lunes, 13 de febrero de 2017

Blog a marzo

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Creo que elegí al peor director para elegir esta última trilogía.

Una vez por año, al menos, releo la mayoría de mis posts, reconstruyendo ése álbum que fui desmantelando, con cada título nuevo.

Esperen, que pongo Mozart.

Ahora sí, decía...

... que releo los post y reconstruyo mi comportamiento reciente. Lo sé, varios piensan que pierdo demasiado tiempo analizando cosas o en el pasado y la verdad es que es algo que sucede mientras voy creando nuevos recuerdos, como cuando juego al ajedrez y reviso el celular, sin descuidar mi defensa siciliana. Como he dicho en varias ocasiones, ése tipo de comportamiento resulta en ventaja y maldición, a la vez, porque el talento llegó el día que nací y la estupidez, siempre es como un resfrío, que te agarrás por un simple cambio de clima. Entonces, releí la trilogía... y me pareció patética.

La verdad es que me pareció un pésimo reflejo de mis críticas: chismosa, malintencionada, desajustada y sin afinación, hecha por las manos del director de The Room, sin lo bizarramente divertido. No tardé en darme cuenta de que se trató del mal enfoque de recursos y rápidamente, gracias a la sugerencia del diablo (metafóricamente hablando Bats), medité profundamente en dejar el blog o, al menos, empezar uno nuevo, con cintas de colores y unicornios rosados...

Sep, puntos suspensivos.

Ahhh... la música clásica me eleva el espíritu.

Tengo una relación, tal vez no trabajo, sí... historia conocida... (se viene el golpe de hombro) La cuestión es que solamente y SOLAMENTE con mis ganas deseé generar esos puntos de encuentro entre personas que solamente los adolescentes generan y sin levantar un dedo. La realidad es otra, somos mayores, ya no somos empleados de Valhalla, somos personas que perdieron el apetito por socializar con ansias y hambre, nos conformamos con vivir a diario, generar algunas expectativas a corto plazo y atesorarlas, una vez cumplidas. Dejamos de preguntar cómo se encuentra el otro, enfocándonos en creer que los demás están bien, perdiendo el costado pedagógico y el tiempo de comprensión. Claro está, que la realidad de nuestras personalidades aprendieron a la fuerza que los errores nunca se van, sino que se transforman en señales inconscientes de advertencia, que saltarán con cada nueva experiencia, advirtiéndonos de este y de aquel.

Noventa por ciento hablando de mí mismo.

Quisiera hacer más, pero la demanda por lo nuevo se lleva lo poco de ganas que tengo y tal vez sea mejor... No voy a cerrar el blog, porque es una parte de mí y abrazo toda la oscuridad de mi ser, aunque merezca mejores cosas y poner mi cabeza en pensamientos más felices. No sé, será que aún sigo siendo aquel idiota que la caga pero intenta abarcar todo, a la vez.

Porque puedo y porque no tengo puntería, que quede claro.

Es por eso que admito la fealdad de mi última trilogía pero me mantengo fiel al escritor, él es quien saca las manchas de mi pensamiento. Lo correcto sería retirarme por el resto de febrero y pensar en disfrutar un poco, a pesar de los problemas que tenga. Y volver fresco, al blog.

Tranqui, que no me voy.

ADORO escribir, aunque sea la basura que tengo en mi cabeza.

Ya sé, odiás que me critique, pero no conocés aún mi parte Laroca.

G

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