lunes, 31 de marzo de 2008

Remolino Remolino

.
Fragmento hallado el 31 de marzo de este año.

"Un basural, así encontré mi cabeza al abrir la puerta. Las llaves quedaron en el suelo, mis manos perdieron la consciencia, se desvanecieron cual sombra triste rodeada de luz. Etéreos ante mi mirada, insectos revolotean sobre ideas carcomidas por el uso, desgastadas por exigidas, devastadas por las inacabables guerras que llevo a cabo entre pensamientos."

Que cansado estoy de mi cabeza. Piensa a más no poder, no se queda quieta, tengo ganas de darle unos buenos golpes, como si de un saco de arena se tratara, con el plus de una foto mía puesta... para que se sienta mejor... No puedo evitar los mambos, ya forman parte de mi vida, son la atracción turística principal en mi forma de ser. A veces logran su libertad al volverme impulsivo, se salen con la suya y el mundo entero tiembla. Pero por otro lado...

... cansa también pensar en los demás. Que quiero hacer las cosas bien para no lastimar, que quiero cuidar... y al final termino siendo el hijo de puta más grande, el menos recordado de todos por mis logros... pocos, pero suficientes. O no, por lo que hoy veo. ¿Cómo puede ser que de tantas cosas buenas que di hoy sólo cuenta lo que no di? ¿Cómo es que existe una persona en el mundo que valore tan poco mis sentimientos como para permitirse enamorar de otro? Creo que no es exactamente el punto en el que soy reemplazado, pero sí donde me convierto en el villano. Me da la pauta de que en cierto punto no vale la pena ser bueno y dar todo de mí mismo por una relación, ya que, el día de mañana, van a abandonarte, sin importar todo eso. Y cuando las cosas vuelvan a ser como antes, vos tengas dudas y decidas cambiar tu vida en un solo chasquido, no vas a tener el perdón. ¿Cuándo podré hacer algo malo sin que me digan que está mal? ¿Quién es quién para decirme lo que estoy haciendo... mal?

Por otra parte, contenerme cuesta. La suerte de que sea sólo por mi cabeza alivia un poco, pero el miedo a perder persiste. Debería de estar tan contento por todo lo que se me está dando y no... siento que es más fuerte que mí. ¿Es que acaso nací para ser una María Magdalena? ¿Seré tan masoquista? ¿Tanto me gusta estar triste? Tengo paciencia pero a veces bombean tanto que tengo que gritar que paren. Y luego tengo que escribir. Y finalmente hacer temblar al mundo. Al menos el de unos cuantos. Así son las cosas.

Tengo que lavar mi camisa.

No tengo remedio.

Gabriel