viernes, 16 de octubre de 2015

Mente en círculos (lectura y grabación)

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La minita está más flaca.

Se nota que ya está soltera.

Vuelta al ruido, vuelta a las bocinas, vuelta a los empujones y a la ciudad que solamente puede entenderse a los gritos. "Hay más viento que odio" rezó un paisano, en Mosconi. Acá sería "más caprichos que celulares".

No se de qué hablar. Bueno, tengo un mix de cereales en mi cabeza pero no defino cuál de ellos es el más nutritivo para el blog. Por ejemplo, pienso en lo ruidosa que es la gente o en la necesidad que tiene de gritarse, cuando quiere algo. También pienso en todos los que no se destacan en algo e invierten el esfuerzo en envidiar a los que sí lo hacen. Puede que también quiera mencionar aquel momento en el que te dije "si te vas, no voy a buscarme otra", jodidamente cierto, hoy por hoy, pero...

Admito que me gustó la manera literaria con la que lo dije y no la sentimental.

¿Recuerdan toda esa magia ignorante? De la jovialidad que nos impulsó siempre al vacío del amor, de las promesas que fácilmente se deshicieron al mojarse con agua. ¿Cuántas veces sacamos la rosa de la galera o cortamos el alma en dos? Para el deleite de otros, digo, la energía adolescente nos maneja y nos empuja hacia donde quiere, sin medir las consecuencias o tener la mínima decencia de pensar en nuestro futuo bienestar. Te sube a la montaña rusa pero no te acompaña cuando te bajás.

Pobre adultez, se lleva todas las decepciones y las piedras de los malos caminos que tomamos. Pfff...

Siendo adultos nos damos cuenta de que la vida no es inmune a las resacas. Dejamos de creer en tantas cosas, achicamos los círculos de amigos, perdemos contacto con parientes, aprendemos a hablar a espaldas de otros... Un adolescente tiene energía pero no experiencia y el adulto, viceversa, así como el primero actúa y el segundo, elige.

Recuerdo las primeras épocas en que salieron los cds, donde uno marcaba la diferencia entre lectora y grabadora por su velocidad de lectura: la grabadora, al girar con menor velocidad, lee sectores con mayor detalle, a la vez que la lectora los omite, al girar cuatro o cinco veces más rápido. Pienso que los adultos somos como grabadoras... analizamos "tal vez demasiado" las cosas y no siempre actuamos, más allá de luego equivocarnos o no. El adolescente omite las consecuencias, esos pequeños detalles que afectan el funcionamiento de nuestra vida diaria.

El adolescente lee la vida, el adulto la graba.

Cliché.

Me voy a levantar de la silla, pero no voy a mirar hacia atrás.

Bah, como tantas veces lo hice en blog.

G

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