jueves, 30 de agosto de 2018

Mina de proximidad

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Conozco a una persona que sabe poco de personas. La conozco tan bien que se lo burdo que se siente al saberlo. Se que posee una gran inseguridad, digna de abandonadores o segundos puestos. Se que tiene palabras pero tinta rosa para escribirlas, que su valentía la saca de películas y juegos imaginarios, que todas las noches le habla a su ego y la voz invisible le contesta, llenando el pizzarón de marquesinas y falsa autoestima.

Conozco a una persona que es como una novia "fea". Y la conozco no porque sea "fea", sino porque no importa el calificativo, sino lo que hace con el mismo. Imagino su mano tomándolo de la mesa y pasándoselo por toda la cara, como si fuera pintura de guerra o peor, un color recién inventado.

Conozco a una persona que se repite una y otra vez que puede, y creo que puede, sólo que quiere ser "cómo" el más alto y no lo entiende. Cuando todavía absorbía ejemplos, quería ser "como" aquel y cuando maduré, quise ser yo. Y si hoy deseara ser algo más, sería ése MÁS, no como el más menos. No me enriedo, hablo en detalle, pero conozco a una persona que asiente cuando no entiende o se queda dormida delante del público.

Conozco una persona que ocupa mucho y abarca poco. También la conozco porque te saca del hueco y te lleva de tour por el infierno, que tiene el poder de crear nuevas experiencias pero les pega una etiqueta detectora, por si las moscas. La conozco, porque su la falta de respeto hacia el orden ajeno es conciso o simplemente le falla el olfato, para luego cubrir sus huellas echando culpas y enojándose por cosas escritas en cualquier renglón, en cualquier cuaderno.

Conozco a una persona que es responsable y también, nuclear. Sabe que no puede quedarse sin dinero, aunque le cuesta tanto comprarse puchos, por lo que termina fumando la paciencia de los otros y pagando por la habitación, dejando que la mucama limpie la vergüenza que deja atrás. Lo conozco tan bien que veo su manera de ver a las parejas: como testigos que estén dispuestos a sacar sus pelos del fregadero o su risa disuelta, de los manuales de literatura. No tiene espacio para la duda y camina tan derecho como ciego por la cornisa, riéndose de la superioridad que los animalitos de oro le hacen sentir, desde su bolsillo... matando varios pájaros de un tiro.

Conozco a una persona que se mete en todos los rincones y se llena de la humedad oscura que pintamos los demás.

Lo que no entiendo es el porqué.

Aunque sí entiendo lo absurdo que resulta tener cerca a una persona así.

Como una mina de proximidad, que te jura mil veces que no va a explotar.

G

miércoles, 15 de agosto de 2018

Pan con tabú y manteca

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Existen personas que me vuelven a hablar cuando posteo en blog.

Por otra parte, debo admitir que tengo sesenta y cinco, más o menos ocho, a diario. Voy caminando y aparece, como cuando uno tiene la necesidad de abrir la boca y usar las cuerdas vocales para socializar, digo... para materializar un pensamiento inútil en un big bang tercerizado. Como cuando subís al colectivo y alguien se apodera del asiento individual, sin mirar si hay una anciana o una embarazada al lado; digo... como quien depura una actitud egoísta y usa todo su cuerpo para denotártelo... digo... cosas de la vida.

Ese no es el tema del día, que en general nace en la ruleta gabrieliana. Sin embargo, sí debo admitir que vengo con esos días de taxista nocturno, en los que deambulo por la casa, en búsqueda de un pasajero que alimente la charla... digo, la billetera. No te rías. Bueno, reíte, es culpa mía que toque tu nervio picarón. Ahora señalame con el dedo, asentí con esa sonrisa anaranjada y guiñame el ojo, mientras retomo el tópico: quienes me conocen bien, saben que el sexo no es mi razón de existir. Sin embargo, nunca fui una persona extraña o de gustos raros... nope, me encantan las mujeres.

Y sin embargo...

Sí, dos veces.

... sin embargo, dediqué mis mejores actitudes a convertir el sexo en un arte, no tomando el atajo de los monos, el de la saliva y todo eso que las películas te ocultan entre tomas, sino... bueno, tengo que defenderme un poco y decirte que no soy un purista, jaja, todo lo contrario, pero sí lo tomo como algo rutinario. Si tengo que usar un ejemplo, aplico el de la limpieza: no necesitás limpiar tu casa todos los días, sino ensuciarla menos y mantener limpio lo que se te escape. El sexo es igual, para mí, una respobligación (jaja, viste lo que hice) que da placer y molestia, a su vez, pero no más inoportuno que ir a lavar los platos o acompañarte a la parada a las seis de la mañana. Es un arte, para mí, un refinamiento del tacto inverosímil, el "im" que precede a lo posible, las horas de charla que puedo dedicarte después... las mismas que te doy cuando me cebás mate o miramos televisión.

Asd.

Extraño la compañía, más de lo que me gusta admitir y nunca dejo de intentarlo, aunque elija a veces ocultar una nueva relación o volver a darle una oportunidad a la misma estúpida.

Vos y yo tenemos distintos niveles de vacío, así que guardá el dedo.

Y resulta burdo que quiera mencionar eso del sexo como arte, bla bla bla, porque así es mi actitud genérica hacia las relaciones. No me esfuerzo por regalarte un ramo de flores porque quiero demostrarte que soy más de lo que mi ropa oculta (jaja), sino porque mi personalidad es empática y si sonreís al recibir un roce en el punto gabrieliano, digo... en tu maquinaria de buenos momentos, mi maquinaria de trabajo en equipo y mutuo acompañamiento, sonríe también.

Estoy seguro de que ahora mismo te preguntás porqué no soy mujeriego.

No escribas, está justo detrás tuyo.

G

domingo, 12 de agosto de 2018

Depresión poética

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Tengo balas en mi cabeza
que no se van.
Tengo espíritus en el corazón
y no se van.

Simplemente es... mi parte humana, la que escribe un post, así como la que le abre la puerta a los sentimientos. Quien me conozca pueda decir que me la pasé toda la vida huyendo de mi familia, porque siento que soy hijo de otra sangre. Es evidente que me duele decirlo, porque sube la presión en las pupilas y apenas puedo contener la tristeza de mi cerebro.

Me encanta echarle la culpa a otra parte de mi cuerpo, de manera poética.

Talento es falta del mismo, si no se cómo refinarlo.

Es como ver una vidriera, llena de cosas que brillan y te pierden con su aroma dulce, sabiendo que es la del negocio de tu viejo, que podés tomar de ella lo que quieras, con tan sólo un poco de esfuerzo para caminar y abrir la vitrina. Así es como me veo y no se si me define la falta de sábanas en mi lado izquierdo o el arte de la repetición, que no llegará con vida a los cuarenta.

No pretendo que me entiendan.

Pretendo que lo hagan, ¿piensan que no?

No miento, tengo tantos hemisferios en mi cabeza como personalidades, que a su vez salen negativo en el examen de esquizofrenia. Soy un tipo inconforme, que ya no quiere darte una chance más para que pruebes ser una buena amistad o la mujer que pueda mantener mi ritmo. No pido que seas hermosa, pido que seas lógica o humana modo "nohulk". Pfff... que hayas caído del árbol, que hayas caído de pie o al menos, recuerdes cómo hacerlo la próxima vez.

Si, que sepas aprender de tus errores.

Que juegues en party.

Que no destruyas esos ítems que a tu pareja le puedan interesar.

A veces me veo, me pongo en perspectiva. Y lo que más me gusta es cuando invito a alguien a formar parte de la aventura, porque me encanta cocinar para varios, liderar y agasajar al mvp. Pero con el tiempo, los psicólogos abruman mis buenas intenciones y convencen al resto del mundo que existe la palabra "colectivo" pero primero importás vos y luego, el resto. Por eso creo que el amor no es más que una necesidad egoísta. Por eso quiero que me digas a la cara de que no tenés ganas de verme y no que pongas entre vos y yo quinientas excusas.

Que el mundo tiene suficiente difusión.

Sí, soy un hipócrita.

Pero qué carajo te importa.

Perdón, tuve que rebajar el lenguaje, para que entiendas.

G