, podemos luchar por lo que queremos pero no es más que eso: "peleo por lo que QUIERO." La gente tiende a ponerle flores, poesías y manteles, para que al final pase la cena y nadie quiera lavar los platos. Exagero, claro está, mi punto es que tendemos a pintar el frente de la casa, mientras la humedad de dentro no se vea. Ser adultos nos trae la dura realidad de frente, imposible de esquivar y la mayoría de las personas eligen seguir disfrazando esas pequeñas buenas cosas con títulos increíbles y sacados de la mente más ingeniosa.

Más asombroso aún resulta que mi mente sea una de esas talentosas, que puedan inventar historias maravillosas y prefiera el sabor de las cotas más la falta de envase de la realidad. Me enriendo con las palabras o es mi mente la que lo hace... quiero decir que prefiero ver el mundo por lo que es y no por la falta de visión sobre los huesos; entiendo que el amor representa un conjunto de emociones, sensaciones y necesidades sobre otros seres humanos, entiendo que muchas veces la esperanza no es más que la incapacidad de tomar una decisión, que los amigos no están realmente para dejar sus vidas de lado y sacarte de los charcos, que la sangre no es más que un estorbo y que al final... te ata sobre gente que casi siempre piensan más en ellos que en vos.

Puedo enumerar miles de ejemplos, puedo señalar al mundo sin culpa alguna, más sabiendo que mi falta de explosión no se debe a la vagancia o a un inexistente corazón roto, sino al ver el panorama como es, sin vueltas ni múltiples respuestas. La verdad es una sola, afectada por la subjetividad de quien la pronuncia, pero al final... sólo la experiencia es inquebrantable y cuando escupo mis determinaciones, las baso en lo que ya viví. Pierdo el tacto a veces, lo sé, aunque tampoco quiero volver a ponerle una camisa de flores.

La verdad es y no necesita ser acompañada de verbo alguno.

No es que no crea en fabricar mundos maravillosos, sino que siento que mi manera de pensar en party está devaluada, al menos por la mayoría de mis alrededores.

G

sábado, 2 de junio de 2018

Sin party

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Hubo una época en la que necesité que todos miraran hacia mi lado.

Después, vino la época en que miré hacia el lado de los demás, descuidando el mío.

Ahora se que arranqué siendo egoísta, porque fui ser humano.

Ahora no quiero mirar, porque todos miran primero hacia sus costados.

G

miércoles, 18 de abril de 2018

Tiempos de necesidad

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Hace no mucho tiempo, me encontraba sentado en medio de la oscuridad, sentado en una silla y fumando de un cigarrillo casi invisible. No tan lejos de mi, admiraba los contornos de una mujer, perfectos al amanecer en el horizonte. Pensaba mientras, en todos aquellos momentos felices que viví junto a otras tantas, en la capacidad que cada ser humano posee para crear y superpoblar la vida con tantos recuerdos felices. Este momento en particular no se trataba de algo fugaz, pero sí tenía mucho de pasión y dudas pasajeras, la típica lotería en tu cabeza que elige consecuencias al azar, mientras tu cuerpo se relaja en un rincón de la habitación.

Y a oscuras.

Hablaré en presente, como si estuviera explicando el chiste.

...

"Las horas pasan, evolucionan en más tiempo, el arte de la repetición no encierra más que instantes que se reciclan una y otra vez, porque el reloj sólo sabe contar hasta doce. Anoche, cuando la abstinencia nos nublaba la cabeza, discutíamos sobre la evolución de cada mitad, dónde nos veíamos a la hora siguiente, cuando en realidad teníamos entre manos lo mejor del mundo y preferíamos encontrarle nuevo significado. ¿Éramos como viciosos de los apodos? ¿Teníamos que cambiárselo al amor sí o sí? Porque nunca entendí eso de los espacios y el cansancio que reemplaza las incontenibles ganas de hasta tener hijos o firmar un estúpido papel que le dice a los demás que estamos unidos por el resto de nuestras vidas... digo, nunca lo entendí, porque siempre salió de las mismas bocas, vos sos la única y distinta a las demás, ninguna es como vos, pero insistís en decir las mismas generalidades que el resto dijo más de una vez, usando ése tono banal e insensible, como si de repente vos querés otra cosa y ya no importa más que las relaciones son sociedades, donde al menos dos personas buscan el mismo fin y comparten las ganancias, repartiendo también la responsabilidad de las pérdidas, ¿no? Digo, si yo no puedo tener hijos, vos tampoco, ¿no? Y viceversa."

Podemos mandarle todas las etiquetas que elijas, el título y la naturaleza siempre son las mismas: necesidad. Creo en el amor, pero también tengo los pies sobre la tierra y se que te necesito ahí, dejando que la luz bordee los contornos de tu cuerpo o escuchando lo que sea que tenga para contarte. Es necesidad, es algo egoísta, es exactamente lo mismo que vos querés del resto del mundo y esa necesidad no viene sin costo alguno, sino que vos y yo, el vecino, la panadera, la senadora, el presidente, la loca de Belgrano, el ljkasdfjklasdjkfjasdlfjsalkdfjjskldfj mundo entero es todo lo que tenés para compartir. No existe algo más en el universo que puedas alcanzar y sea tan sublime como el aire que respirás.

Sino, estarías leyendo libros o mirando Orgullo y Prejuicio.

O The Notebook, vos elegís.

Todos queremos que el "amor" dure para siempre, pero existen demasiados/as cavernícolas que aún no se enteraron que estamos en el año 2000, que somos esclavos de feisbú en el celular y adictos a los chismes ajenos, en la televisión. Entiendo que te gusta cuando beso tu cuello, que es el movimiento que primero deseás que tome y que el ritmo lo adivine directo de tu mente... UDIOFIUSDKLJFSDLKJFSDJKLF.

Ni vos ni yo somos marionetas.

Sólo se trata de encontrar un compañero.

Y no de perder el tiempo.

Terminamos por hoy.

G

jueves, 5 de abril de 2018

Egoísmo solidario

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Nunca glorifiques a las mujeres.

Jajaja.

Bueno, en realidad nunca glorifiques a las personas, a excepción de aquellos que dedicaron su vida a tu formación... pero siempre gana "el hombre experimentado" (TM) e imagina que ser directo es sinónimo de valentía.

¿Muchas interrogaciones? ¿Soy demasiado metafórico? ¿Creés que debería de ser más directo? Mejor creé que este no es lugar para débiles o mentes genéricas. Es cierto que leerme requiere técnica "entre líneas" o al menos, conocerme, pero el mundo también está plagado de vagos y brutos.

Si digo "vagas y brutas", siento que el mundo se viene abajo...

NO GLORIFIQUES.

Jaja.

No pongas en el pedestal, porque está bueno decirle cuán mejor sos cuando estás con ella, pero no cuando ya no está. Entendemos que la necesitás, hasta el punto en el que te duele o te volvés caprichoso; sin embargo, la vida está llena de reemplazos y así como hoy escuchás cumbia, mañana escuchás tango... hoy te llevás una nuez al paladar, mañana un pezón... y bueh, nunca sabés lo que te espera a la vuelta de la esquina...

¡CUIDADO! ¡METÁFORA POPULAR! ¡INTENTE DE NUEVO, POR FAVOR!

A veces, tengo ganas de escribir PORFABOR y saber qué se siente estar del otro lado.

Alzar a la otra persona está bien, aunque no como un elevamiento propio, no necesitamos que alguien sea más alto que nosotros, así nos sentimos bien a su sombra. Somos todos iguales, los hijos se hacen de a dos, mantener una casa se mantiene de a dos, no sólo la plata o el lavado de platos lleva a que siga adelante. ¿Te encanta salir con un galán? ¿Me encanta que tengas altas gomas? ¿Te gusta elevarme? ¿Me gusta pensar que sos un objeto invaluable? Son todas banalidades, así como nos gusta comprar cosas de marca, porque se ven mejor o duran más.

Necesito una testigo en mi vida, no un ejemplo a seguir.

Te voy a regalar flores y hasta darte poesía, pero nunca creas por un segundo que sos más importante que la vida misma... porque las relaciones nacen en un acto de necesidad propia, egoísta. Te quiero porque "necesito", nada más.

El resto, lo pone nuestra personalidad.

¿Entendés o querés que te explique el chiste?

G

miércoles, 28 de marzo de 2018

Talento sin pulir

El mundo envejece,
no sus maneras.
Mis rasgos remcarcan
lo que fuiste, apenas.
Escupo mis palabras
como si no hubiera tinta,
borrándote al aire
una sonrisa distinta.
Los años te vencen,
tu niñez, entristece.
Sintiéndote culpable
de culparte a la nada.
Un padre de etiqueta
es la sed del desierto
y siempre que despierto
te entierro bajo arena.
Un padre sin remedio,
un vicio heredado,
un grito impensado
para una sola canción.
Yo puedo saltar
y atrapar al universo.
Plegarlo a mi antojo,
escribirle un verso.
En los bolsillos
de la noche




Yo puedo creerte
y volar la etiqueta
que ostentas como padre
y es una marioneta.
Yo puedo entender
que algunos no nacen,
simplemente son ideas
sin latidos ni corazón.
Yo puedo vencer
y exiliar mis rencores,
también podría beber
con los pies.
Yo puedo apagar
la luz que te ilumina,
mirar hacia adelante
como todos miran.
Yo puedo atrapar
el recuerdo del resto,
crear nuevas historias,
volverte el villano.
Yo puedo atarte
klsjadfjklsdfjklsdfjklsdlkfjsdlkfjsdlkfjslkjfd

jueves, 1 de febrero de 2018

Tocando el nervio de una canción

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Trilogía: final.

Una vez salí varios meses con una chica preciosa, una de esas que todos los hombres se dan vuelta a mirar, en la calle. Llegó como consuelo de otra relación ya terminada, como una distracción "seria", una nueva apuesta. Hasta ese momento, iba en serio, no me tiraba cañitas al aire o me tomaba un respiro casual, con alguna que otra mujer.

Recuerdo también la enorme fachada que resultó ser esa belleza. No lo digo por algo malo, en particular, digamos... la imagen de ambos encajaba a la hora de las fotos, dos muñecos de torta, ¿tal vez..? Yendo a lo personal, no congeniábamos en lo que llamo sarcásticamente como "decisiones": si bien disfrutábamos de buenos momentos, no había manera de evitar la sierra que se acercaba cada vez que las acciones nos ataban a la mesa. Treinta besos y un argumento estúpido para discutir sesenta minutos o más.

Cabe mencionar una vez más que yo me encontraba en un mal momento de mi vida y aún así, al comienzo di lo mejor de mi.

Con el tiempo me quedé sin repuestos para mejillas. No obstante, decidí jugar una mano extra y acudí al consejo de una persona cercana a ella. Cuando terminó la charla, me sentí aliviado al tener un punto de vista más fresco sobre cómo maniobrar ante una situación que, visto desde mi costado, se me estaba escapando de las manos. No quería perderla, nunca me gustó perder a quien aprecio, me gusta cuidar lo que tengo, lo que "me" tiene... Me apegué a la nueva arista y apliqué paciencia, procurando minimizar lo peor de mí. En cierta manera, ya estaba roto, claramente no era el momento en el cual debía estar con alguien, ya que marchaba tropezándome con todos los muebles y lamentando los moretones. Pero seguía, tenía que dar algo mejor que partes oscuras y celulares chocando contra la pared.

A los pocos días, nos sentamos delante de su computadora y nos pusimos a escuchar canciones, una de nuestras pocas buenas costumbres de pareja. En un momento saltó a la charla mi gusto variado y decidí ponerle un tema de kjasldkfjiosufjklljkfsdkjf(inserte lo que a usted le gusta y a otros no, aquí). "No, sacame esa mierda", fueron sus exactas palabras, con una pseudo sonrisa en su cara.

Ese fue el instante en el que decidí no seguir con ella.

Cabe destacar que luego de ello, no terminé la relación y me embarqué en un tour de bares y cabarets, que poco tenían mi nombre en sus marquesinas. Ella había dicho, un tiempo después "te vas a hundir en el pozooscuridadinfiernoquetepudras" y cosas por el estilo. Tuvo razón, me deseó lo peor y me tocó vivirlo, como todo pecador al que le llega su día del juicio.

Mmmnop, borren esa última metáfora, es cursi y religiosa.

Fueron cuatro años, antes de volver a sonreir confiado ante una mujer.

¡Miren! ¡Un avión!

Todo lo que viví por aquellos días lo tengo fresco, más lo negativo que lo positivo, como se debe. Y recuerdo cada detalle, cada aguja que traspasó la carne y tocó nervio, esa enfermedad que me tuvo en cama durante años o esa droga, si mejor prefieren, llamada "socialización". Toda mi vida estuve rodeado de gente, como centro u observador, siendo el que recibía el beso o al que se lo negaban. Viví, pero no fui intenso y cuando decidí hacerlo, no soporté el peso de los errores ajenos, esa tendencia al autoflagelo. Tenemos esa necesidad de mezclarnos con la sociedad, volvernos dependientes de sus acciones; somos animales domésticos, esperando que nos llenen el plato de comida, aunque podríamos ir y arrancarle la pierna a un transeúnte que pase por la calle. Decimos que vamos por el lado bueno, que no le deseamos el mal a otros pero... creamos una dependencia viciosa, "¿la soledad o un testigo?", respuestas obvias si las hay...

El día de mi cumpleaños 38 recordé lo de la canción y me reí como estúpido, como buen estúpido que se inventa dependencias y luego llora, porque se las quitan.

Y como enero fue uno de esos meses en el que la soledad se tornó vicio, medité sobre la necesidad de mezclarse y en lo que realmente necesito poner en mi tablero, a futuro. Plus, me llegó una nueva entrega de "me importa un bledo que hagas tu trabajo bien" y no tuve aguinaldo en el trabajo. La dejé en el baño, para que la lean.

Nada.

Tal vez me siga desintoxicando de vos.

No, no de vos.

Tampoco de vos.

De vos.

Ahora se pueden juntar a criticarme, aunque sea por los viejos tiempos.

G

miércoles, 17 de enero de 2018

Una estúpida sonrisa

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Tengo sueño, me duele la espalda.

Trilogía: parte dos.

Voy a hacer trampa en este post y paso a explicar el porqué: por primera vez en mi vida, pasé año nuevo completamente solo, con una buena maratón de serie, un pollo a las verduras y vino blanco, más un plus de tranquilidad (que tanto cuesta conseguir hoy en día). Estaba solo, la gente se había ido a un lugar que a mi cerebro no le importaba, con el espacio de un millón de estrellas y el color de mi propio universo empapelando la noche. Por un momento creí que mi parte humana iba a caer en las necesidades básicas, que iba a extrañar a una o a otra, que no iba a preparar otra carne a la naranja o a filmar a Elena prendiendo un cigarrillo...

... pero entendí de antemano que la vida te da momentos en blanco, que somos los únicos capaces de darle forma y color a lo que otros luego admirarán... u odiarán, según los gustos. Monet, Picasso, Carlitos el pintor, cada uno tiene mano para crear lo que el público correcto prefiera y me estoy desviando, lo sé; quiero decir... tomé ése 31 a solas e hice de él un nuevo post.

Adoro la simpleza de mis laberintos.

Digo, ¿alguna vez observaste cada palabra que mis dedos releen para vos o pensás que son los desvaríos de un artista sin pulir?

Oh cariño, deberías de estar en mi cabeza.

Deberías.

Y allí estaba el pollo, envuelto en cebolla caramelizada, tiras de morrones y un vino que ya se había evaporado; cortaste una porción grande y cuando la llevaste a la boca, sentiste cómo lágrimas imaginarias asomaron en tus ojos, culpa de la reacción que un buen bocado provocó. No fue tu primer plato, no fue tu primera creación, habías hecho miles y algunos extras, según la villana de turno. Has improvisado con éxito buenas cenas, has cocinado con camisa negra y más tarde, te deslizaste dentro de la mentirosa pero... digo, cómo te provocaba la mentira, cómo te gustaba ser el santurrón, el que señalaba con el dedo y era el primero en mencionar todos sus errores, porque nadie más podía decirte cuáles eran, nadie podía señalarte, nadie mereció sentirse más que vos, porque siempre creaste sorpresas, porque moviste al huracán, porque te convertiste en la fogata de un día de frío, porque fuiste exigente pero tenías mucho más para dar.

Porque cocinaste para todos.

Porque supiste cómo pasar un año nuevo solo.

Porque siempre fuiste un extremo y el otro, porque te olvidaste y te acordaste a tiempo, porque volviste a decirle que no a tus debilidades.

Y PORQUE BLA BLA BLA.

Ah si, lo de porqué hago trampa: pasaron dos semanas y media desde que entramos en 2018, así que... puede que se hayan mezclado sensaciones nuevas, impensadas (después de todo, ya estamos a diecisiete y en cinco días, mi lado testigo va a pagar la entrada para acceder al guión de la tercera parte, aquella que cerrará el círculo).

Pocas veces termino el post con una sonrisa.

¿Te acordás de lo estúpida que era?

Te encantaba.

G