miércoles, 22 de mayo de 2013

Balsas imaginarias

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Es un tema que no hace mucho hablé con la tía y que resultó en un enfoque distinto sobre una cuestión tan vieja como el hambre: el clavo que saca al otro.

Particularmente, lo he usado en alguna que otra ocasión y es más, en una situación descarada y de la cual no me arrepiento pero, a su vez, no me siento orgulloso. No porque éste vessel lo haya cometido en sí, sino por caer en algo tan burdo y fácil... Usar a una mujer para olvidarme de otra... como si me hubiere encontrado en perfecta salud mental como para darle todo de mí a la nueva... Aún así, resulta ser una movida común y es que, durante nuestras vidas sufrimos de ataques de cobardía y siempre es mejor "tapar" que "soportar". O "desviar la mirada" o "apostar por quien vale la pena"... etc, etc.

"Ok, voy a correr mi banco y voy a mirar hacia... allá..."

No me voy a poner a filosofar sobre lo que es correcto y lo que no, con respecto a lo que acabo de mencionar. Simplemente pienso que, ante la falta de cordura al elegir un número nuevo y correcto, es mejor ordenarse la cabeza antes que apostar por él, porque a la larga, terminamos poniendo mucho en juego y no rinde jugársela a ciegas.

Pero, ¿qué hay de las balsas?

Las balsas. Un término más suave, más "psicológico".

Pero mejor aplicable.

¿Por qué?

Las balsas mantienen a flote y si bien siguen siendo la misma metáfora del clavo, subirse a una podría describirse como una especie de tiempo que uno se toma para descansar boca arriba, hasta que ésta misma de con alguna orilla y finalmente, podamos seguir adelante. Una balsa no resulta más que eso, un estado mental y en el cual nos permitimos proyectar gustos, deseos y esperanzas, pero sin involucrarnos. Más aún, sin esperar a corto plazo, algo a cambio. De ahí el término "imaginaria", porque no son más que ideas y sentimientos que debemos aprender a controlar ya que, en un estado de naufragio, no tendremos más que agua salada a nuestro alrededor. Nada que beber, nada que alivie nuestras heridas, nada más que nuestras mentes y todo el valor del mundo.

En cambio, el clavo, es puramente subjetivo.

En fin. Recuerden que podrían no hacerme caso, que ésto es solamente una opinión.

O un divague.

No obstante, antes que un clavo, prefiero una balsa. Ese lapsus, esa "calma después de la tormenta" me va más que una carrera precipitada hacia un nuevo fracaso.

G

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