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Te das cuenta de que los defectos forman parte del primer ítem que pasamos de largo, en la lista.
Te das cuenta, también, de que hablar en primera persona o señalar con
el dedo no tiene caso: existen personas que no atienden a críticas o
ignoran consejos, aún si vienen de personas idealistas o bien
intencionadas. Claro que, existe el viceversa, la mala intención y es
común del ser humano el pensar que otros pares poseen maldad antes que
aristas.
El escritor no filtra y tantas veces lastima con las palabras... se ha
visto en perspectiva y da cuenta que aquello es algo que le viene de familia. Aún
así, no posee justificación; si se diera cuenta de antemano,
no llegaría al punto donde pierde tacto. Sin embargo, vuelve a
patear la misma piedra, una y otra vez.
Entonces, te das cuenta de que no importa cuán útil puede ser
escucharlo hablar, tu autoestima atraviesa un momento de endurecimiento y
es natural, dada tu manera de pensar y de victimizarte ante los menores
detalles. Es común, el escritor entiende, es natural que no estés
conforme con el entorno que te rodea y que no puedas codearte con lo
mejor de la sociedad (según tus propios gustos) pero la vida es así y
cada uno elige dónde tenderse a descansar. O las palabras de quién
escucha. No es mundo para uno solo, lamento que sea así pero lo es.
Te das cuenta de que sopa es lo único que hay y no de que
siempre estuviste en el medio, tergiversando las historias,
desarrollando complots donde no existieron. Reconozco tu "casi
sincericidio" pero también tus mentiras, justamente de las que no dejan referencia ni un teléfono donde se las pueda llamar. Andá a saber... reconozco que también puedo
sacarte la ropa y hacer de vos lo que prefiera, sin que un centímetro de
tu cuerpo prefiera decir que no pero ya sos una persona caratulada como
persona y me quedó claro, te juro que me quedó claro, de que prefiero el
tacto de una desconocida que volver a saludarte otro día.
Y te das cuenta de que si no te saludo, ni saludás.
¿A quién le gusta la palabra "final"? Sin embargo, te das cuenta de la
cantidad absurda de guionistas que hay y de las películas que no vimos
porque no eran de tu gusto, de libros que ni hablamos, de todas esas pequeñas cosas. Yo se de magia, tal vez no de opiniones, pero fue un
llanto al que le diste la espalda y una actitud vale más que, ¿cuántas palabras? Te das cuenta de que un hombre jamás
llora... jamás... por dios, todos tienen que parecerse a nuestros
padres... fuertes, intachables, perfectos, con esa imagen de ogro protector... digo, no se, tal vez exagere... tal vez me equivoque... y
luego, pueda seguir con esto, infinitamente.
Te das cuenta de la incertidumbre, al dudar de si hablo de vos o de alguien más, que es es
inadecuada pero es lo que hay. Nada de pan: incertidumbre y luego, bronca. Cuando finalmente llegue la aceptación, te vas a dar cuenta de que hasta ahí pensé, que hasta ahí dudé.
Es como es: hoy estamos, mañana no.
Y me doy cuenta de que sin vos en el medio, puedo disfrutar.
G
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