viernes, 12 de septiembre de 2008

Quince Minutos De Fama

.
Existen personas que siguen siendo iguales luego de los veintiún años. Puede que no exactamente a esa edad cada persona forje su carácter y se prepare para ser adulto, pero a rasgos generales uno es cuando obtiene esos grandes cambios que la definen por el resto de su vida.

¿A qué voy con ésto?

A medida que pasan los años y uno va tomando consciencia de la gente que lo rodea, se va dando cuenta de lo mal que terminan algunos. Y no necesariamente porque lleguen a ser realmente malos (como la palabra lo define de manera sencilla), sino que se vuelven egoístas y erróneos, comienzan a tener equivocaciones que perjudican a los más cercanos. Pero, ¿por qué a los más cercanos? ¿No se supone que son los que más importan, a los que más se les debe respeto? ¿Cómo es que personas de bien se transforman en manipuladores de nuestros estados de ánimo? No lo sé... simplemente pasa. Y nadie se sienta dos segundos a responder el porqué, ni siquiera la misma persona que hace daño de manera consciente o no, solamente se dedica a abrir la boca o a mover las manos en perjuicio de un amigo, un familiar, una pareja. Y así, todo se va al tacho.

Pero claro, queda la gente a la que sí le importa lo que está pasando. Lo que le está pasando a ellos mismos. No la gente que tiene depresiones o ataques de rabia, celos o envidia, malicia y hasta desolación... que perjudiquen a ajenos. La gente que hace bien, que realmente hace bien y que no se merece ése tipo de descuidos es injustamente atacada, dejándolos desprovistos de sueños y esperanzas, preguntándose porqué alguien que supuestamente los quiere puede hacerles eso.

Y saben, estoy hasta las pelotas de que se caguen en uno mismo.

El único consuelo que tengo es la consciencia que todos, malos y buenos, tenemos. Que algún día nos llegará a todos y nos juzgará, con creces, sin dudar, sin objetar, sin malinterpretar. Y cada persona buena que soportó malas afrentas gratuitas ni siquiera se acordará de reírse por venganza, porque estarán disfrutando la vida lejos de ellos.

Y sí, suena triste, conocer gente, confiar en ellos plenamente, confiarles la propia vida misma, para que luego nos obliguen a perderlos.

Sin embargo, mi vida, vos, sí, vos... no estás sola.

Así como hubo y hay gente que te decepciona, te rodearás siempre de gente que te sepa querer.

Gabriel