domingo, 22 de mayo de 2016

Un día al final de la vida

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Tenía buen sueldo, pocas horas y estabilidad laboral. Pero tuve que renunciar, porque me faltaba lo demás. Siempre me sucede lo mismo, tengo una cosa y me falta el resto, aunque se que pocos consiguen "casi" todo, a la vez, donde la palabra "utopía" cobra fuerza y le damos de comer a Hollywood, mirando tantas películas idealistas y mentirosas.

Llevaba más de tres años con estabilidad laboral, no en una posición privilegiada pero sí cómoda y estimable. Pero me alienaba del resto, pienso que concentrarme en deshacer la vagancia que los demás crean en mí o en destruir la soledad ciclotímica del alma que poseo se torna en mi blanco y en mi negro, respectivamente. No hago otra cosa que conformar a mi persona o conformar a los demás, con ahínco, con todas las ganas, sinceridad o lealtad que posea. Por eso es que no llego a conformar a la mayoría o a mí mismo, porque lo que hago en bien de una parte es perjudicial para la otra y no me encuentro en un momento donde puedo ver el centro de todo. Es más, creo que solamente voy hacia un lado o hacia el otro, no sobre la línea.

Estoy descalzo, con los pies sobre el suelo y helados. But there is a void, inside me, bueno, eso fue muy emo... cional, I mean, quiero decir... cada tanto llega el balance y uno anhela lo que le perjudica porque no lo posee pero quiere. No es que esté mal, sólo que hacía tiempo la negatividad no se complotaba en mi contra, junto a la ciclotimia y a la realidad. El gatillo fue mi padrastro, que no sabe de tener hijastros y crea comentarios hirientes sobre mi edad y mi falta de realización económica, acertados tal vez aunque carentes de tacto. Luego me pidió disculpas (de papel, pero disculpas) pero el episodio abrió una puerta que yo no estaba dispuesto a atender por el resto de mi vida. Qué oportuno, una semana después de que renuncio a toda situación laboral estable.

Renuncié porque el resto andaba mal, aunque yo sonreí, porque lo contrario era tabú. En el pasado, todos creyeron y me hicieon fama de vago, sin importar la conducta intachable o la buena reputación que me precedía. En un instante, comencé a seguir el karma, a la karma, a pretender conformar a ese nuevo amor, a darle mi voz y el poder de elegir mi opinión, al que resultaba perfecto frente al reflejo del verdadero fantasma del viejo amor. Pero otra acaparó mi vista y luego, la nueva me negó la estabilidad para la cual yo tenía talento y sólo me prometió un espacio normal por veinticuatro horas, como si sus mambos no arrollaran los sentimientos del que tuviera enfrente. Esa misma experiencia hoy la soñé con mi verdadera debilidad, a la que niego otra oportunidad frente a los demás y por dentro muero porque vuelva. No va a volver (por fuera), tienen mi palabra (por dentro).

Soñé que ella volvía pero tomaba las palabras de la usurpadora, a la que subí en un pedestal y luego, puse mi pie sobre su cabeza. Pero era la fea quien me recordaba que solamente concedía un beso y no un espacio... pfff, ya no quiero escribir porque no es ficción, es realidad o yo, enloqueciendo y convirtiéndolo en mi propia ficción, que me vuelve loco, me hace llorar o no, tal vez prefiera que el día termine.

O que la vida termine este día.

Dejé de trabajar en esos rubros porque me llevaban la cabeza lejos de la escritura, me creaban problemas que poco tenían que ver conmigo mismo y me absorbían la mente en cuestiones banales. Se que no voy a conseguir fácilmente algo que envuelva mi entorno y, por lo pronto, tengo que lidiar con las desaprobaciones familiares y los sueños de agua fría.

G

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