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Trilogía: parte uno.
Si me preguntás porqué tardé tanto, fue porque no encontraba la sal.
La buena noticia es que sigo sin encontrarla.
Equisdé.
Creí en un principio que este lugar llevaba unos nueve años de vida, hasta que revisé en los archivos más viejos y "Rutina de escritor" es quien ostenta más edad. Existe aún, lleno de polvo, como una reliquia a la que no he admirado desde el principio de los tiempos y esconde la naturaleza bajo una capa de suciedad. Pensé que escribía aquí desde hacía más tiempo, pero fueron sólo tres años, lo que no es poco.
Y una de las tradiciones, cuando llega fin de año, es la de crear una nueva trilogía de emociones y que manifiesten lo que siento en ese momento, tratando de contener todo lo que ha sucedido en el resto del año. Saben bien que los últimos dos meses corren como el agua, se van sin darnos cuenta; sin embargo, ésta vez lo veo como un acierto, un año que ha pasado práctivamente sin ponerle sal.
Me pregunto porqué, porqué no buscarle a la vida las partes brillantes, alcanzar lo imaginable, blah blah blah...
.. blah.
Trabajé lo justo, no apunté a más. Tuve una nueva relación, de ocho meses y que no estiré más. Volví a cocinar a mi estilo, volví a tomar cerveza, volví a comprar vinos. Volví a enseñar lo mejor de mí.
Y también me volví un poco más como mi padre.
Pero no entiendo, el desinterés por todo y a excepción de lo propio... es bien Laroca. Yo no era así, el escritor no era tan idiota, tan ser humano. Volví a mentir, algo que llevaba años encerrado, castigado por los dementores de adkfjlaswuiofjsdlkjazkabán, aunque siempre me gusta aclarar que uso las mentiras para los mentirosos, no para los justos. Pffff...
Pffff... necesito armar una frase coherente.
Mi punto es que me comporté como un ser humano, este año, trabajé y comí, fumé y tomé tabúes como si nada, pero nunca pasé la línea, nunca volví a vivir al límite, desperdicié mi magia sabiendo que lo hacía en otra estúpida mentirosa, de la que callé consecuencias y absorbí estallidos de furia. No, no de ella, míos. Sí, de los oscuros. Fue como... leerle el pensamiento, saber que debajo tenía una linda capa de DSFOUJWSIFSDFSDOIAFUSDFOIUSDFOIU (la moral me censura), llena de mentiras y carteles de neón. Sería éste el tema abanderado de la razón por la cual he vivido este año sin sal, esa misma naturaleza que me llevó a encerrarme en un rincón mientras la familia brindaba por el nacimiento de equisdé. ¿Alguna estuviste a punto de abrir una puerta y supiste de antemano que ibas a ver baldosas grises? Es como perder el contraste, el sentido de la poesía, el sabor de una buena comida. Tan sólo te guardás una canción, que escuchás repetidamente porque te gusta y no duele, porque suena en el mismo peldaño al que te tiraron...
Tardé días en escribir esta misma parte, porque no quería hacerlo.
Sí, mañana voy a estar comiendo torta.
Sin embargo, el presente es el que se vive sin sal.
No pienso editar el post, es una parte negra de mí que quiero se vea por lo que es.
G
jueves, 28 de diciembre de 2017
lunes, 11 de diciembre de 2017
El punto G.
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Con tantas sacudidas, me pregunto cómo es que todavía tenés plumas.
¿Querías leer sobre vos?
Hoy te toca.
No por alguna razón profunda o un desahogo que llega a tiempo. Sabés que soy una persona de mil pensamientos y un sólo segundo como espacio. No tuve sueño o pesadilla alguna, digo... de la que me haya despertado a los gritos y gritando tu nombre. No me crucé con alguien que me haya traido chisme o klasdjfopiqwuroisdjfsdljfsdlkfjsdfasdf...
Disculpas, se perdió la comunicación.
A largo plazo, agradezco que te hayas negado. Yo solamente quería tomar un equisdé con una vieja conocida, que supiera de lo que hablaba y entendiera las falacias que nacen de mis dedos. Bueno, no sólo nacen falacias, pero quién puede culpar al que posee deseos. Sin embargo, sabés bien que muchas veces te dije que no y ahora, que tengo años de hundir la cara en el lodo, mis emociones se han tornado más como las tuyas, sólo que yo las acompaño con la frialdad física, yo poseo un switch de encendido y viceversa. A veces sucede que uno se olvida de cómo apagar la luz, porque alguien se para entre vos y el interruptor, impidiéndote verlo y poniéndote nervioso, porque la luz molesta y quien te bloquea el camino es alguien importante en tu vida, tiene tu confianza, tus mejores sentimientos, la parte buena de tu egoísmo. Yeah, la carne no yace podrida, pero huele mal y te cae peor cuando la digerís.
Dame un segundo, voy a emparejar ésta uña (no queremos que las oraciones se ofendan por escribirlas sin estilo).
Y no llegué al punto G.
Digo, aquél en el revelo la idea del tópico, la razón de ser de tanto parloteo. Ahora que lo veo en retrospectiva, me doy cuenta de que tenía elementos oníricos, porque no recuerdo cómo nació tu recuerdo o la sensación de enojo que voy a admitir y sentí, de primera mano. No porque me hayas dicho que no, no porque tenga asuntos sin resolver... hace tiempo aprendí a dejarte ir, a no mirarte cuando decidías chocarte contra la pared, otra vez. Y con el tiempo, dejó de importar, quedó la sensación, ésa mirada de ojo izquierdo confuso y de sonriente, en el derecho. Negás con un gesto y sonreís, das por seguro que la vas a volver a ver y el mundo se va a venir abajo pero no, te reís como un idiota, sabiendo que de sólo pensarlo uno se divierte y además, ya nos cansamos de ser estúpidos. Pero decía, enojo porque siempre fuiste a la canasta de huevos, sin temor de ensuciarte por posar de más tus manos. Cómo explicarlo... tal vez, no sé, la definición desde el punto de vista de un tercero sería "vergüenza ajena", aunque podrías agregar la impotencia que siente uno cuando te dejás sacudir.
Oh, espero que no hayas leído hasta acá sin haber entendido la metáfora del título.
Veo veo.
Eso es, más que verlaksdfjlkasdfjalksdfj ajena es impotencia, porque vos querés a esa persona, más que a vos mismo y ella decide cuidarse aún menos. Lamentablemente, existe una excusa inflexible: naturaleza. Podría mentirme diciendo "oh, está en su naturaleza, al menos acepta lo que es".
Podría elegir hacerlo...
... o seguir cambiando mundos.
Seis canas, tres de cada lado.
¿Y vos?
El punto "Gabriel", por si no lo entendiste.
Siempre me hiciste explicar los chistes y así fue cómo perdí la sutileza.
G
Con tantas sacudidas, me pregunto cómo es que todavía tenés plumas.
¿Querías leer sobre vos?
Hoy te toca.
No por alguna razón profunda o un desahogo que llega a tiempo. Sabés que soy una persona de mil pensamientos y un sólo segundo como espacio. No tuve sueño o pesadilla alguna, digo... de la que me haya despertado a los gritos y gritando tu nombre. No me crucé con alguien que me haya traido chisme o klasdjfopiqwuroisdjfsdljfsdlkfjsdfasdf...
Disculpas, se perdió la comunicación.
A largo plazo, agradezco que te hayas negado. Yo solamente quería tomar un equisdé con una vieja conocida, que supiera de lo que hablaba y entendiera las falacias que nacen de mis dedos. Bueno, no sólo nacen falacias, pero quién puede culpar al que posee deseos. Sin embargo, sabés bien que muchas veces te dije que no y ahora, que tengo años de hundir la cara en el lodo, mis emociones se han tornado más como las tuyas, sólo que yo las acompaño con la frialdad física, yo poseo un switch de encendido y viceversa. A veces sucede que uno se olvida de cómo apagar la luz, porque alguien se para entre vos y el interruptor, impidiéndote verlo y poniéndote nervioso, porque la luz molesta y quien te bloquea el camino es alguien importante en tu vida, tiene tu confianza, tus mejores sentimientos, la parte buena de tu egoísmo. Yeah, la carne no yace podrida, pero huele mal y te cae peor cuando la digerís.
Dame un segundo, voy a emparejar ésta uña (no queremos que las oraciones se ofendan por escribirlas sin estilo).
Y no llegué al punto G.
Digo, aquél en el revelo la idea del tópico, la razón de ser de tanto parloteo. Ahora que lo veo en retrospectiva, me doy cuenta de que tenía elementos oníricos, porque no recuerdo cómo nació tu recuerdo o la sensación de enojo que voy a admitir y sentí, de primera mano. No porque me hayas dicho que no, no porque tenga asuntos sin resolver... hace tiempo aprendí a dejarte ir, a no mirarte cuando decidías chocarte contra la pared, otra vez. Y con el tiempo, dejó de importar, quedó la sensación, ésa mirada de ojo izquierdo confuso y de sonriente, en el derecho. Negás con un gesto y sonreís, das por seguro que la vas a volver a ver y el mundo se va a venir abajo pero no, te reís como un idiota, sabiendo que de sólo pensarlo uno se divierte y además, ya nos cansamos de ser estúpidos. Pero decía, enojo porque siempre fuiste a la canasta de huevos, sin temor de ensuciarte por posar de más tus manos. Cómo explicarlo... tal vez, no sé, la definición desde el punto de vista de un tercero sería "vergüenza ajena", aunque podrías agregar la impotencia que siente uno cuando te dejás sacudir.
Oh, espero que no hayas leído hasta acá sin haber entendido la metáfora del título.
Veo veo.
Eso es, más que verlaksdfjlkasdfjalksdfj ajena es impotencia, porque vos querés a esa persona, más que a vos mismo y ella decide cuidarse aún menos. Lamentablemente, existe una excusa inflexible: naturaleza. Podría mentirme diciendo "oh, está en su naturaleza, al menos acepta lo que es".
Podría elegir hacerlo...
... o seguir cambiando mundos.
Seis canas, tres de cada lado.
¿Y vos?
El punto "Gabriel", por si no lo entendiste.
Siempre me hiciste explicar los chistes y así fue cómo perdí la sutileza.
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