jueves, 18 de junio de 2015

Explicación del chiste interno

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"La mente muda y sus diez cuerdas vocales."

¿Tengo que explicarlo?

Lo sé, a veces hago "chistes internos" y es algo que he visto en muchas canciones de compositores argentinos, donde escriben algo y solamente ellos entienden. "Es sobre Malvinas", "es sobre la dictadura", "es sobre un melocotón del tamaño del Planetario". Algunos tienen éxito o se vuelven populares (que no es lo mismo).

Por lo pronto, me conforma saber que puedo escribir la mejor literatura que mi cabeza desea como lector. Claro que, no siempre es la literatura que los demás prefieren y puede que sea triste, a nivel narcisista, pero se supone que uno arranca con ésto de escribir porque le gusta y prefiere que las historias se cuenten a su manera. Luego viene lo del egolatrismo y el poder del escritor.

"El poder del escritor" se equipara a la ambición del aficionado. Al hambre de gloria, dicho de manera épica. Y no muchos poseen la capacidad de obtener lo que sueñan en grande. Existen críticos que destrozan una nueva novela cuando ellos no pudieron publicar la propia; escritores talentosos que trabajan en puestos de diarios; dibujantes que se conforman con arreglar uñas ajenas; grandes músicos que venden artículos de librería... o psicólogas que son buenas entendedoras del comportamiento humano pero que se dejan llevar por promesas poco serias, en nombre del amor.

El punto es... saber que la rutina nos lleva por caminos aburridos pero obligatorios y, sin embargo, dejar de medir la vida por las responsabilidades que contraemos y luego, tomar esa guitarra, componer un gran tema y CREER lo que vale. A veces, nos aplasta el día y lentamente, dejamos de creer en todo lo que de adolescentes soñamos. El tema es... que está, ahí, mezclado entre tanta mierda que no queremos y no podemos ignorar. Es parte del todo, hay que saber separar.

Qué digo... ya estoy divagando.

Muchas veces abro éste blog y posteo un nuevo tópico ante la necesidad de no abandonar la escritura. Escribo y mucho, pero siempre termino pensando que tengo tiempo para publicar y entonces, todos los ".txt" o los ".doc" van a parar a la carpeta G PROJECT, que tanto empiezo a odiar...

Hace un año, aproximadamente, un fallido profesor me dijo que el problema no es ser vago con el talento, sino que la realidad "común" te aplasta, te saca de cuajo del lugar que le corresponde a tu mente, te obliga a no creer en tus musas (bueno, lo dijo de una manera más simple). Ahora pienso que tenga razón, tal vez, que solamente necesitemos empaparnos de lo que nos gusta y hacerles un lugar, junto a las responsabilidades diarias.

Porque, otrora, le hicimos un lugar a éste tipo de obligación entre nuestros sueños adolescentes, ¿no?

Y volver a creer, a creer que pisamos fuerte y sabemos cómo dejar una huella.

Una huella de las que brillan.

Largá las uñas, haceme caso.

G

domingo, 7 de junio de 2015

Amanecer a la mitad de un sueño

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Hay lugares de mi mente que respiran sólo cuando te tienen lejos.

Sueño con vos más de lo que debo, tal vez tres o cuatro veces por semestre; suficiente como para dejarme frente a tu huella, imposible de olvidar.

El problema no es soñar con un fantasma inmemoriable, etéreo, fútil, eterno en un "tal vez" e inobjetable en su función de inmadura. El quid de la cuestión radica en el catalizador que representa y sobre la misma idea, siempre: nuevas caras, nuevos recuerdos, nuevas vivencias, nuevos clavos... Veo a mi alrededor y es lo que LA MAYORÍA hace o exige... se consigue un reemplazo.

¿Es lo que viene después? Digo, ¿que todas mis ideas se aclaren? ¿Que recupere la cordura? ¿Que me de cuenta de lo malo que es para la lógica tener sentimientos? ¿Que vuelva la experiencia de haberte conocido un momento efímero más en la rueda universal del tiempo? Porque me resulta fácil ignorarte dentro de mi cabeza, mientras me las rebusco con la play o miro una serie completamente opuesta a tus gustos. Sin embargo, cuando tengo un rato para pensar, encuentro tus asuntos sin terminar, que no duelen pero molestan...

Y llego al punto de querer llamarte, de preguntarte cómo estás, demás etcéteras y blah blah blah.

No obstante, hay una parte de mí que se niega a creer en que tus recuerdos "buenos" no aceptan una sólida respuesta, que no tienen derecho a solución. Me pongo como "maniático", de seguro lo creerías, pensando y repensando en la manera de encontrar un "fix" a tanta melancolía, sin recurrir a tantos clavos ni pasamediotiempos...

Todo pasa por falta de mezcla social. Si bien nací como un ser solitario y me arreglé la mayor parte de mis treinta y cinco años solo, cada vez que decido darle intensidad a una relación redescubro lo GIGANTE que soy. Es decir, se cómo arreglármelas sin ayuda pero es sólo la mitad de mi personalidad. La otra mejor parte funciona únicamente cuando doy todo de mí por alguien más.

Y extraño eso.

Parece que, a veces, mi día empieza a la mitad del último sueño.

Hoy en día, confío en casi nadie como para volver a dar "el todo" o volver a "hablar de nada" y, si bien no siento culpas ni apuros, éstos sueños tocan un nervio al que le cuesta mucho volver a bajar decibeles.

Será cuestión de seguir buscando. O de seguir esperando.

Ya ni me acuerdo.

I see my vision burns,
I feel my memories fade with time.

G