miércoles, 6 de marzo de 2019

Altura psicológica

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Cuando voy por la calle y una idea estúpida me hace sonreír, me siento pequeño, delante de los demás. Claro que, cuando paso al lado de ellos, recupero la altura psicológica. Y luego esquivás una mujer que acaba de salir de un edificio y se para en tu camino, ajena al movimiento perpendicular de la acera. El zig zag no termina con ella, sino que se intensifica en el siguiente encuentro, cuando esquivás dos amigos, charlando del lado opuesto, obligándote a trazar esa S que se dibuja en tu mente y echa unas cuantas maldiciones, en el fondo del cajón.

Es divertido definir mi paso por este mundo, con un solo párrafo.


Y a veces, tengo esos días en los cuales no me encuentro en mis cabales como para realizar un post, aunque no sea excusa. La idea sería estar fresco, echarme una revolcada entre letras y palabras, para luego prenderme un cigarrillo y olvidarme el nombre del post.

Bueno, es un tanto figurativo y exagerado.

Al menos, dejé claro mi punto.

Además, "revolcar" no es una palabra que acostumbro a usar y últimamente, procuro elegirlas con mucho cuidado, ya que cada oración requiere el punto exacto de énfasis. Incluso los puntos suspensivos dejaron de tener pase libre en mi mundo, ahora tienen que realizar un control de alcoholemia y volver a casa antes de las doce.

¿Tengo objetivo con éste post? A estas alturas, ya no lo creo. Hoy es uno de esos días en los que me levanto tranquilo y las anomalías de mi trabajo me atraen hacia el agujero negro, definiendo lo que sienta el resto de la tarde. Ahora que lo pienso, una buena revolcada es lo que necesito, cuando la realidad tiene envidia de mis días tranquilos. Consultaría mi guía de teléfonos pero, tú sabes... no tengo libretita... cof cof.

Ahora que lo pienso, la gente que escucha reggaetón es como la misma que te predica religión sin que se los pidas. La ponen a todo lo que da, sin darse cuenta de que es el bombo lo que les atrae más, así como la idea de perdurar en ésta vida, pasando a la siguiente...

Jaja, si, como existiera una siguiente.

Mejor preguntémosle a la manzana que se pudrió.

Algún día hablaré de mis mayores temores. Por lo pronto, seguiré observando al mundo con mi toque gabrieliano, ya que todo se define desde mi altura psicológica, quizá la etiqueta más paquetona y estúpida que mi autoestima jamás haya creado.

G

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