lunes, 28 de septiembre de 2015

Un "crack" en la mente

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Hoy tengo un día subjetivo.

Una de las principales razones por las cuales me siento distinto del mundo que me rodea es la falta de necesidad de conflictos. De hecho, es algo que me produce alergia y me aleja de las personas, llevándome la sabrosa conclusión de lo necesarios que se han vuelto para muchos... digo... existe gente que necesita de conflictos y si no los tiene, los genera.

A nivel personal, tengo demasiados ejemplos pero no sería subjetivo si hablara de mis errores, hoy...

Conviví varios años con una mujer que me cargó en mi cuenta varios problemas sociales y, más allá de mis propios errores (que no fueron pocos), sí tuve que lidiar con su falta de responsabilidad hacia ellos. A veces, ése tipo de cruzada nace sin desearlo y uno debe hacerse cargo, aunque no lo quiera. Ella no lo hacía pero sí dejaba que los demás nos preocupáramos. Al final, quedé en una posición más comprometida que la del origen y nunca más pude limpiar mi imagen.

Admito que tampoco me interesó hacerlo.

En el presente, me cruzo con un compañero de trabajo al que le gusta hacer chistes sobre mi sueldo, sobre los días que tengo franco y porqué llego diez minutos tarde. Hasta ahí es crítica "constructiva" peeeeero... cuando la situación se revierte, en la vereda de enfrente no soportan las "sugerencias" y él termina por ofenderse. Y eso que le lleva chismes a mi jefe... Le encanta generar conflicto, se apega a él como si fuera agua para el sediento.

El problema no radica en la generación de los mismos, sino en su posterior proyección hacia terceros. Por regla general, no medimos el alcance de nuestros derechos ni mucho menos respetamos el territorio que ocupan los ajenos (por eso es que alguien se te cruza en el camino) y tendemos a mezclar otras personas sin razón aparente o justificable. Es natural "necesitar" de lo que fuere, no así el creer que somos el centro del universo y que cuando entramos a un lugar, todos los que estén allí tengan que callarse la boca y prestarnos atención.

Hoy charlaba sobre algo laboral con ése mismo compañero y una clienta apareció de la nada, pidiendo X producto y luego preguntando si nos estaba interrumpiendo.

- La verdad es que sí, estás interrumpiendo.

- Qué divino que sos.

- Señora, si no está preparada para escuchar una respuesta sincera, no pregunte.

Los conflictos, a veces, proceden de orígenes insignificantes y vuelven creíble el efecto mariposa.

Por mi parte, no necesito de ellos, adoro mi tranquilidad. Claro que, salir al mundo me exime del derecho a obviarlos pero bueh, repito: puedo elegir a quién saludo y a quién no.

Es sólo una observación, mi curioso planeta Tierra.

G

viernes, 18 de septiembre de 2015

La mirada de los otros

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A veces, cuesta admitir que existen tantas variaciones de personalidad o, lo que es peor, admitir que existe alguien que te odie por odiar o te desee el mal.

"Existen personas a las que solamente les gusta ver el mundo arder."

Aún así, prefiero ver más allá, no buscándole el porqué justificativo, el que me deja dormir por las noches. Y no tardo en llegar al punto de revelación: el problema, muchas veces, radica en la errónea canalización de energías... Como cuando nos enojamos con la persona equivocada, pero elevado a la décima potencia.

En éstos últimos años, experimento un caso de ensañamiento gratuito por parte de un familiar directo, generado ante la falta de juicio de un tercero. Digamos que, a esta altura de mi vida, no me arrepiento de mis errores ni lamento los ajenos, pero se trata de un ejemplo del segundo tipo, donde el sujeto pierde la capacidad de juzgar correctamente a medida que suma años, convirtiéndose lentamente en un ser miserable y al que muchos evitan.

La matriz del problema es el resultado de la falsa guía que el tercero dedicó, tornando el ambiente familiar en dos secciones completamente opuestas, creando una herencia inexistente de sentimientos. Claro que, los adolescentes (el familiar ensañado) no tienen verdadero juicio a la hora de determinar si lo que dice un tercero es cierto o un desliz: recuerdo que una vez fui al colegio y dije en el medio de la clase que despreciaba a cierto tipo de gente, cuando todo lo que hice fue repetir lo que alguien más dijo... ¿Qué podía hacer? Era un salamín sin criterio, una servilleta debajo de una fritura... jaja. Papel secante.

Me llevaron a la psicóloga de la escuela, por supuesto.

Hoy en día, veo que el tema de la política está insertado de lleno en la sociedad, aunque no haya mucho que opinar, realmente. Y veo también que muchos repiten lo que terceros dicen, sin formar antes un pensamiento de lo que oyen, ni análisis o segundas ideas. Hablé hace no mucho de los clichés, no estoy repitiéndome, digamos que mi tópico se queda observando la mirada de los demás sobre vos, esa mirada que fue pintada por alguien más.

Así es que llego al punto donde uno crece y se aisla de ciertos comportamientos. A quien le importe como uno es por dentro más que por susurros, las acciones hablan pero los círculos sociales se vuelven diminutos o desaparecen. Por suerte, el escritor no se preocupa si los demás lo ven como algo que no es, ya que su criterio es de paladar fino y no se sienta con quienes se dejan llevar en falso juicio.

Digo, es mejor ser selecto que una letra más del abecedario.

Informate, leé, analizá.

Se original.

G

sábado, 5 de septiembre de 2015

Caos a voluntad

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Descendí muchas veces a lo más profundo de la imperfección humana. Pero existen días en los que me pregunto si hablar en éste lugar de mis sentimientos, tal vez de manera indirecta pero hablar... es hacerlo voluntariamente.

¿Querés volver a esos recuerdos inertes sobre ex parejas? ¿Querés volver a ver "Eternal sunshine..."? ¿Querés volver a escuchar una canción otrora prohibida?  Lo sé... hoy no lo vivís, mañana o ayer, tal vez, pero hoy no, ya que siempre van a estar ahí, esperando a que piques el señuelo nostálgico. Nunca se van a ir.

El escritor lo dijo múltiples veces, con peligro de cansancio: los errores forman parte de uno mismo y luego hablaré de cuánto se diferencian de los ajenos pero... existen ocasiones en las que la compañía es necesaria y no así las rupturas, que nos acompañan junto a las amplias chances de equivocación. Mejor vivir, aunque los momentos duren un suspiro (cliché) y las nostalgias sean eternas. Al escritor, el desequilibrio de momentos, lo lleva al encierro.

El placer físico jamás puede faltar. Todos necesitamos ser humanos o animales, según el instinto del burro reaccione. Y sabemos turnarnos con tal o cual persona, con quién nos conviene más o con quién no nos importa estar. Las circunstancias ajenas no nos importan, lo que importa es seguir al instinto y decir luego que la mente se encuentra en paz, tranquila, descargada. Ahora, eso no significa que uno quiera repetir los fracasos, el minuto en el que una sociedad perfecta se divide nuevamente en dos y convierte a la "soledad" en el resultado de la ilógica suma de uno más uno.

- "No quiero volver a llevarme la ropa del cajón."
- "No quiero volver a lo de mis viejos."
- "No quiero recurrir a otra persona para llenar un hueco."
- "No quiero prohibir más canciones."
- "Etcétera."

¿Será entonces tan poderoso eso que ustedes llaman "amor" como para unir tantos años apostados, luego tirados a la basura? ¿A dónde vamos, en realidad? Si todo es repetición, barrer bajo la alfombra, clavos y buscar con la mirada un paisaje más agradable. Es un capricho, lo sé, el escritor sigue siendo un ser humano pero... eso del egoísmo será para otra ocasión.

Al final de cada post, el escritor pasa la gorra, siempre.

El caos, sin embargo, inventa una sensación de voluntad más impropia y tirana que justa.

Algunos le llaman "autosabotaje".

G