sábado, 25 de diciembre de 2021

Falta de pertenencia


 .

Trilogía: parte uno.

Dejame ver si recuerdo cómo se hacía esto... 1, 2, 3, PROBANDO, PROBANDO.

Mmm... no se, tal vez sea como andar en bicicleta, tal vez el talento no se pierde, sino que se oxida.

Ejem.

Muchas veces me encuentro pensando en la primera frase de un libro, uno cualquiera, uno que pueda escribir. Siempre tuve facilidad para las palabras y las primeras frases de fotologs, blogs, etc... pero no para el primer libro. Es cierto que he creado la frase de Karla pero ahí quedó, sin ideas para continuarla. A veces escucho canciones con mi viejo, bueno... ya no tanto, pero lo he hecho, incluso le he hecho escuchar "Tank!" y probablemente no tengamos otra oportunidad but, you know... la vida está llena de errores y post arrepentimientos, remordimientos, nacimientos, no recuerdo, era algo que terminaba en "mientos"...

Sí siento esas ganas de compartir más tiempo con él y se que puedo pero a la vez, siempre habla de lo mismo, muy pocas veces se interesó por lo mío. Al menos, ahora pregunta cómo ando, cómo voy, si pagué el último alquiler. No se, supongo que la vida es y no como nosotros queremos, digo "supongo", sabiendo que no es, que si nos falla una parte, buscamos pertenecer a otra. Mi familia está tan cagada, perdón por la expresión pero me detuve a pensar y no encontré una mejor palabra. Siempre apunté lejos de Capital, incluso esquivé varias balas subterfugias, los manotazos de las sombras que honrraban la mala leche. Con el pasar del tiempo, entendés que tus padres hacen lo que pueden pero también se siguen equivocando; antes, no tenían pedagogía o empatía, simplemente eran padres y ahora, se equivocan y siguen sin entenderte. Entonces te cansás, te cansás de todo lo que conocés y dejás de jugártela por ellos, por todos ellos. Claro está que también falla uno, al encontrar nuevas compañías.

Y eso, mis queridos/as, es lo que llamo "interludio", el momento en el que te estancás y te sentís incapaz de volver a la "pertenencia". El "derecho a la pertenencia"... siempre tengo que ponerle un título... sería ese paquete de compañías, autoestimas y lugares a los que te podés aferrar, cuando la oscuridad del alma te acecha. Si te sentís solo, simplemente levantás el teléfono o te hacés un viaje y la recuperás. Si todo te falla, si te sentís incapaz, siempre hay alguien que te recuerda que todo es posible con pertenencia. Si llegan las fiestas y no sabés para qué cocinar, ya sabés... la pertenencia... bla.

Jajaja, bla bla bla, como si estuviera cansado de poner ejemplos. Sucede a menudo que me canso de hablar del ser humano, escritor incluído, llegado el punto en el que ves a la vida por sus cuerdas y papel maché, aunque adornes comportamientos y consecuencias con títulos bonitos. Al final, todo sabe al mismo engrudo.

Ahora, si tengo que definiir cómo me siento esta mañana, vuelvo a ese interludio y puedo decir con sinceridad que me está matando esta falta de pertenencia. En el trabajo te dicen que no laburás para ellos, sino para otros. Tu propia familia te roba la plata que laburás, tus viejos amigos no tienen problemas de aprovecharse de tu mala situación. Ni mencionemos otras mujeres... Diría incluso que no confío en mí mismo pero ya sabés... al menos hago meaculpa y busco corregir esos errores.

Es por eso que en esta primera parte, la falta de pertenencia es fuerte y, si bien sé lo que tengo que hacer, no se a dónde ir, ya que el camino siempre lleva a la tumba y post olvido. Digamos que mucha gente puede recordarte, el día que ya no estés; ahora mencionemos que somos seres egoístas, por naturaleza y siempre anteponemos el "te" antes que el "tú"... digo, qué carajo me importa si la gente me recuerda o no. Cuando muera, ya no voy a tener la capacidad de bostezar.

Pero es en esta vida, en este año moribundo, en esta mañana silenciosa, siento no pertenecer.

G