sábado, 8 de enero de 2022

No ser o no ser

 .

Trilogía: parte dos.

Arranqué el año con la mente en blanco. Tenía postdatas flotando alrededor pero eran todas para la carta equivocada. Pasé varios días masticando una compañía sin condimentos, cruda y sin receta a la que hacer referencia. Así es mi entorno, de otro planeta, uno llamado Tierra.

No es que no quiera escribir, es que no tengo la salud mental para hacerlo. Demasiadas aristas, demasiadas esquinas, demasiados puntos muertos. Esta necesidad de formar equipo dentro de un ambiente viciado, me llena de arrugas la mente. Y quisiera encontrar sabiduría dentro de esas arrugas pero es demasiado fuerte el barullo, tanto que duermo poco y deambulo mucho, hago lo que tengo que hacer y nada cambia, siempre vuelvo al mismo ocaso.

De una cosa estoy seguro: no quiero estar sólo. Y enseguida pienso que tampoco quiero estar con la gente que estuve la mayor parte de mi vida. Ya sea por mi estúpida manera de ser o la falta de tolerancia, soy un Laroca y es hora de que lo asuma. Hay cuestiones que no puedo solucionar, tampoco elijo mirar para otro lado, así que en el fondo no se que camino tomar. Incluso poniéndome un título es que no distingo si soy invisible o una mancha roja en las pupilas de los demás.

Puede que haya contratado a los directores equivocados para esta trilogía.

Siento la claridad y también siento el cansancio, la rueda siempre renguea cuando vuelve a posar su pedazo de madera mordida.

No se.

No existen los súper héroes, ni tampoco el alma gemela. Tal vez algún día descanse y ya nada pueda preocuparme. O tal vez mañana abra una puerta y todo vuelva a ser color de rosa.

No se.

G