lunes, 25 de diciembre de 2023

Experiencias sin envase original


 .

Trilogía: parte uno.

Me pregunto cuantos de nosotros mantenemos algo inmaculado, algo que no se haya corrompido, algo o alguien que mires y digas "no hace falta verte de reojo y mis vergüenzas jamás podrían hacerte sombra." ¿Te queda algo así? Podés llamarlo directamente como se llame, no usar adornos y poesía, como lo hace el escritor. Digo  "el escritor" y no se si pensar... si alguna vez se manchó o simplemente, sigue calentando en el banco de sup...

Poesía futbolera, estamos cayendo bajo.

No se me ofendan.

A veces creo, que la poesía es como la publicidad, describe de una manera hermosa algo que tiene que darte felicidad. Claro está, a diferencia de las propagandas, podés describir algo triste y de la manera más hermosa posible, incluso hacer caer en llanto a la persona más insensible del mundo.

Me fui de contexto, como siempre. ¿Ven? El divague perdió lo inmaculado hace años. Aún así, me pregunto si alguna vez me leen y se quedan con la mirada en la nada, analizando las últimas cinco palabras que sus ojos absorbieron.

Eso me lleva a preguntarme qué hacer con algo que ya está corrompido, tanto si es en un buen sentido como en uno malo. Mucha gente prefiere tirarlo a la basura, sin siquiera cubrirlo con papel de diario, "que se corte el que lo encuentre". Es como cuando encontrás algo nuevo y te gusta mirarlo más lo viejo, porque todavía no está manchado o siquiera, firmado. Incluso, puede pasar el tiempo y ante la primer mancha del producto nuevo, volvés a mirar lo viejo y te decís "más vale bueno conocido que malo por conocer..." Pffff...

Otras personas prefieren ignorar esa impureza y seguir con la vida, dejando que se vuelva una mueca más en el rostro, algo de lo que no te vas a enterar, a menos que busques las arrugas invisibles en la cara de otros. Creo que esta es la más común, la que se beneficia totalmente de la amnesia colectiva que nadie se atreve a mencionar. Puede que una vez cada diez años te des cuenta, pero tu cabeza sabe mirar para el costado y esquivar el paisaje rústico. Imaginate si tu mente tuviera las imperfecciones siempre presentes, creo que dejarías de pisar las líneas de las baldosas. No, mejor dejar que el conserje se encargue y barra la memoria a corto plazo.

Me pregunto si ahora mismo, leyendo, tenemos algo oculto entre las dos manos, algo que siquiera estas mismas letras puedan llegar a espiar. Me pregunto si aún nos queda una pieza que no sea algo de afuera, eso que llaman "humanidad". Para que quiero mi humanidad, ser humano me hace corromper todo lo que es bueno.

Al final, somos como un parásito, nos comemos los recuerdos propios y nos movemos hacia los ajenos.

Trilog

Perdón, me comí las últimas dos palabras.

G