martes, 17 de febrero de 2015

Una aguja en el pajar

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A un tiempo punzante y expansivo, las palabras siempre acuden a la invisibilidad, jamás en el momento indicado.

A veces, vuelven lazos del pasado, aunque sea momentáneamente. Y ahí es cuando me subo a un árbol y observo el camino que dejé detrás, la cantidad de experiencia que acumulé sobre cada pisada. A veces sobre el barro y otras tantas, sobre la nada.

Más de la que siempre imaginé.

Me pregunto qué tan efímera es la vida y luego, vuelvo sobre lo mismo: hacia dónde voy con tantas emociones vividas en el bolsillo. Dentro de mi mente perfecciono cada instante, proyecto el ideal para cada situación y jamás dejo de encontrarle la vuelta a todo ésto de mezclarse con la gente, aún a pesar de sentir que soy una aguja en el pajar. Y tal vez sea ésa la cuestión... o el resultado final de todo lo que predico como persona.

Sobre la lealtad.

Sobre el sincericidio.

Sobre la magia.

Sobre la originalidad.

Probablemente se trate de coincidencias, de momentos en los que chocamos contra otros o no. No siempre puedo disfrutar de la tranquilidad que brinda el estar en perpetua charla con el silencio. A veces busco tangibilidad y no puedo evitar formar juicios que encasillan a cada persona, tal vez... a razón de tanta experiencia contenida. Ésto es: más allá de haber regresado la cordura, no puedo decir lo mismo de la confianza y aún guardo con recelo mis mejores actitudes.

Será que somos tantos...

Por lo pronto, improvisaré.

Se me da bien.

G

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