miércoles, 3 de marzo de 2021

Barbijo literario

 .

Últimamente me junto con gente que omite introducciones. Incluso, adelanta la cinta, saltea las partes de diálogo. Y me pregunto, ¿habrá sido la pandemia? No voy a ser ignorante, no los creó el virus, sino que fue como un maremoto dentro del hormiguero. Todos salieron, todas salieron, las lindas continuaron saludando inocentes y las feas, dejándose pagar salidas.

Oh, pero no te ofendas, que no hay barbijo literario que contenga tu catarro. Odio esa última palabra, "catarro", como si la sola definición describe el guión completo de una película mala de terror. No te ofendas, repito, no existe mejor vacuna que una buena charla, tres vasos prohibídos y una mañana pintada con humo.

Pero si debo llegar al punto, quisiera preguntarles si ustedes saben, porque yo no tengo idea de qué contener con este barbijo, más que un talento innatural, al que alguien le apagó la hornalla y me dejó el mate lavado, frío. PERO TRABAJO, POS HOMBRE, VENGA. El trabajo dignifica y los millones, compran vacíos y este barbijo que se te pega en la cara. No, no el literal, ese te pega solamente las historias, sus primeras líneas y el final, cuando te quedás pensando en lo que acabás de vivir. Con el barbijo normal podés ir a trabajar, con el literario también, pero al menos sabés que te tapa la boca el objeto correcto y no una banda de desconocidos, que poco saben de tus gustos. No es que me quiera jactar, al fin y al cabo, Lorena se queja de que no hay toallas en la cocina.

PERO hubo poesía, no hace mucho. Burda, común, barrial, tormentosa, poesía al fin.

Tal vez sea de a poco que decida recuperar la memoria, porque los atajos que estoy tomando en esta vida me hacen volver a casa todo transpirado y vacío de satisfacción. Hace tiempo que supe el dinero no me iba a dar autoestima, sólo comodidad y ahora que tengo lo segundo, siento que mi viejo tenía razón en ser un mal padre y en no enseñarme a explotar el talento.

Nada, eso.

¿Tenés un rato para leerme lo que dice la contratapa?

G