lunes, 26 de septiembre de 2016

El compás de Jack Sparrow

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Soy de las personas a las que le gusta la soledad. Es donde encuentro todo lo que necesito, el espacio donde conduzco experimentos y compruebo los fallidos. Puedo también elegir comer pollo desnudo, gritarle al personaje de un videojuego o llevarte a vos, sí, a vos, a mi cama, sin siquiera ponerte un nombre o llamarte por todos. Me gusta el propio silencio, aunque también me gusta hablar.

De hecho, hablo demasiado, soy una persona a la que le gusta la charla. He conocido varias personas a las que les gusta charlar, también y he tenido de amiga a una que sólo escuchaba, jamás aportaba, no se metía, no se envolvía, era psiquiatra, que se yo, pero era. El problema es que hablo con la gente equivocada o pienso que cualquiera tiene ganas de escucharme. No vengo a hablar de esos que siempre me leen para saber si los critico o no (aunque sí los use de ejemplo), sino de mi falta de puntería sobre personas o temas de los que hablar.

Todo empezó...

Ja.

Mi viejo tenía la costumbre de hablar solamente de las cosas que le importaban y, a medida que pasan los años, me siento cada vez más parecido. Siento que no lo puedo evitar, hablo menos de los demás y hablo demasiado de mí, de mis cosas, de mis problemas, de las boludeces que me preocupan. Claro que muchas cuestiones importan, todos importamos, pero siento que la semilla ególatra ha echado raíces, tal vez menos intensa de lo que imagino o exagero, siento que menos me importa lo que los demás piensen o pasen, siento trivialidades flotando por doquier y que es malo, malo para el intercambio de actitudes, natural para la consciencia gabrieliana.

Quiero decir, siento culpa porque es un escollo ante "presentes" o futuras relaciones, naturaleza porque es lo que mentealmacuerpocorazón siente y no tengo la responsabilidad de dar explicación. Es curioso ver cómo lo de la heladera llena de mi viejo y la de su familia, vacía, se repite conmigo en distintos ejemplos, porque me importás vos, ser humano, me importás cuando sos de valor y sinceridad y no tengo prejuicios en que te hundas, si vos mismo metiste el pie en el pantano. Demasiado práctico, demasiado realista, demasiado negativo, da igual, puede que la piel de ella es suave y su pecho firme no me provoca más que un post honesto. No el cursi o lleno de poesía.

Pffff.

Esta dualidad...

Perdí mi trabajo porque me cansé de trabajar para ignorantes. Hablé lo que tenía que hablar y la gente prefería callar o reírse de los gustos de Mozart o Stephen King. Creo que sólo se trata de ser superficial, dejar que la guita te condicione en todo y te de poder, ese sinónimo tan famoso que inconscientemente le ponemos a la autoestima... jaja, ojalá fuéramos más honestos y menos animales, que poniéndole limón a las neuronas no funcionan mejor. No, no se trata el post de encubrir hasta el final la verdadera razón, mi presente es sólo un ejemplo (y van) de lo decadente que resulta ser humano o ser virus, cualquiera suena bien.

Eso es, no me molesta hablar mucho, me molesta elegir hablarle a monos que sólo escuchan cumbia. Elijo construir castillos en el medio de una avenida, donde el universo ubica conductores con autos sin frenos, exageración egocentrista; luego vuelvo a casa y estornudo sobre mundos gamers, botones que no abrazan los dedos y aportan soluciones pero, al menos, no simulan escucharme.

La interacción, hoy en día, está sobrevaluada.

Todo se genera con el punto en blanco, el séptimo día en la creación gabrieliana.

Todo muere en un post, efímero si tal palabra existe.

¿Molesto? Sí, con la literatura.

G

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