domingo, 17 de marzo de 2019

Huyendo del leproso

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"Claro, ya nadie se queda haciéndole el aguante al enfermo fatalista."

Jaja, creí que nunca pensaría esa frase.

Es bien cierto que la gente no quiere gente negativa a su alrededor, pero tampoco quiere arremangarse y sacar a la gente del fango.

Mucha gente.

Últimamente, entiendo que la gente (este post se volvió redundante) critica cuando quiere mirarse a sí misma, que mira el paisaje porque detrás estalla una bomba nuclear o alguien se desangra. Entiendo que a veces, necesitás una cama pero no vas a pagar la estadía con una invitación a almorzar, sino con verdadera amistad. Yo estoy loco, eso no te lo niego, pero dejame ser barrial y decirte que te vayas bien a la mierkjalsdfjldskfjsdlkfjdsjljkdlsaf.

¡NO LO TOQUES!

Tiene lepra.

Pido disculpas, mis dedos resbalaron.

Las amistades creen a veces que tienen la razón y, normalmente, depende del estado del ego. El problema se genera cuando existe alguien que sabe cómo trabajar en equipo y el resto no. Por otra parte, no recuerdo la última vez que vi a alguien que fuera tan copado.

Decía, es natural creer que aún necesito ese cambio de pilas y luego, de estación, porque voy llegando a los cuarenta sin tener motivos para vivir. Aclaro, para todos los fatalistas que no van a salir corriendo: existe hoy en día quien no cree en vivir y simplemente encuentra un lindo rincón, se tira a mirar televisión y así vive, trabajando si se debe, durmiendo si se puede. Nada de amores, nada de libros, nada de fiestas, una repetición del historial en youtube si te agarra la melancolía y luego, a la cama, que mañana empieza un nuevo rincón.

Ahora que recuerdo, también me tuve que fumar esta semana al careta de acá la vuelta, que casi saludo al cruzármelo de frente y me di cuenta de que la piel empieza a arrugarse.

Otro más para la colección.

Soy yo, piensan los hombres y como soy tal, lo pienso. Y soy Laroca, que es como segundo plato. Y vivo en un rincón, que es literalmente el postre.

Pfff... apestan mis metáforas.

A veces, mientras escribo, nublo la vista y la combinación de letras en negro sobre el blanco dibujan escalones.

Me pregunto a dónde llevan.

G

miércoles, 6 de marzo de 2019

Altura psicológica

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Cuando voy por la calle y una idea estúpida me hace sonreír, me siento pequeño, delante de los demás. Claro que, cuando paso al lado de ellos, recupero la altura psicológica. Y luego esquivás una mujer que acaba de salir de un edificio y se para en tu camino, ajena al movimiento perpendicular de la acera. El zig zag no termina con ella, sino que se intensifica en el siguiente encuentro, cuando esquivás dos amigos, charlando del lado opuesto, obligándote a trazar esa S que se dibuja en tu mente y echa unas cuantas maldiciones, en el fondo del cajón.

Es divertido definir mi paso por este mundo, con un solo párrafo.


Y a veces, tengo esos días en los cuales no me encuentro en mis cabales como para realizar un post, aunque no sea excusa. La idea sería estar fresco, echarme una revolcada entre letras y palabras, para luego prenderme un cigarrillo y olvidarme el nombre del post.

Bueno, es un tanto figurativo y exagerado.

Al menos, dejé claro mi punto.

Además, "revolcar" no es una palabra que acostumbro a usar y últimamente, procuro elegirlas con mucho cuidado, ya que cada oración requiere el punto exacto de énfasis. Incluso los puntos suspensivos dejaron de tener pase libre en mi mundo, ahora tienen que realizar un control de alcoholemia y volver a casa antes de las doce.

¿Tengo objetivo con éste post? A estas alturas, ya no lo creo. Hoy es uno de esos días en los que me levanto tranquilo y las anomalías de mi trabajo me atraen hacia el agujero negro, definiendo lo que sienta el resto de la tarde. Ahora que lo pienso, una buena revolcada es lo que necesito, cuando la realidad tiene envidia de mis días tranquilos. Consultaría mi guía de teléfonos pero, tú sabes... no tengo libretita... cof cof.

Ahora que lo pienso, la gente que escucha reggaetón es como la misma que te predica religión sin que se los pidas. La ponen a todo lo que da, sin darse cuenta de que es el bombo lo que les atrae más, así como la idea de perdurar en ésta vida, pasando a la siguiente...

Jaja, si, como existiera una siguiente.

Mejor preguntémosle a la manzana que se pudrió.

Algún día hablaré de mis mayores temores. Por lo pronto, seguiré observando al mundo con mi toque gabrieliano, ya que todo se define desde mi altura psicológica, quizá la etiqueta más paquetona y estúpida que mi autoestima jamás haya creado.

G