.
Nada peor que odiar algo que no sabés cómo disfrutar.
En fin.
Por lo general, lo primero que la mayoría de la gente siente al enterarse que viejos rencores se equivocan, es placer. Placer al tener la razón o al revuelco en la desgracia de los demás. No porque uno mismo sea una mala persona y le desee el mal a aquellos que, alguna vez, nos traicionaron o abandonaron, sino por cuestiones de revancha o, si prefieren leer una palabra más derecha, por justicia.
Sin embargo, existen "otras" personas, que sienten tristeza.
Yo pregunto, al aire, si así lo preferís...
"¿Recordás el momento en el que deseé que llegaras a realizarte como persona? Bueno, nunca dejé de quererlo."
A no confundir el rencor con la falta de perdón.
El rencor... digamos, es la parte agria del aprecio, donde aprendemos que lo que no tenemos entre manos no sirve, donde una pizca de egoísmo vuelve intolerante un simple nombre. Podrán pasar años y años, pero los rencores envejecen con uno, podría decir que son fieles compañeros, al igual que la soledad. Uno puede continuar con su vida y los rencores actuarán de fondo, en silencio, arrastrando una bolsa de deudas que con el tiempo se vuelven traumas. No es bueno ser rencoroso, porque se basa en el amor que sentimos por el damnificado, pero sí resulta ser el remedio más fuerte contra la decepción.
En la otra esquina, la falta de perdón, una actitud que nada tiene que ver con el corazón y que pertenece a la lógica. Más allá de la personalidad de cada uno, tomamos la decisión de "no perdonar" porque nuestras mentes son conscientes de los fallos personales de cada quien y decide dejar de lado todos los borradores. Mucha gente cree que no perdonar es falta de humanidad, pero las pasiones llevan a los vicios y se roban tu madurez, obligándote a actuar impulsivamente y, al final, a sentir rencor. A veces, no perdonar es mejor, porque cierra las puertas con llave y descarta el regreso de viejos problemas.
Sin embargo, no somos seres mentales, pensamos a conveniencia del corazón.
Volviendo al tema, hay personas que prefieren ver cómo arde Roma, si cada romano los echó de su ciudad; nace así el placer de ver sufrir a quienes nos cagaron la vida (adoro la expresión, aunque sea extrema). Y luego, existen los que se entristecen, porque ven aquellos a quiénes apreciaron alguna vez que hoy aprenden su lección a las piñas. O que una y otra vez se ponen en la cola del siguiente mismo error.
"Arde Roma, que en mi arpa se ha roto una cuerda."
G
miércoles, 30 de julio de 2014
viernes, 25 de julio de 2014
Anarquía, una virtud defectuosa
Si existe algo en particular que no se les escape a los sueños, son todas esas quejas que el subconsciente anota diariamente en su libro.
"En el sueño más lejano que tengo presente aún, escribía en éste blog y sobre poesía pensativa. No sabía de qué se trataba, pero tenía que ver con maneras de ser y viejos fantasmas, que nunca se van."
"Recuerdo otro, en el que la veía claramente, a ella, al karma. En escasos sueños logro verla con claridad, ya que el entorno de mi subconsciente la desdibuja con sus manos oníricas, la torna borrosa y adrede, porque es quien luego se queda y ostenta todo tipo de explicaciones. Es quien se hace cargo de mi desorden."
"Y hoy despierto, con un sueño en el regazo mental, fresco como un caramelo de menta, directo y visceral como mi manera de ser. "Karla debe de contar su secreto, el mundo debe saberlo" me dice alguien y otra vez la escritura, ese ser que dejo pasar de vez en cuando y le invito una taza de te; con quien charlamos horas y horas, mientras él escribe en un papel todas esas experiencias que viví en mi cabeza. Al final del día, se marcha, con su carpetita oscura y poética entre sus manos; en su interior, un borrador confuso pero sentimental."
Los sueños, junto al subconsciente, a la escritura y al sentimiento, forman parte de un grupo de "virtudes" mías que no ocupan su lugar de forma correcta.
Veamos.
Cuando me dicen que escribo confuso, oscuro y romántico, primero dejo que me defienda la duda y ése es mi mayor error. Muchas veces, confundimos de lugar las piezas mentales y les cambiamos el rol, permitiendo que los sentimientos elijan y no la lógica, como ejemplo más claro. Con el espíritu vacilante sucede lo mismo: le damos un papel para el que no nació y está destinado al fracaso. En mi caso, no debo defender al arte, más allá de que sea bueno o malo, el arte se defiende en su propio talento, pero... tratándose de cuestiones diarias y de personalidad, defenderse con dudas resulta en un viaje por cámaras de tortura mental y desde un principio, debimos dejar la convicción donde siempre se sintió más cómoda.
Repito: es más sabio dedicarle un rato a la autocrítica que ir por el mundo cabeceando paredes. Nuestro ego permite un número limitado de críticas ajenas, ínfima si la comparamos con la cantidad de años que vivimos y, además, pocas personas tienen tacto para decirlas. Por lo tanto, quedamos y a solas, frente al espejo interior y con el que podemos identificar nuestras equivocaciones, nuestros pasos en falso, nuestros malos impulsos y saber si colocamos alguna pieza en un lugar que no va.
Es en la autocrítica que podemos poner en su lugar esa falsa anarquía interior.
Para el final, estuve pensando dónde deberían de estar mis cuatro desordenadas partes:
- Los sueños no me dejan olvidar, hecho al que aún debo de encontrarle utilidad.
- El subconsciente me proporciona evidencias, nunca se equivoca.
- La escritura es, irónicamente, mi cable a tierra.
- El sentimiento, el origen de mi talento.
G
"En el sueño más lejano que tengo presente aún, escribía en éste blog y sobre poesía pensativa. No sabía de qué se trataba, pero tenía que ver con maneras de ser y viejos fantasmas, que nunca se van."
"Recuerdo otro, en el que la veía claramente, a ella, al karma. En escasos sueños logro verla con claridad, ya que el entorno de mi subconsciente la desdibuja con sus manos oníricas, la torna borrosa y adrede, porque es quien luego se queda y ostenta todo tipo de explicaciones. Es quien se hace cargo de mi desorden."
"Y hoy despierto, con un sueño en el regazo mental, fresco como un caramelo de menta, directo y visceral como mi manera de ser. "Karla debe de contar su secreto, el mundo debe saberlo" me dice alguien y otra vez la escritura, ese ser que dejo pasar de vez en cuando y le invito una taza de te; con quien charlamos horas y horas, mientras él escribe en un papel todas esas experiencias que viví en mi cabeza. Al final del día, se marcha, con su carpetita oscura y poética entre sus manos; en su interior, un borrador confuso pero sentimental."
Los sueños, junto al subconsciente, a la escritura y al sentimiento, forman parte de un grupo de "virtudes" mías que no ocupan su lugar de forma correcta.
Veamos.
Cuando me dicen que escribo confuso, oscuro y romántico, primero dejo que me defienda la duda y ése es mi mayor error. Muchas veces, confundimos de lugar las piezas mentales y les cambiamos el rol, permitiendo que los sentimientos elijan y no la lógica, como ejemplo más claro. Con el espíritu vacilante sucede lo mismo: le damos un papel para el que no nació y está destinado al fracaso. En mi caso, no debo defender al arte, más allá de que sea bueno o malo, el arte se defiende en su propio talento, pero... tratándose de cuestiones diarias y de personalidad, defenderse con dudas resulta en un viaje por cámaras de tortura mental y desde un principio, debimos dejar la convicción donde siempre se sintió más cómoda.
Repito: es más sabio dedicarle un rato a la autocrítica que ir por el mundo cabeceando paredes. Nuestro ego permite un número limitado de críticas ajenas, ínfima si la comparamos con la cantidad de años que vivimos y, además, pocas personas tienen tacto para decirlas. Por lo tanto, quedamos y a solas, frente al espejo interior y con el que podemos identificar nuestras equivocaciones, nuestros pasos en falso, nuestros malos impulsos y saber si colocamos alguna pieza en un lugar que no va.
Es en la autocrítica que podemos poner en su lugar esa falsa anarquía interior.
Para el final, estuve pensando dónde deberían de estar mis cuatro desordenadas partes:
- Los sueños no me dejan olvidar, hecho al que aún debo de encontrarle utilidad.
- El subconsciente me proporciona evidencias, nunca se equivoca.
- La escritura es, irónicamente, mi cable a tierra.
- El sentimiento, el origen de mi talento.
G
lunes, 21 de julio de 2014
Poesía pensativa
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Cada vez que pienso en vos, tengo un lugar al que recurrir para escribir sobre tu nombre y jamás recibir respuesta, porque se que éste es el único lugar al que nunca vas a entrar.
Tu mente no lo soportaría.
Y en su defecto, tampoco le interesaría.
En días así, pesa más lo bueno. Por eso es que voy a revisar en los borradores... dame un minuto...
"Hace ya un tiempo largo que me inquieta el ser humano y su manera particular de comportarse hoy en día. Voy a arrancar con una afirmación realista: cada quien debe de sentirse bien consigo mismo antes de estar para los demás. Ésto quiere decir que si nuestras raíces internas se encuentran en mal estado, todo lo que crezca y se siembre para afuera tendrá el mismo resultado. ¿Estamos de acuerdo?"
"Sin embargo, al ser las emociones el monstruo de los impulsos y nuestro cerebro, el juez... tendemos a interpretar nuestras acciones como "la manera de ser" de cada uno y a usar ese término como excusa ante todas las equivocaciones que cometemos. Cuando esos errores generan consecuencias perjudiciales para terceros, solemos ignorar completamente la verdadera razón por la cual no nos importa que el mundo estalle, sino que preferimos escondernos bajo una bandera que enarbola los ideales del egoísmo y el amor propio."
No voy a estirarme mucho más, acabo de leer el borrador y me parece que se sostiene sin ayuda de aprobaciones ajenas. Por eso es que les digo:
No se conformen con lo que nuestra personalidad da, busquen lo que aún tenga para dar. No intenten mirar atrás y encontrar sus huellas, ocúpense por trascender. No se justifiquen entre formalidades, formen consecuencias de las que se sientan orgullosos.
Y por sobre todas las cosas... hagan autocrítica y apliquen las correcciones, que son las únicas dos maneras de realizarse como personas.
En cuanto a las emociones, bueno... déjenlas donde están, actuando como sujetos de prueba.
G
Cada vez que pienso en vos, tengo un lugar al que recurrir para escribir sobre tu nombre y jamás recibir respuesta, porque se que éste es el único lugar al que nunca vas a entrar.
Tu mente no lo soportaría.
Y en su defecto, tampoco le interesaría.
En días así, pesa más lo bueno. Por eso es que voy a revisar en los borradores... dame un minuto...
"Hace ya un tiempo largo que me inquieta el ser humano y su manera particular de comportarse hoy en día. Voy a arrancar con una afirmación realista: cada quien debe de sentirse bien consigo mismo antes de estar para los demás. Ésto quiere decir que si nuestras raíces internas se encuentran en mal estado, todo lo que crezca y se siembre para afuera tendrá el mismo resultado. ¿Estamos de acuerdo?"
"Sin embargo, al ser las emociones el monstruo de los impulsos y nuestro cerebro, el juez... tendemos a interpretar nuestras acciones como "la manera de ser" de cada uno y a usar ese término como excusa ante todas las equivocaciones que cometemos. Cuando esos errores generan consecuencias perjudiciales para terceros, solemos ignorar completamente la verdadera razón por la cual no nos importa que el mundo estalle, sino que preferimos escondernos bajo una bandera que enarbola los ideales del egoísmo y el amor propio."
No voy a estirarme mucho más, acabo de leer el borrador y me parece que se sostiene sin ayuda de aprobaciones ajenas. Por eso es que les digo:
No se conformen con lo que nuestra personalidad da, busquen lo que aún tenga para dar. No intenten mirar atrás y encontrar sus huellas, ocúpense por trascender. No se justifiquen entre formalidades, formen consecuencias de las que se sientan orgullosos.
Y por sobre todas las cosas... hagan autocrítica y apliquen las correcciones, que son las únicas dos maneras de realizarse como personas.
En cuanto a las emociones, bueno... déjenlas donde están, actuando como sujetos de prueba.
G
sábado, 19 de julio de 2014
Palabras de diamante
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Hay que adentrarse en ámbitos distintos para recordar las tildes de la naturaleza humana.
Sin embargo, el mayor escollo que el ser humano se pone delante de sí mismo es el de la tozudez. Es como una venda sobre los ojos de la mente, que no te deja ver las variantes que plantea la vida, cada día. Y claro, a la hora de intercambiar opiniones, la resolución se vuelve un imposible y por más que crucemos ideas, que encontremos un punto en común y que la razón de fondo acepte la realidad, llegamos a justificar los razonamientos más inverosímiles.
Atendamos al ejemplo.
Me encuentro en la oficina, revisando mis tarjetas de entrevista. De repente, me doy cuenta que dos de ellas tienen faltas de ortografía, algo que no está permitido dentro de mi escritura, sin excepción alguna. Apunto hacia mi supervisor, un flaco cinco años menor que yo pero que lleva tres en la empresa, mucho más experimentado hablando con la gente... digamos... La razón radica en que él me acompañó a entrevistar esas dos personas y justamente fue quien escribió sobre ellas.
Gabriel: Che, Boedo se escribe sin H, o sea, no "Bohedo".
Supervisor: ¿Posta?
Gabriel: Si. Y encontré varios errores más de ortografía en tus datos, ¿lo sabías?
Supervisor: Claro que si, pero a mi no me importan las letras, me importan los números.
Qué difícil es no poner cara de circunstancia, luego de una respuesta así.
Pasado el rato "intercambio de opiniones" sobre la cultura educativa que cada uno debe recibir y luego, aplicar a quienes vengan después, no veo en mi supervisor un atisbo de aceptación a mis ideas, que no son equívocas porque yo tengo enseñanza universitaria y él no, sino porque la educación en sí te abre la mente al mundo. Las vivencias son la práctica, pero sin previa teoría, no son más que pasos al vacío y con los ojos cerrados.
Ahora, ¿qué tiene de malo ser un gran vendedor y conocer mucho de números sin saber escribir correctamente? Nada, puntos de vista son, qué más da. Sin embargo, la sociedad marca líneas que sirven a un bien mayor.
Va un último ejemplo:
Mi supervisor y yo vamos a una entrevista. Cuando entramos a la casa, nos encontramos con una madre y sus dos hijos, de un añito de edad el más chico y el otro, de seis. El mayor tiene un retraso madurativo, pero está jugando con gran habilidad al Planta VS Zombies. Seis años, la edad en la que vas a primer grado y aprendés a leer, pero también es la edad donde ya sabés hablar. El chico me pide algo y no lo entiendo, parece tener cuatro años menos en vocabulario y le pregunto a la madre si el chico lee. Me contesta que no, pero ella misma admite no saber mucho de algo, dentro de la entrevista, pero que el chico se la pasa jugando a esos jueguitos y mirando dibujos en la televisión.
Muchas veces, la tozudez o "cabeza dura" transita el camino de la ignorancia. El segundo ejemplo da constancia de ello y digo, si no quiero definir una discusión porque es mejor ser culto que ignorante, al menos admitan que leer te enseña a hablar bien.
Bueno, si me contestan que no hace falta hablar bien, pregúntense porqué están leyendo éste blog.
G
Hay que adentrarse en ámbitos distintos para recordar las tildes de la naturaleza humana.
Sin embargo, el mayor escollo que el ser humano se pone delante de sí mismo es el de la tozudez. Es como una venda sobre los ojos de la mente, que no te deja ver las variantes que plantea la vida, cada día. Y claro, a la hora de intercambiar opiniones, la resolución se vuelve un imposible y por más que crucemos ideas, que encontremos un punto en común y que la razón de fondo acepte la realidad, llegamos a justificar los razonamientos más inverosímiles.
Atendamos al ejemplo.
Me encuentro en la oficina, revisando mis tarjetas de entrevista. De repente, me doy cuenta que dos de ellas tienen faltas de ortografía, algo que no está permitido dentro de mi escritura, sin excepción alguna. Apunto hacia mi supervisor, un flaco cinco años menor que yo pero que lleva tres en la empresa, mucho más experimentado hablando con la gente... digamos... La razón radica en que él me acompañó a entrevistar esas dos personas y justamente fue quien escribió sobre ellas.
Gabriel: Che, Boedo se escribe sin H, o sea, no "Bohedo".
Supervisor: ¿Posta?
Gabriel: Si. Y encontré varios errores más de ortografía en tus datos, ¿lo sabías?
Supervisor: Claro que si, pero a mi no me importan las letras, me importan los números.
Qué difícil es no poner cara de circunstancia, luego de una respuesta así.
Pasado el rato "intercambio de opiniones" sobre la cultura educativa que cada uno debe recibir y luego, aplicar a quienes vengan después, no veo en mi supervisor un atisbo de aceptación a mis ideas, que no son equívocas porque yo tengo enseñanza universitaria y él no, sino porque la educación en sí te abre la mente al mundo. Las vivencias son la práctica, pero sin previa teoría, no son más que pasos al vacío y con los ojos cerrados.
Ahora, ¿qué tiene de malo ser un gran vendedor y conocer mucho de números sin saber escribir correctamente? Nada, puntos de vista son, qué más da. Sin embargo, la sociedad marca líneas que sirven a un bien mayor.
Va un último ejemplo:
Mi supervisor y yo vamos a una entrevista. Cuando entramos a la casa, nos encontramos con una madre y sus dos hijos, de un añito de edad el más chico y el otro, de seis. El mayor tiene un retraso madurativo, pero está jugando con gran habilidad al Planta VS Zombies. Seis años, la edad en la que vas a primer grado y aprendés a leer, pero también es la edad donde ya sabés hablar. El chico me pide algo y no lo entiendo, parece tener cuatro años menos en vocabulario y le pregunto a la madre si el chico lee. Me contesta que no, pero ella misma admite no saber mucho de algo, dentro de la entrevista, pero que el chico se la pasa jugando a esos jueguitos y mirando dibujos en la televisión.
Muchas veces, la tozudez o "cabeza dura" transita el camino de la ignorancia. El segundo ejemplo da constancia de ello y digo, si no quiero definir una discusión porque es mejor ser culto que ignorante, al menos admitan que leer te enseña a hablar bien.
Bueno, si me contestan que no hace falta hablar bien, pregúntense porqué están leyendo éste blog.
G
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