viernes, 9 de octubre de 2020

De manera literaria

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Cada vez que quiero crear un nuevo post, procuro que no nazca de un mal impulso, algo apresurado y explosivo. Muchos menos creo en las broncas despotricadas en tercera persona, digo... a terceras personas... Pero llega un punto en el que me detengo, miro a mi alrededor, miro lo que llevo escrito en la mano; escucho el viento que pega codazos entre el barullo de la gente, luchando por alcanzar mis oídos, al fin.

Escribo dos párrafos y la humareda desaparece, el incendio se apaga. Bostezan las yemas de los dedos y ya no queda tinta. Sigo escribiendo, con la tinta verde de mis ganas, poniendo en duda todas mis acciones. Digo, ¿a quién le gusta poner en evidencia sus defectos? Ni a mi, ni al resto del mundo, aunque pocos tenemos el valor de aceptar cuando nos equivocamos, a no poner el ego antes que el siguiente nivel. Aún así, tanta duda puede desgastar los codos; tanto sonarse los dedos puede manchar la transparencia del silencio.

¿De qué va la autoestima? ¿De qué va tanto aceptarse, rechazarse, criticarse, esperar un comentario, conformarse con un etcétera? No quiero rascarme el ojo cada vez que alguien critica el punto, sin valorar la oración que precede. La gente tiende a montar una obra porque le sobra el tiempo y el presupuesto, esperando que los aplausos alimenten el ego, sin importar quienes queden en la calle. Y me cansa, primero me calienta y luego, me resigna. No se trata de mi ego, pero sí se trata del tuyo. Estoy cansado de poner el lomo.

Estoy cansado de poner el lomo y soportar que viejos amigos jueguen con la amistad, que gente aleatoria tenga el poder de tildar mi trabajo de bueno o malo, de regalar la espalda a la incertidumbre. Algún día quisiera que mi propia familia no tocara la plata que necesito para vivir, que me atiendan sin barbijo, que me pidan firmar papeles que no generé.

Eso es... te das cuenta, al fin. Decís tantas veces que si, la gente se acostumbra a tomarte el pelo y terminás siendo un pelotudo. Te alejás, te calentás, pero hacés algo, no te quedás atrás.

Lo único que hice este año fue trabajar.

Y recibir botellazos.

Prendería fuego a unos cuantos.

Al menos, de manera literaria.

G

viernes, 11 de septiembre de 2020

Al pasar

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Tal vez, el problema no sea el incumplimiento de una fantasía.

Sino la falta de estimulación creativa.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Dame una G

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Si me preguntás, los planetas se alinean más rápido de lo que pensás. Es la coincidencia, la manera en que repentinamente todos deciden mirar para el mismo lado. Nada de atajos, sólo recomendaciones, algo de cambio en el bolsillo y toda la personalidad, dispuesto a aceptarle a la vida un trago, por esta vez.

Pero claro, que me salga de lo metafórico.

Muchas veces, voy diagramando posteos en mi cabeza, incluso voy narrándolos, incluyendo hasta las comas. Luego me olvido, porque la cotidianeidad me consume y ahora mismo, no siento que me ahogue; abrazo el olvido, porque el orden tiene su propia fila que formar, su propio rompecabezas, todos sufrimos de ansiedad (ante distintas circunstancias) pero el olvido nos gana de lejos, con sus ahnelos de miradas llenas de silencio. Perdón, decía... que luego olvido mis posteos mentales y aún así, me entretiene seguir escribiendo, aunque sea sólo en mi cabeza. Tengo dudas pero las épocas determinarán si soy escritor o no.

No un amigo, no un familiar, no un billete, no una mujer.

Una época.

Ayer tiré ocho mil pesos al suelo. Hoy tiro cincuenta y sigo siendo el mismo: me río con autenticidad, incluso de los golpes en la oreja, porque el problema no es el defecto que uno acarrea, sino las consecuencias que generamos en los demás. Somos seres solitarios, egoístas pero claro... hijos no tenés por tu cuenta, besos no se comparten en soledad, mate no tomás si te elegís primero. Tengo defectos y me hago cargo de ellos, porque luego encuentro el camino en el vestido más complicado y sonrío como estúpido, al cerrarle al mundo la puerta. Digas lo que digas, yo tiro al suelo todo aquello material que te prohíbe ser una auténtica persona y luego, me siento a tomar otro mate.

A ese piso le hace falta un trapo húmedo.

Tuve que bajar la calidad de mis susurros, para darme cuenta de lo gigante que soy. Antes tenía nada y ahora, tengo todo lo que los demás tienen.

Pero también tengo a Gabriel.

G

sábado, 25 de abril de 2020

Al pasar

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Tus besos perturban mi calma casera...

... bienvenida seas.

sábado, 28 de marzo de 2020

El ruido de las influencias

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No suelo postear por impulso, debo admitir de que pienso detenidamente mi siguiente posteo. Por esa misma razón es que tardo tanto entre uno y otro, porque la repetición me lleva a actuar como un mono más y prefiero ver las cosas en perspectiva, ya tenga éxito o no.

Bum bum.

Hoy miraba la calle, el silencio parecía arena estática en el desierto y cuando el viento soplaba, se metía por mis oídos. Esto era, cuando un colectivo doblaba a metros de mí, recordándome con su batucada mecánica que la ciudad sólo se encontraba en pausa y no en el fin del mundo o en la utopía de Shinji Ikari. Hay silencio que sobra por las esquinas pero no es más que un aperitivo, unas vacaciones que la rutina se tomó del cyberpunk. Y el constraste entre quietud y bostezo me recuerda con facilidad mi vida anterior.

Vas ño,óando... sorry, dedos en posiciones corridas.

Vas limpiando tu vida de aquellos que generan lastre en tu vida. Primero discriminás amigos de familia y viceversa, pero la realidad demuestra de que las circunstancias vuelven buenos a uno y villanos a otros y VICEVERSA. Lo único que se adapta es la personalidad de uno, ya que de eso se trata: de la influencia del mundo sobre nosotros. Algunos tienen personalidad dominante, algunos eligen ser afectados y al final, somos todos bienvenidos en la repetición. Y de eso se trata, de intercambiar fluidos, digo pensamientos... experiencias, actitudes, consecuencias... y empaparnos con las ajenas. Después de todo, necesitamos anécdotas para contar después...

Así es como veo mi propio mundo: el silencio es mi soledad y el colectivo, a las influencias. Tengo resentimientos y reservas, pero elijo apagar el wifi y dejar que por una vez, el mundo no se acuerde de mí. Si al final... no vas a tener memoria, cuando estés en la tumba, antes vas a lamentarte por todos aquellos que se lamentarán por vos, pero es que te sobra el tiempo, a diferencia del día de mañana, cuando ya no respires dentro de este post. ¿Por qué tardé tanto en separarme? Porque el sentimiento tira y me vuelve estúpido, porque no razonamos cuando hay "amor" de por medio. Es o no es, no hay vuelta que darle, existen las aristas pero no la indecisión ni los abogados. Estás solo en el mundo, quieras admitirlo o no y la diferencia siempre radicará en lo que hagas con ella.

¿Cuántas veces estuviste solo/a en compañía?

No se, tal vez esté divagando, como lo hago el 100% de las veces. Tal vez sólo quieras leer mi siguiente metáfora, aunque te digo que es mejor ahora el silencio que un ambiente lleno de bocas con moscas. A veces... es mejor apagar el wifi y dejar que todos te extrañen o más importante, QUE VOS EXTRAÑES o hagas limpieza de tanque y dejes que entre al sistema nuevas vitaminas. La culpa del ahora será de nadie, la culpa de lo que vendrá será de todos.

Por eso, es mejor tener en claro con quién querés pasar el siguiente minuto.

Yo elijo el blanco de este post.

¿Y vos?

G

domingo, 23 de febrero de 2020

Repetición en blanco y negro

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No se si quiero reflexionar un domingo.

Pero escucho este tema, Admiration y me trae recuerdos. O sea, en principio lo pongo y digo "uh, qué temazo", pero enseguida escapa una blasfemia de mis labios y me río como estúpido, recordando lo genérico que se vuelven las conexiones, cuando arranca la repetición. Digo, no todos los días queremos lechuga y tomate, pero tal vez esa persona no la compartió con esa otra persona y vos, pasás a ser la sombra del viento, ese recuerdo que flota invisible, cuando vagamente recordás que algo olvidaste.

Aunque a veces, ponés Admiration y tocás sin querer esa vieja muela, que siempre dolió, pero que aprendiste a esquivar con la lengua.

Pero mi punto no va de recuerdos sino, una vez más, de repetición. Creamos una sociedad, luego recuerdos nuevos, momentos épicos que van a quedar grabados sobre piedra, bla bla bla... recordás Admiration y es un instante único, uno que incluso compartís con alguien más, algo más allá de toda sensación, el aroma del papel en sus labios, el vacío paradójico en el que dejamos a la soledad, el universo rendido entre dos pliegues...

... cuando llega el momento en el que descubrís que son tres.

O cuatro.

O seis.

O un millón.

Repetición.

No me importa la pérdida del simbolismo e incluso, de la falta de gravedad entre esos recuerdos. Con el pasar de los años, la capacidad de colisión de los momentos pasados se torna inexistente; nos movemos hacia nuevos territorios, aprendemos a ignorar, reemplazamos, repetimos... cantamos la misma canción pero elegimos un nuevo acompañamiento. Al final, importa una mierda lo significativo que fue, otrora.

Perdón, no odio al pasado ni a sus creadores, aunque sí al ser humano, capaz de destruir más de lo que construya.

Este post me hizo putear.

Esa maldita canción me hizo putear, porque representa todo lo que en la vida me contradice. Ahora tengo plata, casa y nuevas influencias pero el mundo sigue siendo el mismo: inconsistente, desleal, repetitivo. Mis valores están intactos y tanto gente vieja como nueva aprovechan de mis virtudes (tuve que descartar peso muerto para recuperar velocidad), que les juro, sabe bien el día a día. Un poco cansado, físicamente, más que nada por la cantidad de laburo que tengo aunque, feliz en general, relajado, muy. PERO... pero...

... pero...

... tanta repetición lava el color de los objetos.

Está bien, todo está más que bien.

Posta.

Tengo los lápices justo acá, a mi lado.

La pregunta es, ¿el mundo cambió desde la última vez que le di color?

G

domingo, 19 de enero de 2020

A la luz de una vela

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Existen oportunidades en las que tenés que mirar las cosas desde fuera, para enfocarlas mejor. Muchas veces, nos encontramos en el medio de la niebla y claramente no vemos el destino o el propósito de dar los siguientes pasos. Es por ello que una vista en tercera persona aclara las ideas, hablo de quienes están dispuestos/as a tomar la panorámica, no de quienes prefieren cubrirse los ojos con el barro que les rodea.

A veces me pregunto si es algo malo, a los cerdos les encanta.

Todo se relaciona con puntos de vista.

Entonces, las interacciones se desarrollan al mezclar variados aristas personales, la gente choca entre sí constantemente: a veces para saludarse, a veces para discutir, a veces para tirar golpes estilo Fight Club, a veces para acompañarte. No voy a ser egoísta, es lo que los demás esperan de vos O NO, al final del día creo que la vida de uno no es más que el resultado de intercambios con otros seres vivientes. Te doy esto, recibo lo otro; ofrezco aquello, me traés lo de más allá. Te "quiero" connota de base la idea de "querer" a esa persona, su esencia nace desde la necesidad de tener "esto" o "eso" o "aquello" o... No digo que los sentimientos no existan pero, la palabra "necesidad" es demasiado fuerte como para ignorarla y si te detenés un segundo a mirarte en el espejo, te vas a dar cuenta de que necesitás arreglar el pelo y por ende, un peine o cepillo y...

... etc.

Pero si chocás, los vientos no siempre se llevan el mal olor. Barrer bajo la alfombra no hace más que acumular polvo que en un futuro vas a volver a encontrar o PEOR, que alguien más se va a tener que fumar por tu culpa. Aunque a veces, creo que el ser humano tiende a abrir la ventana y tirar la botellita; que alguien más se encargue de limpiarla, el viaje sigue, los paisajes cambian.

Es por esos mismos cambios que me alejo de tantas personas; probablemente sea porque no los aguanto pero también contemplo el hecho de que YO sea nocivo para la salud de otros. Cuando los cables se juntan y no son del mismo color, insistir en hacerlos funcionar sólo va a causar otra patada o incluso, que el presente se quede sin luz. Sí, me molesta que no preguntes cómo estoy. Y también me molesta que yo no tenga ganas de contestar.

Esa es la razón por la cual separo la cebolla grande en las comidas, porque no está cortada a mi manera.

Supongo que la mayoría tolera que nos equivoquemos tanto.

Yo ni siquiera tolero mis errores.

G

martes, 7 de enero de 2020

Ahora tengo jardín

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¿Qué?

No entiendo.

Hablá claro.

Ah, eso.

Dije el año pasado que no escribía más sobre la trilogía.

Posta que no lees...

Dos meses atrás, no tenía jardín. Es más, vivía en Capital Federal (Bs. As.) y decidí mudarme a Mar del Plata. El tema es que noté rápidamente que en la ciudad plateada (?) también existían edificios, incluso los chorros se tomaban el tren, para ir a robar en vacaciones. Digo, vacaciones mías no resultaron, alguien me dijo que empezara una vida nueva; más bien se sintió como estrellar contra la pared el más delicioso plato de pastas. Fue como salir del búnker y meterse en una trinchera montada en el jardín. Y lo sabía, tenía bien en claro que el agua era marrón y aún así, decidí meter los pies en el agua.

La vida está llena de malas inversiones y a veces me pregunto porqué insistimos en creer que ciertas personas van a cambiar. Como la mujer golpeada que aún cree que su marido vaya a cambiar y nunca sucede, hasta que termina en el hospital o con psiquiatra. Como el aumento de sueldo que nunca llega o la falta de promesa en recuperar dinero prestado (por buena voluntad y ante la necesidad, aclaro). No importa como seas, no importan los deseos que tengas, el mundo no va a cambiar por vos. Si sabés que algunas personas se hurgan la nariz y creen que nadie los ve, que luego se llevan el dedo a la boca... no esperes que te crean inteligente, lo van a hacer igual.

No esperes lealtad de la nada.

Y esa es la realidad, podemos ser un desastre en lo personal, pero jamás dejar de ser leales. Jamás clavemos un cuchillo en la espalda, jamás dejemos de defender, jamás creamos que somos más que otros.

Porque no existe peor pecado que el de justificar una matanza, por culpa de la baja autoestima.

Aunque admito, la vida de esas personas debe de ser un infierno. Creer o sentirse menos que otros y pisar las flores, al tratar de apartarse del camino... mientras que a otros les sobra tacto...

Quisiera ser más sutil, pero la realidad es demasiado densa.

G