martes, 11 de junio de 2024

Vergüenza extrasensorial

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Siempre dije que no podía obligarme a escribir en blog, fuera por la excusa que no fuere... o fuere. Como buen ser humano, hice caso omiso a la gallenta de la fortuna y escribí igual, destapando todo tipo de chimento o bajeza bilateral, personal, subjetiva, predicada, chiste malo, expedición y la recon... BLIZ!

A veces sucede, que vas caminando por la calle y el imaginar situaciones, discusiones o telenovelas, comenzás a hablar solo, en voz alta. Primero sucede de manera distraída, te reís y seguís camino, como si hubieses sorteado caca de perro en el último segundo. Pasa el tiempo y las trompetas ya no suenan tan fuertes, entonces es cuando comenzás a escuchar el sonido de tu voz, que se anima a robar un trago de tu whisky on the air. Suspirás y continuás con la pantomima, te armás secuencias enteras y al cabo de un rato, remarcás lo estúpido que te debés de ver y si se te escapa una palabra con volumen, justo cuando pasa otra persona, simulás que estás cantando, la peor canción de kiwi y melón que se te ocurra.

Ahora, lo interesante llega cuando te adentrás de lleno en ese mundo y desarrollás lo que llamo "vergüenza extrasensorial". Esta consiste en desactivar la habilidad de ver a través de tus ojos e intensificar la del oído, para que este logre identificar de antemano los inminentes momentos de vergüenza que, el hablar consigo mismo a plena luz del día, puedan acarrear como consecuencia. Y es justamente cuando desarrollamos esta capacidad a pleno, que nos damos cuenta de que existen otras personas igual de solitarias, con la misma cantidad de problemas y preocupaciones, con el mismo grado de conformidad tercerizada o comprensión. Es así como nos damos cuenta de que no somos los únicos idiotas del universo que hablamos solos, por la calle.

Momento...

No puedo evitar, de repente, pensar en locura. La soledad tan extrema, por momentos, podría convertirse en una expresión inmanejable, de esas que se te salen por los poros, imparable, harta, explosiva. Vas caminando y te tomás un mate de palta e hígado, dándole calidad de testigo a las baldosas y cuando se esconde el sol, a los focos de luz en la calle, esquivándolos como si fueran testigos que puedan señalarte de culpable. ¿Será una actitud insana? ¿En qué parte del diccionario de vivir se encuentra la definición? ¿Cómo darme cuenta ante semejante celeridad mental?

Sólo puedo decir que, a pesar de mi abultada ignorancia, las cuestiones se suceden y no se detienen a pensar. Simplemente suceden.

Tal vez sólo deba dejar que sucedan y seguir viviendo.

Hasta que me ahoguen y no pueda respirar.

Vaya positividad.

G